Napalm
Desde el atentado de Hipercor, la lucha de ETA contra el Gobierno huele a napalm. Esta guerra ya no va dirigida contra los aparatos armados del Estado, el Ej¨¦rcito o la polic¨ªa en todas sus formas, sino contra la poblaci¨®n en general para que cunda la cultura del terror y sea la sociedad civil quien exija negociar cuanto antes y lo que sea. No es mal sistema. Es tan antiguo como las guerras sucias, pero los estrategas del Pent¨¢gono lo actualizaron y nos horrorizaron a casi todos cuando teorizaron la estrategia de "llegar al borde del abismo" para hacer inevitable la negociaci¨®n. Kissinger fue el disc¨ªpulo aventajado que aconsej¨® desfoliar Vietnam con napalm para ablandar las exigencias negociadoras del Vietcong.No es que trate de hacer un repaso de la historia. Me limito a darme por enterado y a sugerir a los portavoces de ETA que no se tomen la molestia de razonar matanzas como las de Barcelona, Zaragoza o Madrid. Cuando les veo sonriendo t¨ªmidamente en las fotograf¨ªas, tratando de explicarnos que el Gobierno es muy malo, que ha mentido al decirnos que ETA estaba aniquilada, obligando a una respuesta contundente, yo, la verdad, me siento m¨¢s inc¨®modo que ellos. No s¨¦ a d¨®nde mirar. A cualquier sitio donde no vea a esos ni?os muertos concretos y desarmados que fueron incendiados por error o porque cometieron la torpeza de pasar por donde ETA hab¨ªa dejado una tarjeta de visita al Gobierno. Miro a cualquier sitio menos a esa fotograf¨ªa donde los enterradores morales expresan su indignaci¨®n porque el Gobierno obliga a ETA a bombardearnos con napalm, y asumo el plural porque ya nadie sabe qui¨¦n o qui¨¦nes ser¨¢n el pr¨®ximo error. No s¨¦ por qu¨¦ han de dar explicaciones. Bastar¨ªa con que junto al coche bomba dejaran un pastelito de la misma clase que el que le dieron a Emiliano Revilla para demostrar que se preocupan de las formas. Dicen que despu¨¦s de actos como el de Hipercor, Zaragoza o Madrid, los responsables materiales y estrat¨¦gicos no pueden conciliar el sue?o. No nos los merecemos.
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