Cuarenta millones en calderilla
F. CALVO SERRALLER, He aqu¨ª, en esta exposici¨®n de carteles para. el 92, no s¨®lo un ejemplo perfecto de esa vieja f¨®rmula pol¨ªtica que aconseja "no equivocarse aunque sea a costa de no acertar" sino de su fatal consecuencia: la mediocridad. Se diga lo que se diga, este concurso -celebrado en Sevilla- no ha buscado ni por un momento el mejor cartel posible para tan magno acontecimiento sino crear una red de compromisos y excusas para poder responder a cualquier cr¨ªtica, asumiendo de antemano que se ten¨ªa que fracasar en el empe?o. Vamos, que m¨¢s que un concurso de carteles parece una ensalada: un poquito de dise?adores espa?oles, otro poquito de dise?adores internacionales, un aderezo de pintores j¨®venes, una puntita de artistas locales, unas gotas de fot¨®grafo de reconocido prestigio... y, ?halal, ?que no se diga que no ha habido voluntad!
Ciertamente desconozco si con este m¨¦todo se llega al pacto social, pero les aseguro que es el camino m¨¢s directo para fracasar en la obtenci¨®n de un cartel art¨ªstica y publicitariamente memorable. Al parecer, se ha invertido la nada despreciable cantidad de 40 millones de pesetas para lograr que nadie estuviera ni siquiera a su propia altura, empezando por el ganador, el prestigioso dise?ador Guy Billout, cuyo insulso naranjo parece un homenaje a las manzanas flotantes de Newton, y donde no se percibe m¨¢s referencia a Sevilla y a la Expo'92 que una diminuta carabela al fondo, en la lejan¨ªa, a la altura de las Azores.
No s¨¦ cu¨¢ntos artistas o dise?adores han dejado de tragar con lo del medio mill¨®n, pero estoy convencido que es la cantidad m¨ªnima necesaria para correr semejante albur. Todo aqu¨ª parece en los m¨ªnimos y, aun dentro de ellos, a juzgar por la selecci¨®n previa impuesta al jurado, hasta estos m¨ªnimos les han resultado m¨¢ximos a tan prudentes organizadores, que merecen ser contratados inmediatamente por la oficina del censo.
Pues bien, la exposici¨®n lo dice todo: hay exactamente 33 Billout, aunque se llamen Alberto Coraz¨®n, Enric Satu¨¦ o Daniel Gil, por el tercio de cabezas de familia, o Javier de Juan y Ceesepe, por el de la juventud, o Juan Romero y Joaqu¨ªn S¨¢enz, por el municipio, o Alberto Schommer, por el de nuevos medios, o quien sea por lo que sea... Eso s¨ª, todo correcto, ninguno a su altura. Y es que la cosa va de m¨ªnimos: hacer lo m¨ªnimo y hacerse m¨ªnimo. As¨ª, aunque Sevilla siga sin el cartel que se merece, nadie podr¨¢ reprochar que no se ha hecho lo m¨ªnimo imprescindible: convertir 40 millones en calderilla.
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