Penderecki: "Mi obra es el drama de mi pueblo"
El m¨ªtico compositor presenta en Santander su 'R¨¦quiem polaco'
ENVIADO ESPECIALEn la plaza Porticada de Santander, convertida durante el festival en gran auditorio musical, la Orquesta de la Radio Polaca y el Coro de la Filarm¨®nica de Varsovia interpretaron ayer, bajo la direcci¨®n de Krzysztof Penderecki, el R¨¦quiem polaco. Ser¨¢ la primera obra del compositor que suene en el festival internacional, a la que seguir¨¢n La pasi¨®n seg¨²n San Lucas y Ted¨¦um. Penderecki, el m¨ªtico compositor polaco, afirma que en el R¨¦quiem polaco ha querido reflejar el drama de su pueblo, que es "el drama de la humanidad".
Penderecki no s¨®lo es cabeza de fila de la moderna escuela de su pa¨ªs; ha servido tambi¨¦n de ejemplo a compositores de otras latitudes por la fuerza de sus obras que, sin mengua de la modernidad de su lenguaje, llegan a los m¨¢s amplios p¨²blicos, quiz¨¢ por estar dotada de un dramatismo expresivo formidable del que, en cierto modo, es cumbre el R¨¦quiem polaco.
"En ¨¦l", dice Penderecki, .parto del texto latino tradicional, el mismo que utilizara Verdi, al que a?ado alg¨²n otro texto conectado con las circunstancias contempor¨¢neas de mi pa¨ªs, bien conocidas de todos Se trata del drama de mi pueblo y de la humanidad que he recogido, a lo largo de mi carrera, en diversas obras: los Trenos por las v¨ªctimas de Hiroshima, en 1960; Dies irae, un homenaje a las v¨ªctimas del tristemente c¨¦lebre Auschwitz, en 1967 y el R¨¦quiem, en 1984. Aqu¨ª vuelvo la mirada a la Polonia de nuestra d¨¦cada. Otras obras de mi repertorio sinf¨®nico y coral, como Estabat mater, La pasi¨®n o el Ted¨¦um, tienen una intenci¨®n puramente religiosa".
El hoy m¨ªtico compositor goza de ¨¦xitos a gran escala y no s¨®lo del inter¨¦s de unas minor¨ªas. Fueron dif¨ªciles sus comienzos, sin embargo, y ¨¦l mismo los evoca: "Cuando no pude escuchar a Stravinski o la m¨²sica de la escuela de Viena hasta 1956, pues se trataba de algo mal visto por la pol¨ªtica stalinista en beneficio del llamado realismo socialista". "A partir del citado a?o las cosas cambiaron y todo fue bastante diferente para la m¨²sica polaca y para m¨ª mismo. Viaj¨¦ a Alemania, tom¨¦ contacto con el mundo de Darmastadt e inici¨¦ mis caminos creadores. Lo digo en plural ya que no soy compositor que siga una sola v¨ªa. Cada vez que algo incita mis posibilidades expresivas obedezco la llamada pero, una vez agotada, emprendo otra direcci¨®n. Como he repetido tantas veces no me gusta encasillarme, sino explorar".
Durante un encuentro en el museo municipal, reci¨¦n llegado Penderecki a Santander, en medio de una exposici¨®n en la que Preciada Azancot expone su colecci¨®n de imaginativos retratos musicales, desde Mozart a Mompou, la pintora plante¨® al compositor una cuesti¨®n: c¨®mo era posible la analog¨ªa del lenguaje musical con la que trataba textos tan diversos como los de La pasi¨®n, el Dies irae o El cantar de los cantares. "Para m¨ª", condens¨¦ Penderecki, "el valor principal de un texto a la hora de componer no reside en su sem¨¢ntica, sino en su musicalidad. A ella atiendo, sobre todo, y esto puede explicar esa cierta analog¨ªa de estilo entre m¨²sicas puestas a textos de diversa significaci¨®n".
Generaci¨®n del 31
Desde 1960, cuando inicia su carrera en Europa, que hab¨ªa de ser triunfal, Penderecki se ha reafirmado como una de las grandes voces de su generaci¨®n, la que denominamos de 1931 y que es la misma de Crist¨®bal Halfter para Espa?a, de Donatoni y Berio para Italia, de Boulez en Francia, de Stockhausen en la RFA, de Riley en EE UU o de Kurtag en Hungr¨ªa. En Penderecki, al igual que en su compatriota de mayor edad Lutoslavsky, las un d¨ªa llamadas nuevas tendencias han sido acogidas y aceptadas por el p¨²blico habitual de los conciertos o de la ¨®pera.Probablemente, en ambos casos, responden con fidelidad al momento hist¨®rico en que han sido compuestas y objetivan musicalmente una voluntad human¨ªstica aut¨¦ntica y de gran voluntad comunicativa. El triple encuentro del gran m¨²sico polaco con el p¨²blico de la plaza Porticada es una nueva demostraci¨®n de esta conocida evidencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.