Bergam¨ªn, encuentro desde la distancia
Un aniversario, todo aniversario, es siempre ambivalente: sirve de recuerdo, pero tambi¨¦n de pretexto. Gran parte de la historia intelectual se hace o rehace desde esta dualidad nost¨¢lgica o cr¨ªtica. El personaje, sobre todo si es complejo, ayuda a que la conmemoraci¨®n revisi¨®n sean f¨¦rtiles; y, en fin, su contexto hist¨®rico completa el marco para el entendimiento global.Desde la distancia generacional he tenido con Jos¨¦ Bergam¨ªn, gran poeta rebelde, complejo y contradictorio, inmerso en todos nuestros conflictos pol¨ªticas de nuestro siglo, varios encuentros en distintas situaciones y lugares. Poes¨ªa y pol¨ªtica suelen hermanarse s¨®lo en la utop¨ªa y poco en la pr¨¢ctica, pero poetas y pol¨ªticos, aun sin quererlo, est¨¢n condenados a conllevarse o a coincidir en las situaciones de rebeld¨ªa o de protesta. En cierto modo, desde los or¨ªgenes rom¨¢nticos hasta el auge triunfalista y avasallador de la tecnocracia, un pol¨ªtico era, en el fondo, un poeta frustrado o solapado, y un poeta, un pol¨ªtico anticipador.
Mi primer encuentro, y mi conocimiento personal, con Bergam¨ªn fue en el Madrid de los sesenta: de los planes de desarrollo, del turismo, del mito de Europa, de los proyectos sucesorios reales, de los estados de excepci¨®n. Para nuestra generaci¨®n universitaria, y contestataria, Bergam¨ªn y Alberti, Guill¨¦n y Salinas, Cernuda y Juan Ram¨®n, Prados y, sobre todo, Le¨®n Felipe eran, entre los vivientes fuera, los poetas malditos y trasterrados. Poetas a los que se les hab¨ªa aplicado, y sin formalidades, la vieja sanci¨®n ateniense del ostracismo. Bergam¨ªn rompe unilateralmente su exilio, pero su fidelidad constante y contradictoria de afirmaci¨®n y negaci¨®n radicales, su rechazo frontal a Ia complacencia escapista o al ¨²til silencio le llevan nuevamente a la protesta. Rebeli¨®n, m¨¢s que protesta que caracteriz¨® su vida y su obra. Y de la protesta al nuevo exilio. Bergam¨ªn, en efecto, pondr¨¢ su firma en un documento contra la tortura y por ser el primero o de los primeros firmantes ser¨¢ amenazado. Con la ayuda generosa de la Embajada uruguaya, unos cuantos amigos -Enrique Tierno, Aurora de Albornoz, Mercedes G¨®mez-Pablos, Rafael Lorente, Jos¨¦ Antonio Novais, Jorge Enjuto- enviamos a Bergam¨ªn, muy ligero de equipaje, de nuevo al exilio salvador. Mi segundo encuentro fue en Par¨ªs. Su amigo Malra¨²x le hab¨ªa conseguido una modesta beca-pensi¨®n en un lugar algo menos que discreto, pero al menos viv¨ªa: austeramente, pero con libertad. Jorge Enjuto y yo, en conspiraciones con exiliados, le visitamos una tarde gris, y tal vez jueves lluvioso, recordando a C¨¦sar Vallejo. Ironiz¨® c¨¢usticamente sobre los intelectuales y el poder; no se qued¨® ni recuerdo cr¨ªticas especiales a sus amigos / enemigos: ni siquiera cit¨® a Fraga. s¨ª, en cambio, percibimos que en aquel hotelito sombr¨ªo se sent¨ªa jubilado anticipadamente, y contra esto se rebelaba: no tanto por la austeridad, sino por su entendida jubilaci¨®n frustrante. Y conociendo su car¨¢cter, la rebeli¨®n no era algo extra?o.
Los encuentros posteriores ya no fueron personales, s¨®lo a distancia. Mi tercer encuentro, sin su presencia pero representado fraternal y po¨¦ticamente por Rafael Alberti, tuvo lugar en, Santander, en la sede de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo. Una de mis mayores satisfacciones como rector de esta universidad fue establecer los premios Pedro Salinas, Giner de los R¨ªos, Blas Cabrera y Alfonso Castelao. Creo que as¨ª, acad¨¦micamente, inici¨¢bamos un pluralismo real y una obligada reconciliaci¨®n cultural, tomando como referencia unos nombres que desde la poes¨ªa o la educaci¨®n, desde la ciencia o el ensayo, quisieron modernizar y secularizar nuestra vida intelectual. y social.
Premio simb¨®lico
Y este primer Premio Pedro Salinas, de poes¨ªa, se le otorg¨® a Bergam¨ªn y a Alberti, ex aequo. Bergam¨ªn recibi¨® as¨ª el primer premio, modesto pero simb¨®lico (y creo que el ¨²nico), de una universidad espa?ola: por su trayectoria po¨¦tica y ensay¨ªstica, por su creatividad estimulante. En Jos¨¦ Bergam¨ªn y en Rafael Alberti , como ha se?alado un cr¨ªtico, "la vanguardia fue verdaderamente otros poetas, gozosa y pol¨¦micamente, la modernidad, las limitaciones todas de la noci¨®n de juventud y el riesgo de la ruptura con toda forma recibida".
A comienzos de los ochenta, Mercedes G¨®mez-Pablos, musa-pintora del poeta, me pidi¨® que presentase en la galer¨ªa Orfila una cuidada edici¨®n de dibujos suyos y de poemas de Bergam¨ªn, siempre ayudado por Manuel Arroyo, aunque esperado, ya no pudo asistir personalmente. En las palabras que pronunci¨¦, al releerlas ahora para perge?ar estas notas, inconscientemente veo que eran ya una despedida: "Estrella solitaria que espera la mano de nieve; siempre joven poeta, que afirma y niega, desde los viejos y pol¨¦micos tiempos de Cruz y Raya y de la guerra civil, y que hoy, en uno de sus poemas, tomando a Fausto, reitera: 'Todo lo que es positivo es negativo primero'. Bergam¨ªn que construye y rompe moldes, como un diosero mexicano, debelador firme, por tierras antes de Am¨¦rica y Europa, y hoy, con nosotros, siempre austero, sereno y frondoso".
Por ¨²ltimo, mi encuentro con Bergam¨ªn ya muerto fue en Par¨ªs. Mercedes G¨®mez-Pablos y unos amigos franceses y espa?oles organizaron un discreto funeral en su iglesia del Barrio Latino. Junto a escritores y poetas, pintores y abates, y ancianas y elegantes damas francesas, Ravent¨®s y yo, embajadores de Espa?a en Par¨ªs y en la Unesco, le dimos un ¨²ltimo homenaje y recuerdo, m¨¢s personal que oficial.
Reencontrar al rebelde Bergamin de nuevo es siempre una aventura gratificante: es perdernos para encontrarnos. O como ¨¦l dice: "La luz nace de la sombra/ y por la sombra se muere. Nadie se encuentra a s¨ª mismo si primero no se pierde".
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