De las lenguas del Estado

Le agradecer¨ªa que hiciese aparecer en su diario esta carta sencillamente porque -creo- lo que expongo en ella es de inter¨¦s para bastantes miles de ciudadanos de este Estado.La idea parte de lo que en principio s¨®lo ser¨ªa una an¨¦cdota. Resulta que, viviendo ahora en Sevilla, hace unos d¨ªas decid¨ª comprar un diccionario de castellano-catal¨¢n para escribir a unos amigos valencianos en su propia lengua sin incorrecciones l¨¦xicas. Y ah¨ª empez¨® mi peregrinaje por librer¨ªas y grandes almacenes de toda la ciudad. Diccionarios de ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, italiano, ¨¢rabe, ruso y hasta fin¨¦s aparec¨ªan en las estanter¨ªas, pero de catal¨¢n nada. O sea que, por mucho que lo intent¨¦, me qued¨¦ con las ganas. Gram¨¢ticas, m¨¦todos, cintas y discos de todo excepto de las otras lenguas del Estado. ?Es que no son importantes? ?Es que estos idiomas, patrimonio de todos seg¨²n la propia Constituci¨®n, o se aprenden por ciencia infusa o no se aprenden? Pero es que hace unos meses intent¨¦ comprar en Valencia una gram¨¢tica de euskera con exactamente el mismo resultado.

Con el derecho que pienso me otorga ser ciudadano espa?ol reivindico las m¨ªnimas facilidades para, aunque sea por mi propia cuenta, poder estudiar en cualquier ciudad espa?ola cualquier lengua del Estado.

Y m¨¢s a¨²n, se me ocurre una idea: ?por qu¨¦ no un Digui digui en vez de un Follow me o Avec plaisir -o adem¨¢s de ¨¦stos-, o un programa de gallego o de euskera en Televisi¨®n Espa?ola? ?Ser¨ªa esto tan descabellado? ?o es que no es rentable?.-