Los Reyes mostraron la isla de Mallorca a Isabel II
Isabel II de Inglaterra y el duque de Edimburgo dedicaron parte de su primera jornada de visita privada en las Baleares a recorrer la isla de Mallorca, con los Reyes de Espa?a como cicerones. El yate real Britannia lleg¨® al puerto de Palma poco despu¨¦s de las once de la ma?ana y atrac¨® no lejos de una bien visible pintada: "Gibraltar espa?ol", escrita, con letras de gran tama?o, sobre uno de los espigones del puerto. Como en otras ocasiones en que Isabel II se ha encontrado con reclamaciones manifestadas de este modo, no dio muestras de haberse dado cuenta.
Los Reyes de Espa?a acudieron a recibir a sus invitados al dique del Oeste del puerto palmesano. Subieron a bordo y estuvieron en el yate unos veinte minutos, al cabo de los cuales la dos parejas reales, en un coche conducido por don Juan Carlos, se dirigieron hacia el oeste de la isla.. Andraitx, puerto de Andraitx y la urbanizaci¨®n Camp de Mar fueron los lugares recorridos por la ma?ana antes de que la comitiva entrara en el palacio de Marivent, donde los Reyes y sus invitados almorzaron en privado.A primera hora de la tarde, los coches volvieron a salir raudos de la residencia de los Reyes de Espa?a camino de Valldemosa. En el monasterio en que vivieran durante alg¨²n tiempo Chop¨ªn y George Sand se esperaba la visita real, pero la nube de periodistas frustr¨® el prop¨®sito de los soberanos. Do?a Sof¨ªa lleg¨® a poner el pie en el suelo, seg¨²n algunos testigos, pero en el interior del veh¨ªculo alguien cambi¨® de opini¨®n y la peque?a caravana se puso nuevamente en marcha.
Los informadores fueron despistados por un coche de escolta, y mientras los Reyes volv¨ªan al Britannia, anduvieron recorriendo la zona norte de la isla en su busca.
El tiempo de ayer fue inmejorable en Mallorca, despu¨¦s de varios d¨ªas de lluvia. La mar estaba como un plato azul, y la temperatura bien por encima. de los veinte grados.
Isabel II y Felipe de Edimburgo pudieron ver los acantilados del oeste de la isla y parte de la zona del interior, con un paisaje y una arquitectura popular muy del agrado de los m¨¢s exquisitos estetas del Reino Unido.
La vida en la capital se desarroll¨® con toda normalidad. Las medidas de seguridad no eran llamativas y s¨®lo la presencia de las fragatas Achilles, Brit¨¢nica y Asturias denotaba la importancia del yate que escoltaban. A ¨²ltima hora de la tarde se especulaba en Palma con que don Juan Carlos, que ha estado actuando durante toda esta visita como un entusiasta anfitri¨®n, pudiera invitar a sus primos a cenar en alg¨²n restaurante de la ciudad, tal y como ¨¦l hace de vez en cuando en verano.
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