Reencuentros
Hac¨ªa dos a?os y pico que no nos ve¨ªamos el pelo los de la antigua panda. ?ramos inseparables en la ¨¦poca de estudiantes y luego semanalmente separables: nos encontr¨¢bamos todos los viernes por la noche en un chiringuito de la calle Le¨®n con la suficiente dosis de ruido como para que las disensiones, las borracheras, o ambas cosas a la vez, pasaran desapercibidas. Har¨¢ unos tres a?os que sucedi¨® algo, cualquiera sabe qu¨¦ sucedi¨®, lo m¨¢s seguro es que no sucediera nada, y desde entonces dejamos de vernos. Hab¨ªa llamadas telef¨®nicas y eso, pero nadie encontraba el hueco. Unos tuvieron ni?os, otros se pusieron a trabajar para demostrarle algo al jefe y el tercio restante decidi¨® psicoanalizarse para darse a conocer mejor. La juventud termina siempre en org¨ªas de actividad. Cuanto m¨¢s envejece, m¨¢s cosas quiere hacer la gente. Nadie quiere ser mayor e in¨²til, mientras que -en la adolescencia, por lo menos antiguamente, la inutilidad proporcionaba prestigio y encanto. Por lo dem¨¢s, ya se sabe que la b¨²squeda de la identidad y otros ejercicios espirituales lo ¨²nico que hacen es separarnos del mundo. Cosa parad¨®jica. Am¨¦n.Total, que la semana pasada, uno que deb¨ªa estar m¨¢s desesperado que el resto prepar¨® un m¨ªtin de reconciliaci¨®n. En mi casa. Con el argumento de que era la m¨¢s grande. Pens¨¦ que con ese mismo argumento pod¨ªa haber alquilado una sala del Palacio de Exposiciones. Como no quer¨ªa que advierte se la mezquindad con que me ha adornado el paso del tiempo y de la solter¨ªa, acept¨¦ inmediatamente. Pero no por eso dej¨¦ de imaginar el cuadro que se me pintar¨ªa en casa el viernes por la noche. ?Empezar¨ªa el programa con el re lato de la vida que nos faltaba por contar? ?O bien con una terapia grupal destinada a investigar las razones del distanciamiento? ?O tal vez con esa ret¨®rica de alcoba consistente en reprochar a base de besos y tiernas quejas una separaci¨®n que nadie se ha esforzado en impedir? Todas eran posibilidades asesinas. Para colino, alg¨²n mahometano decidi¨® que no se llevara pareja, con lo que se clausuraban las v¨ªas de escape de aquella reuni¨®n de ensimismados. La claustrofobia sentimental pod¨ªa aumentar por el hecho de que no hubiera testigos.
Por fin lleg¨® la noche de autos y los viejos amigos empezaron a desfilar por la casa con regalos embotellados. Ser¨ªamos unos siete. Yo hab¨ªa preparado una cena fr¨ªa y la expuse en la mesa del sal¨®n antes de que se presentara la comitiva. Los saludos fue ron cari?osos, pero sin adornos. Y la puntualidad evit¨® esos pat¨¦ticos t¨¦te a t¨ºte que se producen cuando los dem¨¢s tardan y obligan a unos pocos a prolongar la conversaci¨®n o a ser ingeniosos Cuando no a confesarse. Sin m¨¢s pre¨¢mbulo, el grupo rode¨® la mesa de la pitanza y se dedic¨® a comer, con avaricia desde mi punto de vista, y a callar. Apenas hubo aterrizado el ¨²ltimo bocado, alguien exigi¨® que se pusiera la televisi¨®n para ver un partido clave de la NBA. Durante la trasmisi¨®n, el ¨²nico ruido que se escuch¨® y que entabl¨® alguna relaci¨®n entre los presentes, fue el de los tapones de las botellas Cuando termin¨® el acontecimiento se propuso inmediatamente echar unas manos de Trivial. El personal se entreg¨® a ello con furia de opositor. A las dos de la madrugada, un descontento de los resultados del juego anterior sac¨® el Monopole de una bolsa de El Corte Ingl¨¦s y un par de jugadores se pelearon por cuestiones bancarias. Luego hice caf¨¦ para los que no se hab¨ªan quedado dormidos entre dos sillas. A las cinco de la ma?ana, uno se puso a hablar solo, otro empez¨® a soplar por un xilof¨®n cercano y yo me qued¨¦ mirando unas rayas que sal¨ªan en el televisor. Hicimos cola para vomitar en los ratos siguientes y a falta de poco para la amanecida se decidi¨® apostar unos reales al p¨®quer. A la hora del desayuno los contertulios empezaron a levantarse silenciosamente de uno en uno y a salir por la puerta de la calle como fantasmas. No estoy muy seguro de haber escuchado con nitidez su despedida. Parec¨ªan irse sin prisa hacia alguna obligaci¨®n, aunque con el gesto de regresar de alguna otra. En cuesti¨®n de veinte minutos me hab¨ªa quedado solo. Pens¨¦ que pod¨ªa haber estado con ellos o con otros diferentes, que eso en el fondo no era muy importante. Era un s¨¢bado claro y hubiera preferido no pasar por la cama. Cuando me estaba durmiendo y viendo pasar chicas por una playa de alquiler, me pregunt¨¦ seriamenten cu¨¢l era la raz¨®n por la que hab¨ªamos dejado de vemos.
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