La postraci¨®n del detenido
Cuando se presenta una denuncia contra funcionarios, el Gobierno de turno calla y espera. Si el juez abre un sumario, los pol¨ªticos se abstienen "porque el asunto est¨¢ sub iudice". Si hay procesados, el portavoz oficial nos recordar¨¢ que gozan "tambi¨¦n" de la presunci¨®n de inocencia. Si son condenados, el Gobierno se felicitar¨¢ de que funcione el Estado de derecho. Ni antes ni despu¨¦s se depurar¨¢n las responsabilidades p¨²blicas correspondientes.
La corrupci¨®n y los cr¨ªmenes cometidos al amparo del poder no reciben todav¨ªa una respuesta pol¨ªtica. Cuando no hay proceso judicial, no se reconocer¨¢ nunca su existencia; cuando lo hay, el asunto quedar¨¢ relegado a este aspecto jurisdiccional. Esto contribuye al inter¨¦s de los medios y de la opini¨®n p¨²blica por los procesos en que se ven imbricadas responsabilidades pol¨ªticas. La delegaci¨®n que se hace desde el ¨¢mbito pol¨ªtico al judicial, cuando hay que solventar esas cuestiones, ha contribuido al curioso fen¨®meno de una Prensa centrada cada vez m¨¢s en la casu¨ªstica forense, donde es m¨¢s importante y apasionante leer lo que declar¨® este confidente o aquel polic¨ªa que cualquiera de los pl¨²mbeos discursos de las 12 tomas de posesi¨®n o de la sesi¨®n parlamentaria del d¨ªa anterior.La decisi¨®n judicial que recae en estos casos tienen siempre un matiz absolutorio no escrito. Aunque condene a los acusados, esa condena se presenta como verdad revelada (la sentencia es la ley del caso concreto), y lo ser¨¢ no s¨®lo en cuanto a su contenido, sino tambi¨¦n en cuanto a su dimensi¨®n: todo lo que ella no alcance se ver¨¢ libre de reproche. La sentencia del caso el Nani es un claro ejemplo de esto: bajo una apariencia rigurosa y totalizadora produce un efecto de reducci¨®n. No s¨®lo los cuatro polic¨ªas no condenados -y otros compa?eros suyos- se han visto aliviados; todos los representantes del Gobierno han destacado en sus declaraciones c¨®mo esta sentencia "se?alaba responsabilidades penales", las cuales ser¨ªan "una responsabilidad de personas concretas". Verdaderamente, los comentarios no habr¨ªan sido de diferente tono si se hubiera producido una sentencia absolutoria. Lo que se necesitaba era una sentencia para clasificar el asunto entre los anales judiciales.
Los propios magistrados que la firman se prestan a la interpretaci¨®n oficial, cuando en los fundamentos de su resoluci¨®n aclaran que en la misma s¨®lo se juzga el comportarniento de los funcionarios procesados "sin mayor extensi¨®n ni generalizaci¨®n". Nadie lo duda. Sin embargo, todos miran a los lados o hacia arriba y no es casualidad si el calificativo m¨¢s o¨ªdo en estos d¨ªas es el de sentencia ejemplar.- efectivamente, lo es, pero no por lo bien redactada que est¨¢, sino porque, aunque no lo pretenda, implica un juicio de valor sobre otras conductas ajenas al proceso.
La realidad es que con la transferencia de ciertas funciones de depuraci¨®n a los tribunales, los pol¨ªticos; est¨¢n agobiando a una clase judicial que no estaba predispuesta a ello. Los pocos casos de corrupci¨®n que llegan a instancias judiciales est¨¢n ya muy podridos. Los jueces no tienen forma de reparar el perjuicio causado: ni el concreto de las v¨ªctimas ni el general de la sociedad. Tampoco tienen competencias para exigir responsabilidades pol¨ªticas. Sobre todo cuando al ministro que todos se?alaban se le dota de una nueva cartera ministerial, forrada con una protecci¨®n especial que se llama fuero. Aunque esto no ser¨ªa sino la an¨¦cdota de la historia, ya que el juicio que la conducta de un ministro est¨¢ reclamando no es un juicio de responsabilidad jur¨ªdico-penal.Fuga
Hay una responsabilidad exigible al margen del proceso y que la sentencia, lejos de cubrir, precisa y reclama. Ya no hay hip¨®tesis de fuga del detenido, ni simples presunciones, ni desconocimiento de lo sucedido. Ahora hay oficialmente varios torturados y un desaparecido en las mism¨ªsimas dependencias policiales. Alguien tendr¨ªa que explicar ya por qu¨¦ los jueces han podido llegar, con todas sus limitaciones materiales, a averiguar estos hechos, mientras que el Gobierno ha sido incapaz durante cinco a?os de llevar a cabo por dentro la misma investigaci¨®n. Y aun aceptando esta incapacidad, tampoco se entiende por qu¨¦ raz¨®n esa investigaci¨®n no se nos ha anunciado ahora, ya que la sentencia no termina de explicarnos lo sucedido con el Nani aquella noche en la Puerta del Sol: nos cuenta que "le hicieron objeto de una serie de quebrantos f¨ªsicos y ps¨ªquicos", y m¨¢s adelante, que, para ocultar su estado, decidieron "Ilevarse al Nani sin contar con su voluntad" y aparentar que se les hab¨ªa fugado. Dos preguntas se derivan de este relato: ?cu¨¢l era el estado del detenido que se quer¨ªa ocultar? ?No se cont¨® con su voluntad por una bellaquer¨ªa m¨¢s, o porque esa voluntad hab¨ªa dejado de existir para siempre? La respuesta es muy uniforme, en un muestreo de ciudadanos comprendidos entre todas las edades, condiciones y creencias. Pero aqu¨ª no valen las encuestas, y el Gobierno tiene que dar una explicaci¨®n completa con urgencia. Si no es capaz de articularla, es que hay una l¨ªnea de mando, que va desde el despacho del comisario jefe de la Polic¨ªa Judicial y llega hasta arriba del todo, que no nos sirve.
La asepsia del texto de la sentencia puede convenir muy bien a los t¨¦rminos de su fallo, pero no cuenta toda la verdad, porque no es su cometido. El Estado de derecho ha funcionado bien en este caso, por lo que respecta a uno de sus poderes. Los representantes de los otros no deber¨ªan dejar de leer la sentencia, para cumplir luego con su parte. Tampoco deber¨ªan dejar de leerla los ciudadanos. Al recorrer su prosa comedida y fr¨ªa, ir¨ªan poco a poco acumulando una sensaci¨®n especial. Pasar¨ªan de los "quebrantos" de Corella al "intenso interrogatorio, con creciente actividad agresiva" que padeci¨® ?ngel Manzano. Leer¨ªan el repertorio de sufrimientos aplicados hasta que -dice la sentencia- "en hora no precisada de la madrugada del 12 al 13 de noviembre, se derrumba ?ngel Manzano y cae en absoluta postraci¨®n".
Desde la c¨¢rcel donde est¨¢ ingresado, tras entregarse voluntariamente para declarar en este juicio, Manzano tambi¨¦n quiere que el Gobierno le diga si la postraci¨®n del Nani fue, adem¨¢s de absoluta, definitiva.
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