Triunfar
Se nos ve ojerosos y taciturnos. Hay una somnolencia nacional que nos invade desde hace unos d¨ªas, como una plaga desconocida que cada noche viene de Se¨²l y acampa en la salita. Cuentan que las madrugadas ya no son oscuras y que, cuando se cierra el ¨²ltimo bar, el cielo luce la reverberaci¨®n g¨¦lida de millones de televisores reincidentes. Hay algo fantasmal en esas siluetas derrengadas por el sue?o escaso y atrapadas por la plaga de Se¨²l. Se trata de cuerpos recubiertos de pijama embobados ante el movimiento de los cuerpos del oro y de la gloria. A esas horas todos los mirones tienen cara de morgue. Asisten al espect¨¢culo de la velocidad con la densidad acumulada de los sillones de orejas, y de cuando en cuando un anuncio les recuerda que ah¨ª mismo, tal vez en el supermercado de la esquina, existe un agua, un banco, un coche o un cacao en polvo que ha sido pensado exclusivamente para triunfar.Nunca como en estos d¨ªas se habla tanto de triunfo. El ojo electr¨®nico se detiene en la pornograf¨ªa del ¨¦xito. Llena las madrugadas de dientes blanqu¨ªsimos y sudores dorados y apenas nos cubre el desgarro mental de aquellos otros condenados a correr siempre con un culo ajeno ante los ojos. Deber¨ªa existir una televisi¨®n de los derrotados. Una c¨¢mara que siguiera a los ¨²ltimos atletas hasta los vestuarios, que captara aquellas peque?as gotas saladas que se mezclan con las gotas dulc¨ªsimas de la ducha, que nos acercara el momento del atleta sin medalla ante el espejo y que nos lo sirviera vestido de calle, con ese disfraz de peat¨®n que tan mal suele caer a los centauros. Tal vez as¨ª esas madrugadas coreanas labradas con el esfuerzo de los despertadores perder¨ªan ese tono de cuento de terror que da tanto m¨²sculo lanzado y tanto sufrimiento en las facciones de los triunfadores. No es pedir mucho. Poco a poco nos ir¨ªa embargando el sopor de las conciencias tranquilas. Dormir¨ªamos como beb¨¦s con el arrullo lejano de los himnos y saldr¨ªamos a la calle convencidos de que el pijama es algo tan heroico como un ch¨¢ndal.
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