La ley y el linchamiento
El segundo debate p¨²blico, televisado y magnificado, entre los dos aspirantes a la Casa Blanca, en EE UU, ofreci¨® al mundo una nueva confirmaci¨®n de la mentalidad obtusa que predomina en aquel imperio a partir de la elite pol¨ªtica, hasta inundar a las restantes capas sociales. La primera pregunta del moderador del debate para el aspirante Dukakis fue la siguiente: "Si su esposa resultara violada y asesinada, ?todav¨ªa se mantendr¨ªa usted favorable a la supresi¨®n de la pena de muerte?". Encuentro mucho menos trascendente lo que contest¨® Dukakis que el hecho de que asumiera, considerara, encajara ese descabellado, vergonzoso y demag¨®gico planteamiento de la cuesti¨®n. ?En qu¨¦ pa¨ªs civilizado, igualitario, consecuente, se aceptar¨ªa que los legisladores formularan leyes a impulsos personales de odio, venganza, indignaci¨®n, ira, antepuestos a la realidad de un estado de cosas analizado y razonado serena y ecu¨¢nimamente?Adem¨¢s, entonces esa supuesta ley aprobada solamente quedar¨ªa a disposici¨®n de los jueces para cuando, en funci¨®n de un proceso determinado, procedieran si cabe aplicarla o no. Una persona particular es l¨®gico y comprensible que condicione sus reacciones a disgustos y emociones desbordadas, siendo, en cualquier caso, responsable de sus actos ante la ley. Nunca un Estado de derecho, democr¨¢tico, podr¨¢ conducirse incitado emocionalmente ante accidentes puntuales, concretos, circunstanciales, no generalizables, como el que fue planteado al ilustre candidato aludido, sino a partir de la canalizaci¨®n de la leg¨ªtima voluntad popular mayoritaria, establecida en una constituci¨®n y contrastada regularmente en la propia ideolog¨ªa y en el din¨¢mico sustrato social. Parece que el moderador conceb¨ªa la posibilidad de linchamientos a nivel de Estado, imp¨²dica y p¨²blicamente. ?Ni la CIA!-
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