El aire del aire de un crimen
Acerca de la relaci¨®n entre la obra literaria y su traslaci¨®n al celuloide -asunto al que Vicente Molina Foix ha dedicado muchas horas de estudio y breves pero intensos momentos de perplejidad con los que, al igual que Zasu Pitts, ha elaborado sus mejores textos- nunca he querido saber nada. No es que tal falta de inter¨¦s se apoye exclusivamente en mi escasa afici¨®n al cinemat¨®grafo, que no me permite ver m¨¢s de la mitad de media docena de pel¨ªculas al a?o, sino que procede de convicciones disciplinarias elegidas y conservadas con cierto esmero. Siendo dos entidades diferentes que, cada cual en su campo, aspiran a la perfecci¨®n y originalidad, su vinculaci¨®n implica un grado de servidumbre de una hacia otra y, por tanto, un cierto rebajamiento de aquellas pretensiones. Si, por lo general, la obra literaria es cronol¨®gicamente anterior a la cinematogr¨¢fica, en principio la originalidad estar¨¢ de su parte. Si, por otra, la pel¨ªcula exige una movilizaci¨®n de recursos y un concurso de artes mucho m¨¢s complejos que los de la novela, su perfecci¨®n ser¨¢ tambi¨¦n m¨¢s dificil de alcanzar. As¨ª pues, si se cotejan dos realizaciones -una literaria y otra cinematogr¨¢fica- con el mismo t¨ªtulo, cabe esperar que la comparaci¨®n, que no s¨¦ c¨®mo se puedehacer, favorecer¨¢ a la primera. Raz¨®n por la cual los realizadores prefieren hacer uso de guiones originales o novelas mediocres que no impongan previamente un presunto nivel que ni ellos ni?smos, al empezar a rodar, saben si podr¨¢n alcanzar. S¨®lo unos cuantos monstruos, como Huston, y con frecuencia al final de su carrera, se atreven a llevar a la pantalla la obra maestra que les ha atormentado durante toda su vida.
Desconfiar de la fidelidad
Puestas as¨ª las cosas, siempre he eludido la remisi¨®n a la obra referente para calibrar los aciertos o los fallos de la obra referida. Son cosas diferentes, y la posible coincidencia de una y otra no a?ade nada a una ni a otra. La fidelidad de la segunda hacia la primera es poco aconsejable; hay que desconfiar de la fidelidad o, mejor, ser consciente y constantemente infiel a la fidelidad. Cuando la pel¨ªcula sale perfecta, como es el caso de The dead, no siento la menor necesidad de verificar la coincidencia, y si la curiosidad me lleva a ello ser¨¢ para comprobar que son precisamente las diferencias con el texto original los verdaderos agentes de su perfecci¨®n. La perfecci¨®n es siempre original.Si durante la proyecci¨®n de la pel¨ªcula, el espectador recuerda (no que se acuerde de ella) la novela en que se basa, malo. Es se?al de que le da tiempo a reflexionar. Si la pel¨ªcula es buena, el espectador no tiene tiempo para nada, s¨®lo para verla. La cabeza est¨¢ plenamente ocupada, no tiene espacio ni tiempo para recordar. Es como tratar de leer al tiempo que se escucha un cuarteto de.Schubert; eso se puede hacer con una sinfon¨ªa de Mahler, pero no con una pieza de c¨¢mara de Franz. Cada cosa a su tiempo, como dec¨ªa Jack Ketch, el verdugo, cuando maniataba al reo. Y ocurri¨® lo que ten¨ªa que ocurrir: durante la proyecci¨®n de El aire de un crimen, de Antonio Isasi, no tuve tiempo de recordar nada de lo que yo hab¨ªa escrito con el mismo t¨ªtulo hace ocho a?os.
Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro ya hab¨ªa realizado para TVE un breve relato que en su d¨ªa me dej¨® bastante perplejo. Es el mejor s¨ªntoma; un asombro semejante al que, guardando las distancias, debe embargar al investigador de laboratorio cuando comprueba que la naturaleza confirma su descubrimiento. Debo decir que -en general para el malestar de algunos lectores- he dedicado m¨¢s tiempo del necesario a definir el paisaje, o algunos paisajes, con la palabra escrita. En ocasiones me empe?¨¦ en hacerlo de la manera que yo cre¨ªa m¨¢s exacta o rigurosa siempre la m¨¢s econ¨®mica. p¨¢rrafo que requiere un esf¨²( de varias horas y la fusi¨®n de rias actividades muy diferente unas cuantas palabras es sup tado sin m¨¢s ni m¨¢s por una a tada toma de unas fraccione minuto. Afortunadamente, c refugiarse en la inmiscibilida( los g¨¦neros para consolarse d superioridad de la c¨¢mara s( el diccionario y la gram¨¢tica aire de una regi¨®n que cabal te nunca sabr¨¦ d¨®nde est c¨®mo es se respira de golpe una sierra al fondo, una carre tortuosa y un monte bajo en mer plano.
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