El coste del fraude fiscal
LA APERTURA del primer expediente por no declarar al fisco seguros de prima ¨²nica parece indicar que Ha cienda comienza a tomarse en serio la persecuci¨®n de lo que podr¨ªa ser la m¨¢s importante bolsa de fraude fiscal hasta ahora conocida., Estos seguros consisten en la suscripci¨®n de una p¨®liza cuya caracter¨ªstica esencial reside en que los intereses y el capital se cobran conjuntamente al final del per¨ªodo de vigencia del seguro. La ventaja para el suscriptor es doble: por una parte, tiene derecho, si lo declara, a la desgravaci¨®n de un 10% de la cuota; por la otra, el dinero que recibe al final del per¨ªodo se considera capital, por lo que puede aplicar el coeficiente reductor de la inflaci¨®n que anualmente se publica junto con la escala del IRPF. Hasta aqu¨ª todo es legal; la ilegalidad comienza cuando al suscriptor se le concede la posibilidad de recuperar su dinero antes del vencimiento y, sobre todo, cuando el suscriptor no declara el seguro al hacer su declaraci¨®n de la renta.Algunas estimaciones apuntan a que el dinero que ha transitado por estas cuentas puede superar el bill¨®n de pesetas. Hacienda, al intuir que por esta via pod¨ªa estar escapando una importante cantidad de dinero a su control, pidi¨® a las compa?¨ªas de seguros que le remitiesen la lista de suscriptores de p¨®lizas de m¨¢s de 500.000 pesetas. Inmediatamente se produjo una desbandada de suscriptores, que rescataron precipitadamente sus p¨®lizas e invirtieron su dinero en otras cosas, especialmente en apartamentos, lo cual vino a avivar la especulaci¨®n urbana. Las investigaciones de Hacienda en este terreno, a pesar de que lo defraudado podr¨ªa llegar a medio bill¨®n de pesetas, son puramente testimoniales: menos de una decena de inspectores se dedica a la b¨²squeda de este dinero perdido, que, de ser hallado, permitir¨ªa una reducci¨®n sustancial de la presi¨®n fiscal de quienes no eluden los impuestos y, en primer lugar, de los asalariados.
Las consecuencias econ¨®micas del fraude son de muy diversa ¨ªndole: una parte del dinero que ha escapado al control del fisco se ha trasladado al sector inmobiliario, contribuyendo decisivamente a la elevaci¨®n de precios en el sector; este aumento incita a elevar, a veces mucho m¨¢s all¨¢ de lo razonable, la contribuci¨®n urbana y, por consiguiente, las rentas imputadas a las viviendas en propiedad, de tal manera que los asalariados que poseen su propia vivienda -es decir, la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos de este pa¨ªs- pagar¨¢n dos veces por esta curiosa y pr¨¢cticamente impune rueda del fraude fiscal.
Hay que se?alar, sin embargo, que nuestra econom¨ªa cuenta con un sector sumergido cuyas dimensio?es han sido estimadas oficialmente en un 25% de la producci¨®n de bienes y servicios. Es posible que esta cifra marque el l¨ªmite superior del fen¨®meno; lo que no es aceptable es la tolerancia oficial en algunas zonas, con el argumento de que su desaparici¨®n pondr¨ªa en tela de juicio miles de puestos de trabajo. De esta manera, el circuito del dinero negro se alimenta continuamente, sin que aparentemente nadie se preocupe en serio de poner t¨¦rmino a esta situaci¨®n. Hasta ahora, la solidaridad, a menudo proclamada, ha consistido esencialmente en redistribuir el dinero de los asalariados entre toda la poblaci¨®n. Los no asalariados, los titulares de seguros de prima ¨²nica no declarados, los propietarios de talleres sumergidos, los especuladores de todo tipo que pueblan Espa?a, campan por sus respetos como si para ellos la democracia fuese un asunto de ingenuos idealistas incapaces de llegar hasta sus bolsillos.
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