El 'rey del porno' de EE UU quiso matar a la competencia
Acabar con sus rivales, los due?os de Playboy y de Penthose, era, seg¨²n un sheriff de Los ?ngeles, la intenci¨®n del editor de Hustler, Larry Flynt, otra revista pornogr¨¢fica norteamericana, cuando ofreci¨® un mill¨®n de d¨®lares a un mercenario para quitarse de en medio, f¨ªsicamente, a la competencia en el apetitoso negocio del desnudo. Esta historia tan cinematogr¨¢fica no ha conducido todav¨ªa al procesamiento de Flynt, que se proclama el rey de la pornograf¨ªa.
Una vez que han sido liberadas las ballenas de Alaska y con la campa?a presidencial aburriendo mortalmente a los norteamericanos, este es el tipo de noticia enloquecida, t¨ªpicamente norteamericana, que podr¨ªa dar bastante juego. La supuesta trama de Flynt, est¨¢ contemplada, adem¨¢s de por el C¨®digo Penal, por la ley antimonopolio.El editor de Hustler, una revista un poco m¨¢s dura y de menos gusto -si es que se puede realizar esta clasificaci¨®- nque sus rivales Playboy, de Hugh Hefner, y Penthouse, de Bob Guccione, tambi¨¦n encarg¨® la liquidaci¨®n f¨ªsica del cantante Frank Sinatra y de un multimillonario editor e ¨ªntimo amigo de los Reagan, al que nombraron embajador en el Reino Unido, llamado Walter Annenberg. Ronald y Nancy frecuentan su lujosa mansi¨®n en California. Se desconocen los motivos que impulsaron a Flynt a ordenar este cu¨¢druple asesinato.
Al parecer, este magnate de la billonaria industria de las piadosamente descritas como revistas para hombres estaba bajo la influencia de narc¨®ticos cuando se le ocurri¨® la idea. Flynt tiene 46 a?os, y desde hace 10 permanece en una silla de ruedas, despu¨¦s de los disparos que le hizo un francotirador en Georgia cuando estaba siendo juzgado por la publicaci¨®n y distribuci¨®n de materiales obscenos.
El propietario de Hustler llam¨® una noche a su casa a un individuo llamado Mitchell Werbell y supuestamente le ofreci¨® un mill¨®n de d¨®lares si dispon¨ªa, de la forma que le pareciera conveniente, de la vida de esas cuatro personas, explic¨® el sheriff del condado de Los ?ngeles, Sherman Block. ?ste a?adi¨® que iba a tomarse en serio el asunto. "Creo", dijo Block "que Larry tiene propensi¨®n a intentar hacer da?o a gente que ve como enemigos, sean de negocios o de otro tipo".
Es una l¨¢stima que Werbell no viva para contarlo. Era un general retirado, traficante internacional de armas, que hab¨ªa desarrollado un modelo de subfusil y dirig¨ªa un campamento paramilitar para entrenar en artes marciales a ejecutivos. Pero Werbell se llev¨® el secreto a la tumba cuando, a los 60 a?os, falleci¨® de un ataque cardiaco en diciembre de 1983, justo un mes despu¨¦s de recibir el cheque de un mill¨®n de d¨®lares en pago por el encargo.
Curiosamente, incluso para un pa¨ªs en el que, como afirma Reagan, "todo es posible", la polic¨ªa no ha interrogado a Flynt y no ha presentado el caso a la fiscal¨ªa. El emperador porno no ha querido comentar "ese tipo de basura".
Un ayudante del sheriff explic¨® que la informaci¨®n sobre este compl¨® para nivelar el mercado del erotismo ha sido obtenida al investigar el asesinato en Nueva York en 1983, tambi¨¦n por contrato, de un productor de teatro llamado Roy Radin, que tuvo problemas con la financiaci¨®n de la pel¨ªcula The Cotton Club, sobre el gansterismo en los a?os veinte.
Esta historia fue el hilo que llev¨® hasta Flynt, porque en el caso de Nueva York uno de los acusados es un antiguo guardaespaldas suyo. El sheriff de Los Angeles present¨® ayer una copia del cheque de un mill¨®n de d¨®lares. Tambi¨¦n inform¨® que el gerente de Flynt orden¨® anularlo poco despu¨¦s de que Werbell lo recibiera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.