Lejos de los extremismos
La drogodependencia es un fen¨®meno individual y tambi¨¦n social, pues afecta negativamente a la convivencia y a la salud p¨²blica. La permisividad frente a ella, afirma el autor de este art¨ªculo, tiene un l¨ªmite: la libertad de los dem¨¢s.
En su formulaci¨®n extrema, la posici¨®n permisiva lleva a un liberalismo salvaje que hoy es tan dif¨ªcil de aceptar, por razones ¨¦ticas y pragm¨¢ticas, como el paradigma represivo. En primer lugar, la libertad del drogodependiente ha de respetarse, sin duda, pero con dos limitaciones universalmente reconocidas: la libertad que parad¨®jicamente lleva a anular la libertad y la libertad de los dem¨¢s. En la espiral de la dependencia progresiva no existe libertad, sino, como dice la propia expresi¨®n, dependencia; por ello dif¨ªcilmente puede invocarse sin contradicci¨®n el derecho a la libertad. Por otro lado, la libertad de un individuo ha de restringirse all¨ª donde atente contra la libertad de los dem¨¢s; la drogodependencia no es s¨®lo un fen¨®meno individual, sino tambi¨¦n social, y afecta negativamente a la salud p¨²blica, a la convivencia y a la participaci¨®n en la construcci¨®n de una sociedad mejor; por ello la sociedad est¨¢ legitimada para intentar reducir estos efectos negativos y, sobre todo, para no facilitar su expansi¨®n.En segundo lugar, hay que analizar con cuidado las caracter¨ªsticas y rasgos que definen la drogodependencia. Se trata de un comportamiento inadaptativo, que literalmente saca de quicio al sujeto consumidor. Uno de sus rasgos distintivos es el estrechamiento del horizonte vital, en cuanto que reduce la capacidad para evaluar la relaci¨®n medios-fines y enmascara las consecuencias a medio y largo plazo; por eso la droga funciona como mecanismo pseudoadaptativo, aparentemente adecuado para afrontar las situaciones de estr¨¦s o las demandas de placer inmediato. En realidad, el abuso de drogas introduce al sujeto consumidor en una espiral de comportamientos que resulta casi siempre devastadora; los fen¨®menos de dependencia ps¨ªquica y f¨ªsica y de tolerancia se conjugan para producir una repetici¨®n de comportamientos conducentes a la droga, un incremento en los ritmos y dosis y un encapsulamiento del sujeto en una serie de conductas circulares cada vez m¨¢s r¨ªgidas y constrictivas.
Despenalizaci¨®n
Veamos c¨®mo afectar¨ªa a estas caracter¨ªsticas una medida del paradigma permisivo, tal como la despenalizaci¨®n y liberalizaci¨®n del tr¨¢fico de la droga. El efecto que con toda seguridad se producir¨ªa ser¨ªa un incremento importante del consumo de droga por los ya drogodependientes y un m¨¢s f¨¢cil acceso a la droga por parte de los no adictos. No se modificar¨ªa, en cambio, la naturaleza inadaptativa del fen¨®meno, a pesar del halo de aceptaci¨®n social, no se eliminar¨ªa la ambig¨¹edad y ambivalencia, aparecer¨ªan nuevos factores determinantes de la drogodependencia y se dificultar¨ªa en forma extrema la prevenci¨®n, la reinserci¨®n social y, sobre todo, la posibilidad de romper la espiral de la dependencia.
En tercer lugar, la presi¨®n del argumento permisivo no podr¨ªa detenerse en la despenalizaci¨®n del tr¨¢fico de drogas; tendr¨ªa que seguir en una escalada sin fin, por ejemplo, proponiendo que se asignase un precio pol¨ªtico a la droga para facilitar su consumo, que se dispensase gratuitamente (es decir, a cargo de los contribuyentes) por la Seguridad Social para tener todas las garant¨ªas de higiene y control m¨¦dico, que se colocase en igualdad de oportunidades de consumir droga a todos los ciudadanos -ejecutivos y parados, funcionarios y marginales, adultos y adolescentes, etc¨¦tera-, y lo mismo valdr¨ªa para la prostituci¨®n, para el tr¨¢fico de armas...
Pero, en definitiva, el agotamiento del paradigma pennisivo, aparte de las razones expuestas, deriva de un error epistemol¨®gico; en efecto, ha cre¨ªdo que bastaba con criticar y desmontar el paradigma represivo, ha dado por hecho que la falta de fundamento y de eficacia de ¨¦ste le confer¨ªa autom¨¢ticamente legitimidad y utilidad. Sin embargo, nada m¨¢s lejos de la l¨®gica y de la realidad: no se trata de una alternativa dicot¨®mica en la que de la falsedad de uno se deriva la verdad de otro, y puede haber, de hecho as¨ª ocurre, otros paradigmas.
Investigaci¨®n cient¨ªfica
Precisamente en nuestros d¨ªas los paradigmas represivo y permisivo, en raz¨®n de sus deficiencias y limitaciones, empiezan a ser sustituidos por el paradigma de la intervenci¨®n, en la l¨ªnea del pensamiento verdaderamente progresista, de la investigaci¨®n cient¨ªfica y de la actividad profesional m¨¢s serias y rigurosas. Tal paradigma pretende: reducir al m¨ªnimo los procedimientos de ensayo y error a gran escala; alejarse de las posiciones extremas represivas y permisivas, adoptar un enfoque sistem¨¢tico que articule las diferentes dimensiones del problema, las diferentes aproximaciones te¨®ricas y metodol¨®gicas y las diferentes disciplinas, hacer compatible la objetividad de la ciencia con los compromisos sociohist¨®ricos de cada momento: tratar al mismo tiempo la conducta de los drogodependientes y los diversos contextos en que se inscribe; procurar la normalizaci¨®n, adaptaci¨®n y optimizaci¨®n de los sujetos, pero tambi¨¦n la modificaci¨®n del sistema para reducir o eliminar las condiciones de riesgo. Los objetivos b¨¢sicos del paradigma de la intervenci¨®n se reducen a impedir o dificultar que los sujetos no adictos se enganchen en la espiral infernal de la droga, a romper la dependencia y el h¨¢bito de los ya adictos, a reinsertar y readaptar personal, social y laboralmente, a los que deseen abandonar la droga y a mejorar la investigaci¨®n y la formaci¨®n de profesionales. Facilitar el consumo de la droga, despenalizando su tr¨¢fico, no es precisamente prudente ni eficaz, y no lo es porque no ayuda a la prevenci¨®n, ni al proceso de desintoxicaci¨®n, ni a la reinserci¨®n.
Desde este paradigma de intervenci¨®n no es posible aceptar medidas de dudosa eficacia en lo secundario y de segura eficacia, pero negativa en lo principal; todo lo que facilite la expansi¨®n de la droga y dificulte su tratamiento debe ser puesto en cuesti¨®n y no alentado; lo que s¨ª debe alentarse es la responsabilidad y el rigor cr¨ªtico y cient¨ªfico en el modo de abordar el problema de la droga, para no quedar fascinados e inermes ante el drag¨®n.
es catedr¨¢tico de la universidad Complutense de Madrid y profesor de? Instituto Complutense de Drogodependenc¨ªas.
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