El desaf¨ªo del IRA
EL COMIENZO de una investigaci¨®n judicial en Gibraltar sobre la muerte de tres terroristas del IRA por especialistas de las fuerzas de seguridad brit¨¢nicas, hace ahora seis meses, y la sucesi¨®n de atentados y acciones violentas que han tenido lugar en las ¨²ltimas semanas, y que culminaron la semana pasada en la muerte en emboscada de otros tres terroristas republicanos, no evocan solamente el enquistamiento de un conflicto pol¨ªtico, sino los desaf¨ªos que plantean a las sociedades democr¨¢ticas contempor¨¢neas de este fin de siglo determinadas formas de violencia pol¨ªtica. Esos desaf¨ªos y, naturalmente, sus posibles respuestas.Dicho con todo respeto a unos y otros, lo que menos importa ya del conflicto del Ulster es la legitimidad de una reivindicaci¨®n hist¨®rica o la naturaleza de los desequilibrios sociales que mantuvieron viva la confrontaci¨®n durante tantos a?os para desembocar en el terrorismo duro de nuestros d¨ªas y en qu¨¦ puede derivar ese mismo conflicto en los a?os por venir. Quienes est¨¦n dispuestos a utilizar determinados m¨¦todos de acci¨®n no encontrar¨¢n un obst¨¢culo insalvable en la b¨²squeda de causas que justifiquen -a sus propios ojos- el recurso a m¨¦todos abominables. A ello se opone, desde la racionalidad ¨¦tica, la firme negativa a admitir que exista cualquier causa, por arraigada que est¨¦ en sectores de la poblaci¨®n, capaz de justificar esos m¨¦todos. Los problemas pol¨ªticos tienen soluci¨®n, en las sociedades democr¨¢ticas, desde la acci¨®n pol¨ªtica pac¨ªfica, incluyendo en ella, en determinados casos, la desobediencia civil. Y, complementariamente, la pr¨¢ctica del asesinato con fines pol¨ªticos no s¨®lo no acerca las soluciones, sino que las hace imposibles.
Pero el problema afecta tambi¨¦n a las respuestas. Lo que se dilucida en el proceso ahora abierto en Gibraltar es el derecho del Estado democr¨¢tico a practicar una pol¨ªtica basada en el principio de la ejecuci¨®n sumar¨ªsima de los delincuentes: la pol¨ªtica de tirar a matar. A fines de 1982, seis j¨®venes irlandeses desarmados fueron abatidos a tiros por agentes del Royal Ulster Constabulary (RUC), la polic¨ªa de Irlanda del Norte. El esc¨¢ndalo fue tan grande que el propio Gobierno de Londres orden¨® una investigaci¨®n interna para averiguar si en las filas del RUC exist¨ªa la consigna secreta de tirar a matar a todo sospechoso de estar relacionado con el IRA. El polic¨ªa encargado de la investigaci¨®n, John Stalker, subjefe de la polic¨ªa de Manchester, fue relevado, y finalmente expulsado del cuerpo, cuando, seg¨²n revelar¨ªa a?os despu¨¦s en un libro de memorias, estaba a punto de dar con la prueba definitiva que demostraba la existencia de esa consigna en la polic¨ªa del Ulster.
Las circunstancias de aquel caso han vuelto a primer plano con ocasi¨®n de lo ocurrido en marzo pasado en Gibraltar. Pero ahora la presi¨®n de los medios de comunicaci¨®n ha hecho que el asunto no se quede en una investigaci¨®n interna, sino que llegue a los tribunales de justicia. Es de justicia recordar que la televisi¨®n p¨²blica del Reino Unido jug¨® un papel decisivo en ese resultado, resistiendo fuertes presiones gubernamentales para que no se emitieran reportajes realizados en el mismo Gibraltar y en los que algunos testigos aseguraban que los terroristas abatidos no s¨®lo no iban armados, sino que se dispon¨ªan a entregarse, brazos en alto, cuando fueron abatidos.
De ah¨ª la importancia del juicio que se anuncia, por m¨¢s que determinados sectores jur¨ªdicos y de opini¨®n brit¨¢nicos hayan mostrado su escepticismo ante las prerrogativas de los agentes del SAS (Special Air Service) que efectuaron los disparos, y que podr¨ªan negarse a declarar alegando motivos de seguridad. En cualquier caso, la mera apertura de la investigaci¨®n judicial en un caso de esta naturaleza supone una importante derrota del Gobierno de Margaret Thatcher, justamente en el momento en que la muerte de otros tres activistas, en condiciones igualmente poco claras, en medio de la ¨²ltima ofensiva de los terroristas, ha vuelto a poner en primer plano una de las cuestiones capitales de las democracias contempor¨¢neas: la de si la defensa del sistema constitucional es compatible con la deliberada conculcaci¨®n de sus principios para combatir a sus enemigos. Concretamente, es la pol¨ªtica de tirar a matar impl¨ªcitamente defendida por Thatcher la que va a ser p¨²blicamente juzgada en Gibraltar. Pero tambi¨¦n la actitud moral de una parte importante (el 77%, seg¨²n una encuesta de Sunday Express) de la poblaci¨®n brit¨¢nica, que considera que contra los terroristas todo vale.
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