Europa, ?para qu¨¦?
Europa, ?para qu¨¦?Interpretando la oferta actual de ideas pol¨ªticas la respuesta ser¨ªa: Hacer Europa para hacer Europa. Pero esta respuesta es una tautolog¨ªa en la que Europa se convierte en un objeto sin finalidad, es decir, en un valor vac¨ªo. Todo el mundo puede recordar el fundamento original de la idea posb¨¦lica de Europa: unir Europa para "no hacer" la guerra nunca m¨¢s en la propia Europa. Pero ¨¦ste es un fundamento negativo: hacer para no hacer.
No existe, por tanto, una "teor¨ªa pol¨ªtica positiva de Europa".
Existe, sin embargo, una "teor¨ªa pol¨ªtica del mercado europeo". Codificada metodol¨®gicamente como "aproximaci¨®n funcional", esta teor¨ªa propone en primer lugar la integraci¨®n, econ¨®mica y posteriormente la pol¨ªtica ' manteniendo r¨ªgidamente separadas ambas fases y sin concretar nada respecto a la segunda. Incluso ¨¦ste es un fundamento negativo en cuanto que una no idea de la Europa pol¨ªtica constituye el significado de la acci¨®n de integraci¨®n econ¨®mica. Esto es una paradoja.
La paradoja puede resolverse individuando el objeto real de la aproximaci¨®n funcional. ?ste no sirve evidentemente para construir la Europa pol¨ªtica, sino para hacer posible la conservaci¨®n de los Estados nacionales europeos gracias a la propia Europa. Ning¨²n Estado europeo, de hecho, puede desarrollarse si no existe un r¨¦gimen de acuerdos que permita a cada Estado extender (y estabilizar) su propio mercado nacional. Si bien se mira, la CE consiste en una trama de mercados nacionales extensos fundada sobre el hecho de que los Gobiernos se ven obligados a ponerse de acuerdo sectorialmente entre ellos, porque ninguno dispone del tama?o y la fuerza pol¨ªtica necesarios para crearse (y consolidar) aut¨®nomamente un espacio de mercado con medios exclusivamente nacionales. Pero incluso ¨¦ste es un fundamento negativo.
La Europa pol¨ªtica, por consiguiente, es un mito que evidentemente ning¨²n Gobierno persigue. Pero la capacidad pol¨ªtica de los Estados de utilizar el r¨¦gimen europeo para hacer posible el desarrollo no conflictivo de sus econom¨ªas nacionales es una realidad. Esta realidad, sin embargo, tiene dos l¨ªmites estructurales.
Un sistema de mercado s¨®lo puede desarrollarse si se sostiene en la fuerza estrat¨¦gica (y en un consenso moral para el mantenimiento y ejercicio de la misma). Estados Unidos ha provisto a Europa de potencia a partir de la posguerra, incorpor¨¢ndola a su imperio y reforz¨¢ndola a fin de convertirla en estrat¨¦gicamente eficaz en la pol¨ªtica de enfrentamiento con el imperio sovi¨¦tico (por ejemplo, mediante el Plan Marshall y la OTAN). Ahora Estados Unidos est¨¢ perdiendo su, vocaci¨®n imperial y no puede seguir manteniendo el imperio. De hecho, est¨¢ renacionalizando sus objetivos como potencia global. La reciente ley comercial (Trade Bill), aprobada por el Congreso de Estados Unidos en agosto de 1988, constituye una primera se?al concreta de la firme intenci¨®n de infundir simetr¨ªa a los intercambios comerciales con Europa, poniendo por vez primera en pr¨¢ctica una pol¨ªtica de disuasi¨®n frente al proteccionismo europeo (y-japon¨¦s). Constituye, tal vez, incluso una primera declaraci¨®n de independencia de Europa respecto a Estados Unidos, puesta en pr¨¢ctica impl¨ªcitamente por los propios Estados Unidos. En s¨ªntesis, la potencia americana dejar¨¢ de ser el pilar estat¨¦gico y el engrudo de Europa, convirti¨¦ndose m¨¢s bien en un v¨ªnculo negativo objetivo para el desarrollo futuro de una Europa ya rica.
El segundo l¨ªmite estructural de la pr¨¢ctica pol¨ªtica del mercado europeo lo constituye el hecho de que ¨¦sta tan s¨®lo puede generar un sistema de equilibrios econ¨®micos descargando los desequilibrios en las estructuras asistenciales de los Estados individuales. En estos momentos, sin embargo, ning¨²n Estado europeo puede permitirse el Welfare State total (el Estado de Bienestar total) debido a la imposibilidad de mantener una estructura pol¨ªtica basada en el endeudamiento p¨²blico progresivo. Todos los Gobiernos, de hecho, lo est¨¢n destruyendo, o limitando, al tomar conciencia de tal imposibilidad. Este es, en realidad, el acontecimiento m¨¢s importante en el presente de Europa.
En s¨ªntesis, los dos pilares del equilibrio europeo de los ¨²ltimos 40 a?os -incorporaci¨®n al imperio norteamericano y el Estado asistencial- se han derrumbado. A partir de ahora, la construcci¨®n de una Europa pol¨ªtica no puede seguir siendo tan s¨®lo un mito, sino que se vislumbra como el ¨²nico instrumento pr¨¢ctico de salvaci¨®n de la propia Europa (incluso porque el mercado ¨²nico de 1992 m¨¢s bien acelerar¨¢ que resolver¨¢ los desequilibrios, haciendo imposible la plena realizaci¨®n de s¨ª mismo).
Programa pol¨ªtico
Todo esto implica la refundaci¨®n positiva de Europa en relaci¨®n al mundo y a su propia naturaleza pol¨ªtica interna.
La dimensi¨®n de Europa y de sus problemas es ya global. La soluci¨®n, por tanto, ha de ser necesariamente global. En este sentido, el programa pol¨ªtico europeo debe fundarse en los siguientes principios positivos.
Autonom¨ªa pol¨ªtica de Europa. Europa decide asuin¨ªr por s¨ª sola su propia defensa y la organizaci¨®n de los medios estrat¨¦gicos para velar por sus propios intereses globales. De hecho, este principio implica una declaraci¨®n de independencia respecto a EE UU. Este punto es extremadamente delicado en cuanto que la separaci¨®n entre Europa y Estados Unidos ha sido, y lo seguir¨¢ siendo durante mucho tiempo, el principal objetivo estrat¨¦gico de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En este sentido, la declaraci¨®n de autonom¨ªa europea debe prever simult¨¢neamente una nueva alianza inter pares con Estados Unidos, as¨ª como la creaci¨®n de un mercado com¨²n entre Europa y Estados Unidos (y Jap¨®n). Europa pacta con la URSS un rescate econ¨®mico de los pa¨ªses del Este ocupados. Elabora una pol¨ªtica de relaciones econ¨®micas privilegiadas con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, condicionada a su progresiva adaptaci¨®n a los criterios de los reg¨ªmenes democr¨¢ticos de Occidente.
El principio de la responsabilidad global de Europa. Europa declara su propia responsabilidad respecto al mundo elaborando un c¨®digo de conducta basado en los siguientes puntos: 1. Compromiso directo en la soluci¨®n de los conflictos regionales del planeta y control de la proliferaci¨®n nuclear; 2. tutela de los derechos civiles de la poblaci¨®n mundial con medios positivos (ayuda) y negativos (disuasi¨®n contra los reg¨ªmenes autoritarios); 3. tutela econ¨®mica de las ¨¢reas regionales m¨¢s subdesarrolladas del planeta en colaboraci¨®n con las Naciones Unidas; 4. organizaci¨®n de un programa global para el control de la ecolog¨ªa del planeta ligado a 5. un programa para la creaci¨®n y distribuci¨®n mundial con costos limitados de los nuevos sistemas tecnol¨®gicos para la producci¨®n de energ¨ªa renovable; 6. creaci¨®n de un sistema universitario mundial (con el prop¨®sito de elevar y de integrar el nivel de conocimientos); 7. organizaci¨®n de un programa para la utilizaci¨®n industrial del espacio extraterrestre abierto a todos los pa¨ªses del mundo (con el objetivo de compartir globalmente la nueva frontera de la tecnolog¨ªa).
Contrato social positivo. La Europa unida funda su propia arquitectura interna integrada sobre el principio del m¨¢ximo desarrollo del individuo. Para cada ciudadano de Europa quedar¨¢ sancionado el derecho, pero tambi¨¦n el deber de desarrollar al m¨¢ximo su propia capacidad. La autoridad p¨²blica europea pone esto en pr¨¢ctica definiendo para cada individuo una inversi¨®n econ¨®mica inicial (directa e. indirecta en forma de servicios) muy alta e igual pra todos; por otra parte sanciona el estado del deber al m¨¢ximo desarrollo individual reduciendo al m¨ªnimo esencial la estructura asistencial para el per¨ªodo maduro y activo de la vida de los individuos. Este tipo de contrato social se funda en la integraci¨®n de la doctrina liberista con la solidarista: la autoridad p¨²blica crea garant¨ªas concretas, bien personales, bien estructurales, que permitan al individuo adquirir y desarrollar de forma continuada la capacidad necesaria para obtener una autonom¨ªa suficiente dentro de los l¨ªmites precisos de la competencia p¨²blica en lo que se refiere a la intervenci¨®n asistencial. Este modelo de neocapitafismo socialmente difuso est¨¢ en condiciones de integrar los requisitos de creacion de la riqueza con los de distribuci¨®n de la riqueza mucho mejor que el r¨¦gimen socioecon¨®mico norteamericano, por un lado, y las diversas variantes del estatalismo econ¨®mico por el otro.
?Europa para qu¨¦, entonces?
1. Para resolver la bipolaridad e integrar el Norte del mundo; 2. para incrementar la creaci¨®n global de los recursos mediante un modelo social capaz de hacer sin¨¦rgico el sistema de las garant¨ªas con el del desarrollo capitalista; 3. para proyectar los nuevos recursos hacia el Sur del mundo, integr¨¢ndolo con el Norte y creando as¨ª una din¨¢mica vertical de desarrollo global que haga rec¨ªprocamente generadora, y no conflictiva como hasta ahora, la perspectiva de las relaciones entre el Norte y el Sur.
Tanto el m¨¦todo funcional de construir Europa mediante procesos econ¨®micos privados de un modelo pol¨ªtico como el abstractismo vac¨ªo de los que persiguen la unificaci¨®n como valor en s¨ª mismo sin referencia a un proyecto para el mundo hacen que la idea de Europa siga siendo una utop¨ªa. La realizaci¨®n de Europa es posible s¨ª tiene como gu¨ªa un principio positivo de unificaci¨®n de los recursos, tanto para el pirop¨ªo desarrollo como para el desarrollo del mundo.
Europa ?para qu¨¦? No para perseguir una utop¨ªa, sino para realizar Eutop¨ªa.
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