Droga en las prisiones

Ante las declaraciones de don Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas en la inauguraci¨®n del simposio cient¨ªfico sobre drogas y sociedad, me veo en la obligaci¨®n de hacer las siguientes puntualizaciones (EL PA?S, 9 de agosto de 1988):1. Seg¨²n don Jos¨¦ Jim¨¦nez Villarejo los efectos negativos del acceso de los reclusos a las drogas podr¨ªan resumirse en:

- Obstaculizaci¨®n de los fines de reeducaci¨®n y reinserci¨®n social, metas de Instituciones Penitenciarias.

- Los propios efectos ps¨ªquicos y su reflejo en el comportamiento, incompatibles con la reglamentaci¨®n de las conductas y la terapia ocupacional.

- Aparici¨®n de organizaciones mafiosas en el interior de la instituci¨®n.

Si sabemos que hay droga en las prisiones s¨®lo cabe la postura de impedir su entrada con todos los medios a nuestro alcance, constitucionalmente respetuosos con los derechos de los internos. De las declaraciones del se?or ministro se dejaba entrever un cierto pesimismo que no ha de corresponderse con la eficacia de los medios que, si fueran aplicados, paliar¨ªan en gran medida el problema.

2. Sabiendo que uno de los puntos de entrada de droga en las prisiones son las comunicaciones con los familiares diferenciar¨ªamos las medidas de control seg¨²n el tipo de comunicaci¨®n:

a) Comunicaci¨®n ordinaria.

- Instalaci¨®n de aparatos de rayos X en el departamento de cacheos.

- Aumento del n¨²mero de funcionarios encargados de las tareas de cacheos de paquetes, hasta quedar garantizada la total inspecci¨®n de los objetos procedentes del exterior.

b) Comunicaci¨®n especial (celebradas en locales que permitan el contacto cercano de los internos con sus familiares).

En este caso se le propondr¨ªa al interno sospechoso de introducir droga una alternativa:

Pasar por un control de rayos X o permanecer durante dos d¨ªas en una habitaci¨®n separada del resto de la poblaci¨®n reclusa hasta que la droga haya sido expulsada.

Estas medidas no vulneran los derechos de los internos y favorecen un mayor control de la introducci¨®n de droga. Tampoco niegan las necesarias comunicaciones con los familiares.

3. Acusar veladamente de la introducci¨®n de droga en las prisiones a los funcionarios de instituciones penitenciarias lo considero una manifestaci¨®n irresponsable e incongruente. Si existen sospechas sobre casos particulares, ha de actuarse con toda la contundencia que la ley permita y la sociedad exige. Lanzar acusaciones generales s¨®lo hace menoscabar la honradez profesional de un colectivo, muchas veces ignorado en sus derechos, olvidado en sus necesidades y con una tarea social delicada, ingente y poco gratificante en muchos casos.

Como explica Jim¨¦nez Villarejo, la droga no ha llegado ahora a las c¨¢rceles; posiblemente estaba all¨ª antes de que estuviera presente en las calles. Pero ello no debe ser obst¨¢culo para que se empleen todos los medios disponibles y constitucionales para eliminar su paso en la mayor medida posible, no adoptando nunca la tentadora resignaci¨®n que conllevar¨ªa el descontrol total de las instituciones penitenciarias.-Funcionario del cuerpo especial.