M¨²sica para el maestro Arrau
Claudio Arrau ha vuelto a Espa?a, gracias a una iniciativa de la revista musical Scherzo en su tercer aniversario, dentro de esa gira de despedida art¨ªstica que realiza por las grandes capitales del mundo. Madrid no pod¨ªa faltar en su ¨²ltimo recorrido art¨ªstico, y por ello la indisposici¨®n sufrida el martes, que oblig¨® a aplazar el concierto, no pod¨ªa privarle de darnos ocasi¨®n para brindarle el que probablemente sea nuestro ¨²ltimo aplauso art¨ªstico. Ochenta y cinco a?os son ciertamente muchos a?os, m¨¢s para un pianista. Por ello resulta incre¨ªble que, despu¨¦s de salir ayudado al escenario, pueda todav¨ªa superar las barreras humanas para elevarse al olimpo art¨ªstico. Pero 85 a?os tienen tambi¨¦n la ventaja de la madurez. As¨ª se concibe lo que Claudio Arrau nos regal¨® el viernes.En un impulso demasiado juvenil, elabor¨® un programa de amplias pretensiones para cualquier pianista joven: dos sonatas de Beethoven y tres fragmentos de Los a?os de peregrinaje, de Liszt, entre los cuales se encontraba la dificil¨ªsima Fantas¨ªa quasi sonata despu¨¦s de una lectura de Dante.
Claudio Arrau
Obras de Beethoven y Liszt. Auditorio Nacional. Madrid, 25 de noviembre.
Poco importa que ¨¦sta sea hoy un reto excesivo o que inexplicablemente desaparezcan del recital Los juegos de agua de la villa del Este, comprensible quiz¨¢ por la complicada digitaci¨®n con infinitivos tr¨¦molos y trinos para la mano derecha, o que incluso alg¨²n presto o allegro beethoveniano lo fuese menos. Por encima de todo est¨¢ la madurez de un artista excepcional que es capaz de hacer m¨²sica como muy pocos elegidos pueden hacerlo.
El Beethoven de Claudio Arrau ha de permanecer obligatoriamente en el recuerdo por cuanto supone un revulsivo frente a tanto concepto gris, as¨¦ptico y distante, pero t¨¦cnicamente impecable, de hoy d¨ªa al que estamos acostumbrados.
Sobrecogimiento
Si su sonata de Los adioses ya nos sobrecogi¨®, fue curiosamente en una m¨¢s juvenil de Beethoven, la n¨²mero siete, en re mayor, donde el genio de Arrau desbord¨® al auditorio. El pianista chileno la siente despu¨¦s de haber vivido las 32 sonatas de la producci¨®n beethoveniana y da un valor nuevo a cada uno de sus tiempos en funci¨®n de su devenir hist¨®rico ante lo posterior.Nadie hubiese podido rebatir, tras escuchar el Largo y mesto, uno de los movimientos m¨¢s profundos y emotivos del compositor de Bonn, que la partitura podr¨ªa llevar un opus posterior al n¨²mero 100. Claudio Arrau desgran¨® las notas haciendo llorar al piano como si la, experiencia del testamento de Heiligenstadt hubiera sido ya sufrida. Un tiempo as¨ª justifica de por s¨ª todo un concierto y el entusiasmo demostrado por el p¨²blico al concluir el mismo.
No pod¨ªa Claudio Arrau dejarnos mejor recuerdo que ¨¦ste, el de la m¨²sica m¨¢s simple, pero m¨¢s dif¨ªcil de crear.
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