El regreso del mago de Cinecitt¨¢
El director italiano Federico Fellini publica un libro e inicia una nueva pel¨ªcula
Federico Fellini, el imprevisible, de repente desaparece, se evapora, para resurgir de nuevo m¨¢s vivo que nunca. As¨ª, ahora, de golpe publica su segundo libro -el primero fue Hacer una pel¨ªcula-, titulado Un director en Cinecitt¨¢, editado por Mondadori, a la vez que el 28 de noviembre pr¨®ximo empezar¨¢ a rodar su nueva pel¨ªcula, La voz de la luna.
Su nuevo libro es muy esperado porque Fellini escribe poco o escribe s¨®lo guiones de pel¨ªculas. Y una vez m¨¢s su nueva obra est¨¢ dedicada a su ¨²nico mundo, el que lo absorbe desde hace una vida: el cine. La nueva obra presentada por Mondadori y que saldr¨¢ en Italia el pr¨®ximo viernes es un precioso libro ilustrado en el que se hace la historia de Cinecitt¨¢, el gran centro de producci¨®n cinematogr¨¢fica, donde desde la ¨¦poca de Mussolini han rodado los mejores directores del mundo y por el que han desfilado las principales estrellas de la gran pantalla.Las fotograf¨ªas son las menos conocidas y el texto sigue como un cicerone a las fotos. No es un libro con cap¨ªtulos. Es como un cuento de 50 folios, un recuerdo en alta voz de lo que fue la experiencia en aquel peque?o universo donde transcurri¨® infinitas horas de su trabajo. Parod¨®jico como es, Fellini empieza diciendo: "A veces me parece como si no conociese a Cinecitt¨¢". Y despu¨¦s empieza a describirla, empezando por la cancela de entrada, en la que el gran artista ve una serie de s¨ªmbolos. Como todo lo que escribe o cuenta Fellini, el texto es gr¨¢fico, pl¨¢stico po¨¦tico y surrealista al mismo tiempo.
Cuenta c¨®mo escog¨ªa a los actores, c¨®mo le gustaban, c¨®mo odiaba el manipularles y c¨®mo adoraba verles actuar tales como eran, sin ficci¨®n. Le gustaba ob servarles en su vida normal mientras com¨ªan o telefoneaban, y de repente les dec¨ªa: "Ven y repite ahora aqu¨ª para la pel¨ªcula c¨®mo has insultado al camarero del bar".
Aparece como es, incre¨ªblemente insatisfecho en su b¨²squeda de rostros nuevos, de personajes in¨¦ditos: "Me gustar¨ªa", escribe, "ver todas las caras del universo: nunca me quedo satisfecho, y cuando lo estoy querria a¨²n confrontar el rostro que me gusta con otros m¨¢s, con todos los posibles. Es una neurosis". Su despacho, situado encima del teatro numero cinco de Cinecitt¨¢, era como una central de polic¨ªa, "con mis asistentes que telefonean a Londres y Nueva York buscando el paradero de personajes o archivos de fotos". Y cuenta que a veces las sorpresas eran grandes porque el buscado resultabafugitivo en Am¨¦rica Latina, y el que hab¨ªa sido un guapo adolescente ahora era una mujer al haber cambiado de sexo.
Para escoger un personaje, aun secundario, Fellini hac¨ªa desfilar ante ¨¦l cientos de candidatos, y a veces, cuando le gustaba uno, era capaz de cambiar la escena o incluso todo el gui¨®n para adaptarlo a aquel rostro que se le hab¨ªa revelado de repente "interesante".
Ahora, en su nueva pel¨ªcula La voz de la luna, Fellini quiere que trabajen juntos dos grandes c¨®micos italianos: Roberto Benigni y Paolo Villagio. Pero sobre todo, como han contado a este corresponsal, est¨¢ recogiendo' toda una colecci¨®n de c¨®micos de provincia, pr¨¢cticamente desconocidos, que seguramente ser¨¢n el ¨¦xito de la pel¨ªcula y a los cuales acabar¨¢ lanzando a nivel nacional e internacional.
Y la ¨²ltima paradoja es que Fellini, mientras publica su historia de Cinecitt¨¢, va a rodar, por primera vez, su nueva pel¨ªcula en otros estudios romanos. Ha roto con su viejo universo. Sus colaboradores aseguran que se trata s¨®lo de problemas pr¨¢cticos. Pero existe la sospecha de que, como todo lo que rodea al autor de La dolce vita, haya de por medio alg¨²n peque?o o gran misterio o un simple capricho, porque en realidad Fellini sigue siendo siempre "un eterno e incorregible ni?o caprichoso".
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