No les hagamos propaganda
La historia se repite una y otra vez. Cuando ETA, por las razones que fuese, lleva cierto tiempo sin actuar, empiezan las especulaciones e interpretaciones sobre los posibles motivos que explicar¨¢n su actitud. As¨ª, se empieza a hablar de nuevas posibilidades de di¨¢logo y negociaci¨®n, de contactos que se habr¨ªan producido o se podr¨ªan producir en el futuro, los posibles protagonistas y las materias que podr¨ªan ser objeto de negociaci¨®n.Basta con que un medio ofrezca una noticia de dicho tenor para que todo el resto de los medios de comunicaci¨®n empiecen a hacerse eco de la misma. A su vez se recogen las reacciones de los l¨ªderes pol¨ªticos acerca de dicha informaci¨®n y los comentaristas pol¨ªticos escriben sus habituales columnas hablando tambi¨¦n del tema. Como no pod¨ªa ser de otra forma, alg¨²n dirigente de HB tambi¨¦n entra en escena record¨¢ndonos que, por supuesto, ETA est¨¢ dispuesta a aceptar la tregua y a negociar.
De esta forma se crean expectativas en la opini¨®n p¨²blica, pero estas expectativas se vienen abajo cuando ETA, a trav¨¦s de nuevos atentados, viene a desmentir a todos record¨¢ndonos en su habitual reivindicaci¨®n que todo sigue igual, que su oferta de tregua y negociaci¨®n sigue en pie y que, en tanto no se acepten sus condiciones, "todos los frentes de intervenci¨®n siguen abiertos". Mientras tanto, quienes hab¨ªan estado creando expectativas reaccionan con duras manifestaciones de condena, se?alando que con ETA as¨ª no se puede dialogar ni negociar.
Si en toda esta historia no se produjeran hechos dram¨¢ticos, hasta podr¨ªa resultar divertido, pero a veces cuesta creer c¨®mo a estas alturas se sigue una y otra vez cometiendo el mismo error. Porque consciente o inconscientemente, con atentados o sin ellos, ETA termina constituy¨¦ndose en el protagonista principal cuando las preocupaciones fundamentales de la ciudadan¨ªa no van por ah¨ª. Al final parec¨® como si todos nos convirti¨¦ramos en propagandistas de ETA, y hasta a veces a uno le surge la pregunta de si dicho tema no es utilizado en ocasiones como coartada para encubrir la incapacidad para abordar otros problemas tan importantes o m¨¢s que el de la violencia.
Todo lo se?alado, en tanto crea confusi¨®n en la opini¨®n p¨²blica y resulta desmovilizador, es a todas luces negativo. De ah¨ª la necesidad de abordar esta cuesti¨®n desde los criterios en la m¨¢xima discreci¨®n, prudencia y rigor.
No es a trav¨¦s de la especulaci¨®n como vamos a contribuir m¨¢s y mejor a resolver el problema. Es in¨²til que sigamos realizando esfuerzos por encontrar una explicaci¨®n racional a lo que ETA hace o deje de hacer. ETA pide en las elecciones el voto para HB, es decir, para que respalden su programa y sus m¨¦todos de acci¨®n. Este partido obtiene aproximadamente el 16% de los votos de los vascos. S¨®lo este dato les debiera llevar a reconsiderar su postura. Pero no: interpretan que, aunque no sea por los votos que reciben, son ellos los que representan verdaderamente las aspiraciones de la mayor¨ªa de los vascos. Funcionan con otro tipo de claves, ajenos a los principios democr¨¢ticos, y ah¨ª reside el problema.
Firmeza
A pesar de la aparente complejidad del tema, resulta as¨ª de sencillo: el acuerdo para la normalizaci¨®n y pacificaci¨®n de Euskadi suscrito por los partidos democr¨¢ticos vascos sit¨²a con claridad el marco para la resoluci¨®n del problema de la violencia. Ah¨ª es donde est¨¢ contenida la ¨²nica oferta real y democr¨¢tica de di¨¢logo y negociaci¨®n. Oferta que cuenta con el respaldo de la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos vascos. Y punto.
A partir de ah¨ª, ETA debe enterarse de una vez de que los partidos pol¨ªticos no vacilamos, sino que actuamos con firmeza, coherencia y responsabilidad. Hay que recordarles una y otra vez que cuanto por m¨¢s tiempo persista en su actitud, m¨¢s dif¨ªcil va a ser la salida para ellos.
De forma que mientras sigan en lo mismo hay poco que hablar de ETA. Conocen la oferta de quienes ostentan la legitimidad democr¨¢tica. Los l¨ªmites de la negociaci¨®n est¨¢n claros en el acuerdo, y mientras no reconsidere su posici¨®n dicha negociaci¨®n no es posible.
La actividad de ETA y los objetivos que persigue poco o nada tienen que ver con lo que son las preocupaciones de la sociedad vasca. La crisis econ¨®mica y los problemas sociales reclaman una respuesta m¨¢s decidida por parte de todos los sectores sociales y los poderes p¨²blicos.
Porque Euskadi, con ETA o sin ETA, o a pesar de ETA, tiene que resolver, adem¨¢s de dicho problema, otros, como son el del desarrollo de su r¨¦gimen de autogobierno, afrontar la crisis econ¨®mica y los grandes problemas sociales que nos afectan. ?sta es nuestra responsabilidad.
es diputado de Euskadiko Ezkerra en el Parlamento vasco.
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