Un Dukakis a la desesperada se concentra en la lucha por los grandes Estados
Michael Dukakis, en b¨²squeda del milagro pol¨ªtico que necesita para ganar la presidencia de Estados Unidos, concentrar¨¢ sus esfuerzos s¨®lo en una veintena de Estados, concediendo ya a George Bush el sur y parte del oeste. La nueva estrategia de Dukakis es un final a la desesperada que, de tener ¨¦xito, le conceder¨ªa 272 votos electorales, dos m¨¢s de los necesarios para llegar a la Casa Blanca. Pero exige, salvo Tejas y Florida, ganar la joya de la corona, California, y todos los grandes Estados: Nueva York, Ohio, Michigan, Illinois y Pensilvania.
Mientras tanto, George Bush no baja la guardia y ha ordenado a su equipo que no d¨¦: la elecci¨®n por ganada. Incluso piensa atacar, adem¨¢s de en el Medio Oeste, en el tradicional feudo dem¨®crata de Nueva York, donde la actual ventaja de Dukakis se considera salvable. Pero con los sondeos reflejando una persistente ventaja de 10 puntos sobre su rival, el vicepresidente s¨®lo tiene que jugar seguro y evitar errores para lograr, una victoria el 8 de noviembre, que los observadores comienzan a considerar inevitable.El esperado triunfo de Bush no arrastrar¨¢, sin embargo, como ocurri¨® en 1980 con la victoria de Reagan sobre Carter., a los candidatos republicanos al Congreso que, seg¨²n los pron¨®sticos, continuar¨¢ -las dos C¨¢maras- en manos de los dem¨®cratas.
Vapuleado
Dukakis, vapuleadoen su ¨²ltimo debate televisado con el vicepresidente, afirm¨® ayer que no est¨¢ derrotado y que aunque los republicanos "ya est¨¢n descorchando champa?a en sus apartamentos de lujo", seremos nosotros quienes celebraremos la victoria. El gobernador de Massachusett, promete a sus desanimados seguidores que en los ¨²ltimos 20 d¨ªas de campa?a repetir¨¢ la haza?a pol¨ªtica de Harry S. Truman, que en 1948 le dio la vuelta la elecci¨®n que ten¨ªa perdida y derrot¨® a Dewey contra todo, los pron¨®sticos. Tambi¨¦n se refiere a lo ocurrido en 1960, cuan do John Kennedy logr¨® la presidencia por una diferencia de s¨®lo miles de votos sobre Richard Nixon en el Estado de: Illinois. Pero la gran diferencia es que el gobernador de Massachusetts no sus cita, ni de lejos, el entusiasmo que despertaba Kennedy.Dukakis vol¨® ayer al Medio Oeste industrial, que necesita ganar. Son 67 votos electorales en tres Estados cruciales: Illinois, Ohio y Michigan, castigados econ¨®micamente en los a?os de reaganismo. Con Pensilvania, constituyen la base industrial cl¨¢sica de Estados Unidos y, seg¨²n las proyecciones dem¨®cratas, deb¨ªan ser terreno abonado para Dukakis. Pero la regi¨®n, m¨¢s castigada por el paro que otras partes del pa¨ªs, est¨¢ remontando gracias a la mejora de las exportaciones impulsadas por un d¨®lar m¨¢s barato.
La clase media trabajadora y el voto ¨¦tnico, muy conservadores en temas de defensa, pol¨ªtica exterior y en cuestiones sociales, no acaba de conectar ni con la campa?a ni con la personalidad fr¨ªa y apagada de Dukakis, bautizado por su rival como "el hombre de hielo".
"Vuestros hijos", dice Dukakis, "no podr¨¢n vivir como vosotros", y esta Am¨¦rica de segunda fila es con la que se conforma el "complaciente" Bush. Las cuestiones en juego -la competitividad de Estados Unidos, su lugar en el mundo frente a la amenaza de la inversi¨®n japonesa y europea-, que amenazan "nuestra soberan¨ªa econ¨®mica", "son demasiado importantes para dejar que la Prensa y los republicanos den por concluida esta elecci¨®n tres semanas antes del voto".
Sin dejar claro si tiene ideas propias para el futuro, la campa?a de Bush ha sido tremendamente eficaz en situar a Dukakis como un peligroso liberal, inexperto, blando con el delito. Un riesgo demasiado grande para un pa¨ªs satisfecho y que, pese a los esfuerzos del gobernador de Massachusetts, no contempla los problemas de la herencia de los d¨¦ficit fiscal y comercial que deja el reaganismo. La estrategia b¨¢sica de Dukakis, abandonar las posiciones de los sectores m¨¢s liberales -Jackson y sus desheredados han desaparecido de la campa?a y se duda en obtener un masivo voto negro- y correrse hacia el centro para obtener el fa vor de los llamados "dem¨®cratas de Reagan", ha fracasado.
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