Jota Jota
El Festival de Jazz de Madrid se ha trasladado al teatro Alcal¨¢ Palace, donde, para el primer concierto, nos reunimos cuatro gatos. Y es cosa que no est¨¢ bien, primero, porque es mal precedente y, segundo, porque iba a actuar J. J. Johnson.J. J. Johnson es un se?or que toca el tromb¨®n como los ¨¢ngeles. Quienes pasamos por entendidos sabemos que su nombre se pronuncia Jay Jay, pero el resto de la afici¨®n de aqu¨ª le llama Jota Jota. Fue uno de los padres del be bop. Le llamaron el eminente J. J. Johnson, y form¨® un d¨²o c¨¦lebre con su colega Kai Winding. A?os m¨¢s tarde redujo el n¨²mero de sus actuaciones y se dedic¨® a lo que le daba dinero, trabajar de m¨²sico de estudio, componiendo y arreglando partituras principalmente para pel¨ªculas de televisi¨®n.
Adam Makowicz
Qt¨²nteto de J. J. JohnsonTeatro Alcal¨¢ Palace. 7 de noviembre de 1988.
Como todo deja huella, en el Alcal¨¢ tuvimos las dos cosas. El J. J. eminente, rumboso como el padrino de un bautizo, brill¨® en un contundente Blues walk, una versi¨®n de You've changed para la que no hizo falta micr¨®fono, y un homenaje final a Kai Winding. Pero tambi¨¦n vimos al J. J. compositor, que fabrica dif¨ªciles contrapuntos sobre canciones conocidas, y escribe piezas con introducciones grand¨ªsonas y desarrollos que suenan a cinematogr¨¢ficos o televisivos, lo cual parece inevitable y no est¨¢ mal.
En esos momentos, J. J. lo controlaba todo. A sus ¨®rdenes, el bater¨ªa Victor Lewis refrenaba o desencadenaba su enorme potencia, Rufus Reid cog¨ªa y soltaba el arco del contrabajo, Ralph Moore pasaba del saxo tenor al soprano y del soprano al tenor, y la gentil Ren¨¦e Rosnes, pianista prometedora, estaba muy pendiente de guiar la r¨ªtmica a trav¨¦s de los distintos pasajes. Luego, como premio, J. J. dej¨® luego media horita a sus chicos para que se lucieran, y as¨ª de paso descansaba ¨¦l un rato.
Un perfeccionista
Un detalle: a J. J. Johnson le gusta tocar acompa?ado solamente por el contrabajo y se puso a ello en seguida, confiado en que tra¨ªa a Rufus Reid. Pero fall¨® el sonido, y de repente Rufus Reid apareci¨® en medio de un l¨ªo de cables. Otro m¨²sico hubiera tirado para delante, haciendo cualquier chapuza sobre la marcha. Pero J. J. Johnson, un perfeccionista, par¨® el concierto y, mientras el fallo se arreglaba, se entretuvo y nos entretuvo con una versi¨®n a pelo de Paper doll, atribuyendo equivocadamente la canci¨®n a los Ink Spots, en vez de a los Mills Brothers.Y nos gustar¨ªa seguir con J. J. Johnson, pero hay que hablar tambi¨¦n de Adam Makowicz, el telonero. Estaba anunciado en tr¨ªo, pero toc¨® solo y se disculp¨® por la circunstancia, aunque no hab¨ªa por qu¨¦. Hombre, si hubiera venido en tr¨ªo nos hubi¨¦ramos juntado all¨ª m¨¢s gente, pero Makowicz puede estar tocando ¨¦l solo horas enteras. Es un pianista muy bueno, una especie de mezcla entre Chopin y Art Tatum. Para hacerse una idea, imag¨ªnese el lector un pirata que fuera una mezcla de Drake y Barbarroja. Tiene Makowicz una t¨¦cnica complet¨ªsima, u?a mano izquierda poderos¨ªsima, un lempo medio buen¨ªsimo, y no seguimos con superlativos porque lo malo de este hombre es cuando se pone superlativo, en plan virtuoso y pianista de un mill¨®n de dedos.
Entre tema y tema, Adam Makowicz hizo unas presentaciones muy corteses, que fueron directamente al vac¨ªo. Bueno, al vac¨ªo no, a los cuatro gatos que est¨¢bamos all¨ª y que mejor hubi¨¦ramos estado en un club, oy¨¦ndole y tomando copas.
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