Los riesgos de la reciprocidad
El autor analiza en esta segunda y ¨²ltima parte el problema de la reciprocidad, particularmente preocupante para las autoridades de Washington, que la consideran inaceptable, y explica las razones por las que esperan que la Comunidad Europea conceda tratamiento nacional a sucursales y filiales de entidades norteamericanas que desarrollen su actividad en el ¨¢rea de los doce.
El concepto de reciprocidad goza de un considerable atractivo por su sencillez, porque evoca la idea de un tratamiento equitativo y justo. La propuesta de la Comisi¨®n, sin embargo, podr¨ªa exigir a otros pa¨ªses mimetizar la legislaci¨®n y normativas de la CE a fin de gozar de igualdad de acceso al mercado interno. El peligro de este planteamiento es que las leg¨ªtimas diferencias existentes en los reg¨ªmenes normativos nacionales podr¨ªan servir de pretexto para justificar la discriminaci¨®n contra empresas extranjeras. En el orden financiero, siempre existir¨¢n diferencias de estructura organizativa, de alcance de las operaciones autorizadas, de marcos de regulaci¨®n y cauci¨®n, de instrumentos de mercado, de procedimientos de autorizaci¨®n y establecimiento y de m¨¦todos de financiaci¨®n de la deuda p¨²blica.Para ilustrar esta cuesti¨®n desde nuestro lado del Atl¨¢ntico, puede se?alarse que Estados Unidos autoriza en su territorio a que las entidades financieras -nacionales o extranjeras pongan en el mercado una variedad mayor de productos financieros de la que est¨¢ permitida en los pa¨ªses de la CE. Entonces habr¨ªa que preguntar si no tendr¨ªamos nosotros que impedir -en nombre de la reciprocidad- que los bancos extranjeros tuvieran acceso a los mercados financieros norteamericanos hasta que sus pa¨ªses de origen implantaran unas normas de actividad id¨¦nticas a las nuestras.
En raz¨®n de esas diferencias, la reciprocidad dirigida a conseguir privilegios comerciales id¨¦nticos en pa¨ªses con reg¨ªmenes reglamentarios distintos redundar¨¢ casi inevitablemente en situaciones de discriminaci¨®n.
De hecho, la diversidad de marcos financieros existente en el mundo y la escala de nuestra presencia en terceros mercados hacen imposible conceder un tratamiento id¨¦ntico a empresas extranjeras sin crear a la vez una abultada burocracia reguladora y sin limitar gravemente la flexibilidad del mercado y el repertorio de opciones para las empresas extranjeras. Yo se?alar¨ªa que, para fines de 1987, hab¨ªa m¨¢s de 660 entidades bancarias con matriz en el extranjero ejerciendo su actividad en Estados Unidos, las cuales representaban 260 familias bancarias extranjeras de m¨¢s de 60 pa¨ªses, con un total de activos norteamericanos por valor de m¨¢s de 594.000 millones de d¨®lares. Y hay 147 bancos norteamericanos con 873 sucursales en 70 pa¨ªses extranjeros.
En vez de la reciprocidad, consideramos que el tratamiento nacional es la v¨ªa m¨¢s eficaz para evitar la discriminaci¨®n y para salvaguardar la libertad y accesibilidad de los mercados. Este principio, que se halla inscrito en nuestros acuerdos sobre Amistad, Comercio y Navegaci¨®n, en los c¨®digo se instrumentos de la OCDE y en la legislaci¨®n federal norteamericana, trata de garantizar que las firmas extranjeras reciban el mismo tratamiento que las nacionales. Los bancos extranjeros deben disfrutar de las mismas posibilidades de competencia que los del pa¨ªs hu¨¦sped. Al permitir a empresas nacionales y extranjeras competir en pie de igualdad en cada mercado, el tratamiento nacional concilia diferencias internas en los reg¨ªmenes de regulaci¨®n y presta base a los objetivos de libre acceso y trato no discriminatorio.
Ante todo, posibilitamos el acceso de empresas extranjeras, bancos incluidos, al mercado norteamericano y les concedemos tratamiento nacional en el interior de nuestro mercado. Esperamos que la CE haga extensivo a las empresas norteamericanas a los mercados europeos de nueva integraci¨®n y a que conceda tratamiento nacional a las empresas norteamericanas y a sus subsidiarias que desarrollen su actividad en la CE.
Ante terceros pa¨ªses
Son comprensibles las dificultades que afronta la CE para contener el proteccionismo. Saludamos los compromisos de los jefes de Estado europeos, y m¨¢s recientemente los adoptados en la cumbre de Hannover, de mantener la apertura de la CE a terceros pa¨ªses y de respetar las obligaciones contra¨ªdas con el GATT. Hago menci¨®n de esos compromisos porque consideramos que es imprescindible que el mercado ¨²nico se constituya de forma que: 1) sea compatible con los tratados de Amistad, Comercio y Navegaci¨®n, con las obligaciones asumidas en la OCDE y con el GATT; 2) conceda tratamiento nacional a las empresas norteamericanas y a sus subsidiarias; 3) favorezca los objetivos de la Ronda Uruguay y respete los compromisos contra¨ªdos por la CE en la Declaraci¨®n de Punta de Este, y 4) evite lesionar los intereses comerciales, financieros y de inversi¨®n externos a la Comunidad.
Estos criterios son decisivos, pues si las barreras contra las empresas de propiedad extranjera se levantan como un factor m¨¢s para la culminaci¨®n de la integraci¨®n del mercado, sea de forma directa o derivada de la aplicaci¨®n de un criterio de reciprocidad, la CE da?ar¨¢ el respaldo existente en Estados Unidos -y en otros pa¨ªses- a los esfuerzos multilaterales dirigidos a la formaci¨®n de un sistema financiero y comercial internacional. En efecto, la intensificaci¨®n del proteccionismo en Europa inducir¨ªa sin duda una respuesta por parte del Gobierno norteamericano.
El sistema econ¨®mico internacional se encuentra en un punto cr¨ªtico y, hasta cierto punto, vulnerable de su evoluci¨®n. Ello hace que cobre particular importancia el que el esfuerzo dirigido a culminar el objetivo de 1992 favorezca, y no dificulte, la consecuci¨®n del objetivo compartido de avanzar hacia un sistema financiero y comercial internacional m¨¢s abierto.
Hemos expresado las esperanzas y preocupaciones que despierta en nosotros el objetivo de 1992, pero no para impugnar tal empresa, sino para eludir conflictos en potencia. Los pa¨ªses de fuera de Europa tienen un l¨®gico inter¨¦s por salvaguardar el respaldo de otros pa¨ªses al sistema econ¨®mico multilateral.
es secretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos.
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