"Esta pel¨ªcula es mi plegaria", asegura Scorsese
El director de 'La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo' dice que este filme es la suma de su cine
Pregunta. La interpretaci¨®n de la figura de Cristo que emerge del filme, a pesar de estar filtrada a trav¨¦s de sus experiencias de vida antes a¨²n que de autor cinematogr¨¢fico, ?es la de Kazantzakis?Respuesta. Sustancialmente, s¨ª. En su novela, Kazantzakis insiste sobre la naturaleza humana de Jes¨²s precisamente porque de este modo, para nosotros, para la gente com¨²n, es m¨¢s f¨¢cil identificarse con Cristo. Por esto Jes¨²s, que es Dios en la Tierra, debe atravesar, como todo hombre, sufrimientos, tentaciones, c¨®leras, dudas, deseos sexuales, antes de alcanzar, con la muerte, a la experiencia del dolor. Exactamente como nos sucede a los hombres. Claro, es una imagen iconogr¨¢fica distinta de aquella que representa al Cristo rodeado por una aureola de luces en las tinieblas, el Hijo de Dios alejado de las pasiones humanas, puro, inmune a las tentaciones, de pronto irascible y rechazante sin miramientos, que mira a la muerte, a nuestra muerte, con indiferencia, porque sabe que el hombre resurgir¨¢ un d¨ªa. ?C¨®mo puede entenderse este Dios? ?Por qu¨¦ debo rezar a este Dios? ?Por qu¨¦ este Dios deber¨ªa escucharme a m¨ª? Y si ?l jam¨¢s me escuchase, ?c¨®mo podr¨ªa comprender hasta el fondo las motivaciones que me han llevado a actuar de tal modo?, podr¨ªan preguntarse todos los hombres mortificados por una profunda desesperaci¨®n interior, los criminales, hasta los asesinos, los marginados de todo tipo. Y en cambio, la idea del Cristo de Kazantzakis, que est¨¢ tambi¨¦n en la base del filme, podr¨¢ acaso conquistarlos, comnoverlos. ?ste, su Jes¨²s, quiero decir, comprende verdaderamente la miseria de los hombres, porque la ha atravesado. Este Dios los escuchar¨¢ y los comprender¨¢.
Cine de autor
P. Con este filme se tiene verdaderamente la misma sensaci¨®n que se experimenta ante un filme de Fellini: es un cine de autor donde m¨¢s que los divos lo que cuenta es el mensaje.
R. La ¨²ltima tentaci¨®n es un poco una suma de todo mi cine. Ah¨ª est¨¢n mis dudas de siempre, esas dudas a las que he tratado de dar una respuesta en mis filmes. Ah¨ª est¨¢n las tem¨¢ticas que siempre me han fascinado, problemas que me atormentan desde siempre, a los que he buscado dar una soluci¨®n, dig¨¢moslo as¨ª, definitiva.
P. ?Hasta que punto su antigua vocaci¨®n religiosa ha influido en su elecci¨®n?
R. Creo haber quedado inmediatamente conmovido por el libro, precisamente porque he percibido al instante en Kazantzakis un hombre de gran f¨¦. Por cierto, no me habr¨ªa conmovido una novela donde Jes¨²s, pongamos, inicia el camino hacia Cachemira, dedic¨¢ndose ¨²nicamente a peregrinar y predicar. Lo que me interesaba profundamente era el sacrificio de Cristo, y la interpretaci¨®n de Kazantzakis me ofrec¨ªa una contribuci¨®n determinante para elaborar y esclarecer mis dudas.
P. Pero ¨¦sta idea no la ha elaborado solo, hay un escen¨®grafo, Paul Schrader, por ejemplo.
R. He querido confrontarme con Schrader, que ha escenificado el filme junto conmigo, precisamente porque es un calvinista. Y en cierto momento he pedido tambi¨¦n la colaboraci¨®n de Jay Cocks, un viejo amigo protestante, de la iglesia presbiteriana. He querido comedirme mediante diversos puntos de vista, tener a mi disposici¨®n varias lecturas del texto.
P. Veamos una de las escenas m¨¢s audaces. Cuando Jes¨²s antes de aceptar su propio destino, va al burdel, donde, detr¨¢s de un casto velo, Magdalena atiende a sus clientes; est¨¢ claro que Cristo no va a ese lugar como hombre, sino como Hijo de Dios y, cuando la mujer sea dejada sola no habr¨¢ nada en materia de pedir o de aceptar, querr¨¢ solamente convencer a la mujer para que se redima. Un Cristo moderno, por consiguiente, que habla de solidaridad en una sociedad ahogada en el consumo.
R. La cultura de nuestro tiempo est¨¢ totalmente invadida de materialismo. Tampoco en la sociedad capitalista, salvo excepciones, hay nada que tenga que ver con la espiritualidad. Tal vez ahora, con el nuevo rumbo de Gorbachov, ser¨¢ posible un cambio, ser¨¢ posible afirmar, por ejemplo, que el esp¨ªritu humano puede crecer y sobrevivir a trav¨¦s del arte. En Estados Unidos, como en Italia, poseer es f¨¢cil y bello. Una debilidad del esp¨ªritu que, especialmente en EE UU, aleja siempre m¨¢s a los hombres de Dios. Dios necesita volver a encontrar, por as¨ª decir, una nueva fascinaci¨®n.
"Para mi fe"
P. No lo creo, aun cuando su Cristo haya molestado y moleste a muchos cat¨®licos.
R. No hemos salido, evidentemente, con la intenci¨®n de mortificar la fe de la gente. Absolutamente no. Ante todo, este filme lo he hecho para m¨ª, para mi f¨¦ en Dios. Para sentirme, en este momento de mi vida, m¨¢s cercano a ?l, como se siente cercano a Dios un sacerdote que est¨¢ oficiando. Este filme tal vez sea mi misa, mi plegaria. Jam¨¢s he querido subvertir la f¨¦ de nadie, tanto menos la de los integristas y de los fundamentalistas de Estados Unidos. Un filme como ¨¦ste, evidentemente, s¨®lo puede reforzar su f¨¦, no debilitarla o cambiarla. En resumen, La ¨²ltima tentaci¨®n no es de ning¨²n modo una cruzada, lo que s¨ª es singular es que Hollywood me haya financiado esta idea. Hace seis a?os no hubiera sido posible.
P. Usted ha afirmado que este filme es como una misa. ?Pero entonces por qu¨¦ esta misa parece dar miedo?
R. El nudo del problema es que la Iglesia tiene dogmas, aun cuando la Iglesia cat¨®lica es una cosa y los cat¨®licos integristas otra, y acaso los episcopales todav¨ªa otra m¨¢s. Mi objetivo era lograr un discurso sobre Dios que fuera m¨¢s all¨¢ del dogma. Podr¨ªamos creer o no creer, por ejemplo, en el misterio de la virginidad de Mar¨ªa, creer o no creer en la existencia del Para¨ªso, pero, sin embargo, discuti¨¦ndolo, podr¨ªamos aceptarlos como cat¨®licos, como verdad del evangelio. En el fondo, sin embargo, creo que se debe llegar a un di¨¢logo personal con Dios. Si se logra hacerlo a trav¨¦s de los ritos y sacramentos de la Iglesia, es una conquista. Pero eso puede no lograrse, por problemas de distinto tipo. ?se es nuestro caso, tal vez, y tal vez hayamos hecho este filme precisamente para buscar un di¨¢logo con Dios. Si el filme gustara a la gente, bien. En caso contrario... es s¨®lo un filme.
P. Alguien ha cre¨ªdo ver en este Cristo moderno al cardenal Romero, el te¨®logo que, desde la clausura de los palacios vaticanos donde realizaba sus estudios, se encontr¨® proyectado a El Salvador, en pleno clima de opresi¨®n, con los escuadrones de la muerte del coronel D'Aubis son. Convertido en el m¨¢s vehemente, opositor al r¨¦gimen, fue tantos m¨¢rtires que han engrandecido la historia de la Iglesia.
R. Es una lectura muy interesante. Romero, al principio, era seguramente un conservador. La pregunta fundamental es: "?D¨®nde est¨¢ Dios". Romero llega a El Salvador, ve, se pregunta qu¨¦ es preciso hacer, c¨®mo se pueden aplicar las ense?anzas de Dios Comienzan las dudas. ?C¨®mo comportarse? En circunstancias como ¨¦sta queda fuera el contraste dial¨¦ctico entre amor y odio que en el filme Jes¨²s discute con Judas. "?C¨®mo podemos cambiar la situaci¨®n?", pregunta Judas. Y Cristo responde: "Con el amor". ?Pero c¨®mo es posible transformar este anhelo en realidad? Es posible que, cuando el cardenal Romero tom¨® conciencia de la realidad, haya decidido tambi¨¦n ¨¦l empu?ar la pistola, obviamente el arma que ten¨ªa a su disposici¨®n, vale decir su palabra desde el p¨²lpito. Y no creo que sea justo matar, por ning¨²n motivo. Pero es incontestable que queda sin resolver el problema plantearlo por Judas a Jes¨²s "?C¨®mo cambiar?".
El perd¨®n
La revlorizaci¨®n de Judas es una idea de Kazantzakis. Creo que su razonamiento es ¨¦ste: si Dios es amor, si Dios perdona, ?no ser¨ªa acaso Judas el primero en ser perdonado, a pesar del suicidio? Judas, seg¨²n Kazantzakis, se sacrifica por Cristo, acepta sobre sus propias espaldas todo el desprecio, toda la culpa. Pero todo lo que ocurre est¨¢ ya preestablecido por Dios. Cada uno deb¨ªa recitar su parte de modo que permita el sacrificio del Hijo de Dios. Nadie tiene una culpa espec¨ªfica por la muerte de Cristo, salvo la humanidad. El desprecio hacia los hebreos por haber enviado a la muerte a Jes¨²s es una locura y esto tambi¨¦n vale para Judas. Esta es la singular posici¨®n de Kazantzakis y tambi¨¦n la m¨ªa.
P. Es verdad, pero tu particular interpretaci¨®n de los hechos no es solamente en las escenas no rodadas, sino en aquellas en las que est¨¢ m¨¢s marcado el alejamiento de la tradici¨®n. En las im¨¢genes del bautismo de Cristo por parte de Juan Bautista hay una atm¨®sfera que recuerda las reuniones, la filosofia hippy. ?Es una aproximaci¨®n deseada?
R. Es posible. Pienso, en efecto, que aquellos d¨ªas fueron importantes para Am¨¦rica precisamente por el hecho de que en ellos se planteaban interrogantes sobre los valores de la sociedad. Era un per¨ªodo de gran fermento. Quiz¨¢ se exageraba con la droga, se exageraba en las manifestaciones exteriores, pero los prop¨®sitos eran justos. Por consiguiente, es verdad, en esa escena hay algo de aquellos tiempos, si bien mi principal objetivo fuese mostrar a Juan : Bautista como yo lo pienso, mientras predicaba no s¨®lo a los jud¨ªos, sino tambi¨¦n a los cladeos, a los et¨ªopes, a los persas.
P. La osad¨ªa de ciertas escenas, aunque fugaces, ha servido a quien quer¨ªa mortificar por prejuicio a santurroner¨ªa este filme-interpretaci¨®n de Cristo. Pero muchos defendieron tambi¨¦n esta elecci¨®n. Por ejemplo, en la cast¨ªsima escena en la que Jes¨²s, durante su sue?o en la cruz, hace el amor con Magdalena, no se puede olvidar que poco antes se ha visto su matrimonio y que, en aquellos poqu¨ªsimos segundos, la m¨¢s famosa pecadora de la historia, pronuncia la frase "Tendremos un hijo". Y poco despu¨¦s, antes de su muerte, la ¨²ltima imagen de Magdalena es la de una madre embarazada. Dentro de la m¨¢s rigurosa ortodoxia. El filme tambi¨¦n es emocionante por este Cristo que envejece y tiene en brazos los hijos habidos sucesivamente de Marta y de la hermana, a¨²n si, al final, todo resultar¨¢ ser imaginario. ?Por qu¨¦ el personaje de Magdalena est¨¢ tan destacado?
R. En el libro de Kazantzakis, Magdalena es el personaje m¨¢s importante despu¨¦s de Jes¨²s. Es a ella a quien Cristo se aparece apenas resucitado, y es interesante destacar tambi¨¦n que en esta interpretaci¨®n de la vicisitud de Jes¨²s, la Virgen, Mar¨ªa Magdalena y Mar¨ªa de Cleof¨¢s permanecen en el G¨®lgota cuando el Hijo de Dios es condenado a muerte, mientras los ap¨®stoles se escapan. Estar¨ªa tentado de decir que es humanamente fascinante que una de estas mujeres sea una prostituta, m¨¢s a¨²n, la m¨¢s famosa prostituta del mundo antiguo. Y es as¨ª en los Evangelios y es as¨ª como Kazantzakis representa a la Magdalena. Pero recordemos que La ¨²ltima tentaci¨®n es un sue?o dise?ado por Satan¨¢s, no por Dios. Satan¨¢s, que Kazantzakis ha descrito con la apariencia de una serpiente de voz femenina, representa casi siempre el pecado del deseo sexual. Pero no querr¨ªa que este detalle fuese interpretado como si la mujer representase el pecado.
P. Tambi¨¦n la ¨²ltima cena est¨¢ fuera de la ortodoxia...
R. Es verdad, pero precisamente porque Jes¨²s en el filme est¨¢ propuesto de un cierto modo, no creo que hubiera dicho a las mujeres: "Esperad en la cocina, os llamar¨¦ cuando tenga necesidad de vosotras, porque esta es una cosa de hombres". No puedo creerlo, Jes¨²s no era as¨ª. ?Acaso las mujeres no tienen alma? ?Y, por consiguiente, por qu¨¦ no pod¨ªan participar en la ¨²ltima cena? Esto, lo s¨¦, puede plantear problemas cat¨®licos respecto del sacredocio de las mujeres, pero las mujeres, Magdalena, Marta y la Madre, formaban parte del grupo tanto como los ap¨®stoles. El cine -adem¨¢s de un viaje al inconsciente, expresi¨®n de las inquietudes y de los sue?os personales- es tambi¨¦n recuerdo. Rossellini y Pasolini, por ejemplo, que se han referido a Jes¨²s antes que yo, son recuerdo para m¨ª. Yo pienso que los filmes de Rossellini son las obras m¨¢s intensamente espirituales de la historia del cine. Como Rossellini, yo estoy fascinado con la historia porque pienso que los hombres, a¨²n viviendo en sociedades distintas, han experimentado siempre las mismas emociones.
P. Hay quien piensa que usted ha quedado como el ¨²nico, adem¨¢s de Woody Allen y unos pocos m¨¢s, en hacer en Estados Unidos un filme de autor. ?Es verdad?
R. Aqu¨ª yo procuro hacer un filme de autor. Pero, para poder expresarme libremente, como en este caso, he debido rodar tambi¨¦n dos historias honorables pero que no est¨¢n en una sinton¨ªa absoluta con aquello que me gustar¨ªa hacer. Estos filmes los conocen todos, son After hours y The colour of money (El color del dinero). En Am¨¦rica la plaza de los negocios dicta la ley. Con el filme tuve que hacer dinero. Despu¨¦s te puedes permitir alguna libertad. Tambi¨¦n para m¨ª, un filme como El color del dinero fue una manera de adiestrarme en la profesi¨®n. Era como si hubiese vuelto a la escuela porque cuando trabajo para los dem¨¢s es como si hiciera un repaso del oficio. Cuando trabajo para m¨ª, como en Mean streets, Toro suelto, Taxi driver, Rey por una noche, tambi¨¦n quiz¨¢ New York, New York y ahora La ¨²ltima tentaci¨®n, siento el deber de comprometerme. Cuando trabajo para otros, aunque lo haga a conciencia, se me hace dificil hasta el levantarme por la ma?ana.
P. Raffaele Donato, su infatigable asistente, ha revelado que ¨¦l se airriesg¨® a no leer los libros de los que fueron extra¨ªdos tus filmes preferidos.
R. Los filmes m¨¢s amados, Toro suelto y La ¨²ltima tentaci¨®n, los he extra¨ªdo de libros de los cuales recomendaba luego la lectura. ?Sabes?, al salir del serninario, siempre he tenido problemas para leer libros, porque mis padres eran obreros y no los ten¨ªamos. De este modo, mi educaci¨®n cultural fue totalmente visual: pel¨ªculas, much¨ªsimas (se dice que Martiri tiene 8.000 filmes archivados en su casa), televisi¨®n y teatro. Pero mi suerte es que me han ca¨ªdo en mano, siempre, los libros precisos. Kazantzakis escribe en la introducci¨®n a La ¨²ltima tentaci¨®n: "No he participado jam¨¢s del doloroso viaje de Cristo en el G¨®lgota con tanto sufr¨ªmiento, no he comprendido jam¨¢s su vida y su pasi¨®n con tanta implicaci¨®n y amorcomo durante los d¨ªas y noches en los que he escrito La ¨²ltima tentaci¨®n. Mientras escribo esta relaci¨®n entre la angustia y la gran esperanza de la humanidad estoy tan conmovido que mis ojos se hallan ba?ados de l¨¢grimas. Pero he sentido la sangre de Cristo caer gota a gota en mi,coraz¨®n con gran dolor y con gran dulzura"..
?Por qu¨¦ no habr¨ªa debido realizar un filme con est¨¦ libro?
Copyright L'Espresso
Traducci¨®n:
Babelia
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