El sindrome del "narcod¨®lar"
El fuerte aumento de la demanda de droga en los pa¨ªses consumidores, unido a la crisis econ¨®mica' de los pa¨ªses productores, ha permitido el florecimiento del tr¨¢fico ilegal, en un escenario de violencia social. El verdadero campo de acci¨®n de los narcotraficantes, dice el autor, est¨¢ en la informalidad del mercado financiero y la necesidad de divisas de los pa¨ªses en los que operan.
En una reciente encuesta publicada por el semanario norteamericano Time, el 75% de los interrogados se mostr¨® favorable a un incremento de los impuestos para financiar la guerra antinarc¨®ticos. Los candidatos George Bush y Michael Dukakis rivalizan en dureza ante el problema p¨²blico n¨²mero uno, como lo califica la mayor¨ªa de? electorado de Estados Unidos. El porcentaje de los ciudadanos favorables a la legalizaci¨®n ha descendido marcadamente en la presente d¨¦cada. Hoy, los pol¨ªticos liberales escogen con preferencia el problema de las drogas como el medio m¨¢s efectivo para demostrar su resoluci¨®n y sus credenciales en materia de mantenimiento del orden p¨²blico. Michael Dukakis aventaja en tres puntos a Bush en cuanto a las expectativas de eficiencia en la lucha contra las drogas. El senador dem¨®crata por Massachusetts John Kerry, presidente del subcomit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado contra los narc¨®ticos y el terrorismo y asesor de Dukakis en esta materia, es uno de los principales defensores de la posici¨®n de que EEUU debe "convencer a los Gobiernos cuyas econom¨ªas dependen de la droga que les conviene colaborar". Kerry enfatiza que "debemos emplear todos los medios econ¨®micos, diplom¨¢ticos y hasta militares que tengamos a nuestro alcance para subrayar que las drogas il¨ªcitas amenazan nuestra seguridad nacional". Las sanciones econ¨®micas a los pa¨ªses que se nieguen a seguir los dictados de Washington parecen ganar prestigio a medida que avanza la actual campa?a electoral.La Administraci¨®n de Reagan envi¨® en febrero de este a?o al entonces secretario de Justicia, Edwin Meese, a una gira por Per¨² y Bolivia para promover en estos pa¨ªses el uso del poderoso herbicida conocido como spike contra los cultivos de coca. El proyecto se ha visto detenido por la reacci¨®n de amplios sectores sociales que denunciaron el alt¨ªsimo coste ecol¨®gico que este producto tendr¨ªa en la ya muy depredada Amazonia.
Las tendencias prohibicionistas en EE UU y Europa, el nuevo gran objetivo de los traficantes de coca¨ªna, reflejan con claridad la desinformaci¨®n que rodea aspectos fundamentales del problema. La revista de la agencia antinarc¨®tico norteamericana, Drug Enforcement Administration (DEA), por una parte justifica su papel de intervenci¨®n en Am¨¦rica Latina con motivo de la lucha contra la narcoguervilla: "Aunque la lucha contra el terrorismo no es nuestro objetivo prioritario, estamos profundamente implicados en ella por las amenazas que sus actividades hacen pesar sobre EE UU". Pero por otra, cuando se trata de financiar a la contra nicarag¨²ense, la CIA no duda mucho en utilizar los servicios de los narcotraficantes, como lo demuestra el asunto de Huanchaca en Bolivia (EL PA?S, 14 de septiembre).
'Blanqueo' de dinero
Se calcula que m¨¢s de 50.000 millones de d¨®lares -en su mayor¨ªa de transacciones de drogas- se blanquean anualmente a trav¨¦s de los bancos de EE UU y otros pa¨ªses. Las Bahamas, Panam¨¢ y otros para¨ªsos fiscales cuadruplicaron las cantidades recibidas entre 1980 y 1983, pero mayormente s¨®lo para transitar por all¨ª antes de dirigirse a EE UU. Los bancos, pulmones de las econom¨ªas liberales, son centrales en el proceso, como se?ala el senador Kerry, pero este hecho no impide que Washington intente priorizar sus esfuerzos fuera de sus fronteras, como si la fuente de sus problemas estuviera en las selvas suramericanas.
El otro punto con frecuencia soslayado es la dependencia de las precarias econom¨ªas andinas del d¨®lar, y como las divisas no se inventan, hay que encontrarlas donde sea. Breton Woods se encarg¨® de disolver cualquier expectativa de autarqu¨ªa monetaria fuera del sistema financiero occidental. El Gobierno de Alan Garc¨ªa en Per¨² ha experimentado crudamente esta realidad. Sus radicales posiciones frente al Fondo Monetario Internacional (FMI) le cerraron inexorablemente las fuentes de cr¨¦dito internacionales, y el pa¨ªs encuentra hoy que las divisas reales, es decir, las que no ingresan por los canales oficiales, exceden con mucho las divisas formales.
La dimensi¨®n exacta de la revoluci¨®n econ¨®mica de la coca¨ªna es dificil de calcular. Pero en Bolivia, Per¨² y Colombia, el tr¨¢fico de coca¨ªna ya es el principal factor de sus econom¨ªas nacionales. El monto de las exportaciones de coca¨ªna en los tres pa¨ªses supera el valor combinado de todas sus exportaciones l¨ªcitas. La deuda, la inflaci¨®n, la ca¨ªda de los precios de las exportaciones tradicionales y la evasi¨®n de capitales de la ¨²ltima d¨¦cada han permitido el florecimiento del narcotr¨¢fico, en medio de la violencia que provoca la crisis. Los narcos trabajan indiscriminadamente con los insurgentes y los contrainsurgentes. El jefe de Sendero Luminoso en Per¨², Abimael Guzm¨¢n, defendi¨® en una entrevista concedida despu¨¦s de 10 a?os de silencio y clandestinidad el derecho de los campesinos a cultivar coca y comerciarla libremente, lo que seg¨²n observadorers peruanos confirma que Sendero capta fondos a trav¨¦s de cupos que imponen a los narcos.Una derrota tras otra
No es sorprendente que la guerra contra la coca¨ªna haya sufrido una derrota tras otra. Europa, y especialmente Espa?a, se ve cada vez m¨¢s afectada por el problema al haberse triplicado en los ¨²ltimos tres a?os el ingreso de coca¨ªna al continente a trav¨¦s -en un 40%- de la Pen¨ªnsula. En los pa¨ªses productores de coca¨ªna la realidad econ¨®mica se organiza prescindiendo del Estado. En Jap¨®n, por ejemplo, la intermediaci¨®n financiera a trav¨¦s del sistema bancario establecido es de un 70% a un 80% sobre el dinero que circula, pero en Per¨² esta cifra no rebasa el 15%. La estatizaci¨®n de la banca peruana no ha modificado esta realidad. Los bancos peruanos, antes y despu¨¦s de su socializaci¨®n, han mantenido sus agencias en las zonas selv¨¢ticas donde circula el narcod¨®lar, que permite disponer al pa¨ªs de divisas que de otro modo ser¨ªan inalcanzables. Doscientos millones de d¨®lares de reserva neta negativa son raz¨®n suficiente para enfrentar a un Estado con esa dificil encrucijada entre la ¨¦tica y la realidad. El precio del d¨®lar negro ridiculiza cotidianamente las tasas cambiarias oficiales.
Las recetas hasta ahora impulsadas por los pa¨ªses desarrollados, propinas tercermundistas para sustituir cultivos, representan s¨®lo la quinta parte de las ganancias que rinde el negocio de la coca¨ªna. Las angustias y adicciones de los cocain¨®manos en los pa¨ªses consumidores no se diferencian en este sentido de la desesperaci¨®n, verdadero s¨ªndrome de abstinencia, de cualquier peque?o comprador de d¨®lares en un pa¨ªs productor.
As¨ª las cosas, es dif¨ªcil esperar equilibrios fiscales o narcotr¨¢fico que no prospere en medio de la ubicua informalidad financiera y el s¨¢lvese quien pueda general. Para los pa¨ªses andinos, los problemas del narcotr¨¢fico tienen su origen en la ?legalidad del mercado. La condena moral de algunas sustancias y no de otras revela que en este aspecto la moralidad parece ser el prejuicio de la mayor¨ªa. Pero la calidad moral de las leyes no puede ser juzgada por sus intenciones, sino, sobre todo, por sus efectos pr¨¢cticos.
Cuando las leyes que pretenden conservar valores morales generan mayores da?os de los que quieren remediar, es necesario reconsiderar sus fundamentos. Los pa¨ªses andinos productores de coca¨ªna se encuentran en la dificil disyuntiva de escoger entre obedecer a su poderoso vecino del Norte o minimizar internamente las consecuencias de un conflicto que est¨¢ muy por encima de sus posibilidades de control.
es periodista peruano.
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