La violinista Mar¨ªa Due?as fue Caruso y Paganini en el Auditorio Nacional
La joven virtuosa granadina fascina al p¨²blico madrile?o tocando el Concierto para viol¨ªn, de Korngold, dentro de una irregular velada de la Philharmonia Orchestra dirigida por Marin Alsop
¡°Quiero una confirmaci¨®n, una respuesta a una pregunta de importancia decisiva para m¨ª: ?hay todav¨ªa un lugar y una oportunidad para la m¨²sica con expresi¨®n y sentimiento, con largos temas mel¨®dicos, formada y desarrollada sobre los principios de la m¨²sica de los maestros cl¨¢sicos concebida en el coraz¨®n y no construida sobre el papel?¡± As¨ª comienza el comunicado de prensa que Erich Wolfgang Korngold redact¨® para el estreno de su Concierto para viol¨ªn en San Luis (Misuri), en febrero de 1947, y que se conserva manuscrito entre sus papeles personales depositados en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Entonces, la respuesta fue negativa para este ni?o prodigio de Viena que hab¨ªa triunfado en Hollywood desde 1935 como compositor de bandas sonoras de varios cl¨¢sicos del cine.
En los siguientes p¨¢rrafos de esta declaraci¨®n, que Korngold nunca llegar¨ªa a difundir, el compositor dice que no es ni un reaccionario ni un anticuado. Habla de que creci¨® con Elektra, de Richard Strauss, y de que fue uno de los primeros admiradores de Stravinski. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, la cl¨¢sica tom¨® rumbos m¨¢s duros y experimentales. Y sus composiciones para la sala de conciertos y el teatro de ¨®pera no comenzaron a resurgir hasta la conmemoraci¨®n de su centenario, en 1997. Una labor impulsada con vehemencia por m¨²sicos y estudiosos, como John Mauceri, que narra en su ¨²ltimo libro La guerra y la m¨²sica. Los caminos de la m¨²sica cl¨¢sica en el siglo XX, que recientemente se ha publicado en Siruela en espa?ol.
Lo que s¨ª public¨® Korngold en el estreno de su Concierto para viol¨ªn fue una breve nota en el programa de mano de la Sinf¨®nica de San Luis: ¡°A pesar de las demandas virtuos¨ªsticas del final, la obra, con sus m¨²ltiples episodios mel¨®dicos y l¨ªricos, estaba pensada m¨¢s para un Caruso del viol¨ªn que para un Paganini. No hace falta decir lo encantado que estoy de que mi concierto lo interprete Caruso y Paganini en una misma persona: Jascha Heifetz¡±. Un comentario que seguramente podr¨ªa aplicarse, en la actualidad, a la joven violinista Mar¨ªa Due?as (Granada, 22 a?os), tras su brillante interpretaci¨®n del pasado domingo, 12 de enero, en el Auditorio Nacional, junto a la brit¨¢nica Philharmonia Orchestra y la directora estadounidense Marin Alsop (Nueva York, 68 a?os), dentro de los ciclos de Iberm¨²sica. Una actuaci¨®n que forma parte de una gira espa?ola que inaugur¨® el Festival de Canarias, los d¨ªas 10 y 11 de enero, y que culminar¨¢ hoy lunes, en el Palau de la M¨²sica Catalana.
Due?as tiene el sonido dorado, cantable y vibrante que precisa esta m¨²sica magistralmente compuesta por Korngold a partir de temas de sus bandas sonoras. Su interpretaci¨®n de los dos temas l¨ªricos del Moderato nobile inicial fue mod¨¦lica. Elev¨® el primero, que es el tema de apertura de Otro amanecer (1937), con un exquisito uso del portamento. Y el segundo, que procede del bell¨ªsimo retrato de Carlota en Ju¨¢rez (1939), le permiti¨® exhibir su maravilloso legato y control de la din¨¢mica, pero tambi¨¦n su capacidad natural para culebrear con el tempo. Tras el breve desarrollo, en la cadencia, mostr¨® en solitario que, adem¨¢s, es una virtuosa consumada. Pero el problema del primer movimiento estuvo en el acompa?amiento orquestal: una lectura plana sin tensi¨®n ni brillo que tap¨® puntualmente a la violinista.
Todo mejor¨® en el Romance central sobre temas de Anthony Adverse (1936). Ahora, Alsop y la Philharmonia aportaron los planos sonoros id¨®neos para que fluyeran las exquisitas frases de Due?as, plagadas de imaginaci¨®n y de inflexiones expresivas. Este movimiento lento fue, sin duda, lo mejor de la noche. El ¨²nico aspecto de dudoso gusto de la violinista en toda su magistral actuaci¨®n fue su inclinaci¨®n a utilizar el arm¨®nico natural (un sonido opaco y sin brillo) como punto culminante de alguna frase. Pero Due?as, adem¨¢s de Caruso, fue tambi¨¦n Paganini. Y lo demostr¨® en el virtuos¨ªstico y juguet¨®n Finale, basado ahora en El pr¨ªncipe y el mendigo (1937), que dot¨® de un br¨ªo que termin¨® de contagiar a la orquesta, donde volvieron a aparecer problemas de balance y equilibrio.
Due?as cerr¨® su actuaci¨®n con dos generosas propinas: dos composiciones de sendos colegas violinistas del pasado y del presente. Del virtuoso h¨²ngaro Franz von Vecsey toc¨® su Vals triste, de 1913, sin acompa?amiento pian¨ªstico, pero con otra emulaci¨®n de Caruso en cuanto a exquisiteces l¨ªricas. Y del multifac¨¦tico violinista ruso Aleks¨¦i Igudesman interpret¨® su virtuos¨ªstica Applemania (incluida en su disco de 2016 Fasten Seat Belts), a la que la violinista granadina a?adi¨® una tensi¨®n y zigzagueo muy del estilo de Paganini. De hecho, el pr¨®ximo lanzamiento de Due?as en Deutsche Grammophon, que llegar¨¢ a las plataformas el mes que viene, se centrar¨¢ precisamente en los 24 Caprichos para viol¨ªn solo, de Paganini.
El concierto hab¨ªa comenzado con una atractiva muestra de c¨®mo est¨¢ cambiando la m¨²sica de creaci¨®n actual en Estados Unidos. Me refiero a una de las obras m¨¢s conocidas de la violinista y compositora Jessie Montgomery (Nueva York, 43 a?os), titulada Strum, que podr¨ªa traducirse por ¡°rasguear¡±. Se trata de una atractiva y colorista composici¨®n de 2006, originaria para quinteto de violonchelos, que ha pasado por una versi¨®n para cuarteto de cuerda hasta convertirse, en 2012, en una pieza para orquesta de cuerda. Alsop subray¨® el rasgueo pizzicato inicial, que sirve de sost¨¦n r¨ªtmico para toda la obra, y dibuj¨® con precisi¨®n su arco argumental, desde lo nost¨¢lgico hasta lo celebrativo, asegurando sus m¨²ltiples ostinatos, que recordaban por momentos a Jan¨¢?ek y a Bart¨®k.
La segunda parte se centr¨® en una selecci¨®n de las tres suites que Sergu¨¦i Prok¨®fiev prepar¨® de su magistral ballet Romeo y Julieta (1935). La selecci¨®n corri¨® a cargo de la propia Marin Alsop, aunque incluy¨® m¨¢s n¨²meros de los indicados en el programa de mano. Empezaron con una versi¨®n poco en¨¦rgica e incisiva de Montescos y Capuletos, y continuaron con dos n¨²meros no indicados en el programa: Escena, con un magn¨ªfico solo de fagot de Robin O¡¯Neill, y Danza matutina, donde la orquesta inglesa luci¨® br¨ªo y contraste. Curiosamente, La joven Julieta se toc¨® acortada, pues se inici¨® directamente en el Pi¨´ tranquillo (quasi andantino), con el motivo de la tristeza de Julieta, tocado maravillosamente por el solista de flauta Samuel Coles. A continuaci¨®n, tres n¨²meros en los que la orquesta sigui¨® luciendo su calidad con Alsop asegurando el equilibrio y la precisi¨®n: M¨¢scaras, Fray Lorenzo y Danza.
El problema surgi¨® con el drama de La muerte de Teobaldo. Tras todas las correr¨ªas virtuos¨ªsticas, los famosos quince golpes de timbal que marcaban su asesinato sonaron as¨¦pticos. A continuaci¨®n, hubo otros dos n¨²meros no indicados en el programa, ambos bien resueltos por la calidad del conjunto: la Danza de las doncellas de las Antillas y la Serenata matutina. Sin embargo, el drama volvi¨® a ser el tal¨®n de Aquiles al final, y la falta de tensi¨®n lastr¨® la emoci¨®n en los dos ¨²ltimos n¨²meros, Romeo en la tumba de Julieta y La muerte de Julieta, a pesar de la excelente calidad del metal y la cuerda de la orquesta brit¨¢nica.
Alsop correspondi¨® los aplausos del p¨²blico con dos propinas festivaleras. La primera de ellas tuvo algo de sentido, ya que se trataba de una obra del ingl¨¦s Edward Elgar, y de su chispeante Los osos salvajes, el n¨²mero final de la segunda suite de La varita de la juventud, aunque son¨® algo desmadejada. Pero el colmo fue terminar con una bomb¨¢stica versi¨®n de la archiconocida Danza h¨²ngara n.? 5, de Johannes Brahms, pidiendo al p¨²blico que palmeara de forma acompasada como un remedo del Concierto de A?o Nuevo. No obstante, para entonces m¨¢s de uno estaba pendiente del varapalo futbol¨ªstico que le estaba metiendo el Barcelona al Real Madrid en Arabia.
?Iberm¨²sica, 24-25. Serie Arriaga
Obras de Jessie Montgomery, Erich Wolfgang Korngold y Serguéi Prokófiev. María Dueñas (violín). Philharmonia Orchestra. Marin Alsop (directora). Auditorio Nacional de Madrid, 12 de enero.
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