B¨ªfidos
Ni la corona de laurel, que a t¨ªtulo p¨®stumo y bienintencionado intentan ce?ir sobre sus sienes algunos popes de la cultura a la b¨²squela de poetas malditos, ni la palma del martirio, capaz de reconvertir los mayores excesos en vi?etas de una biograf¨ªa justificada por una muerte prematura, cuadran con la figura de Eduardo Haro Ibars, provocador ir¨®nico, poeta tan l¨²cido en su vida como en su obra, inseparables.La desaparici¨®n reciente de Eduardo Haro Ibars ha dado pie a una serie de celebraciones en amigos y compa?eros, a pesar, han, hemos, ca¨ªdo en los clich¨¦s habituales de la funeraria.
En los salones modernistas de la Sociedad de Autores tuvo lugar el pasado martes una mesa redonda convocada por los amigos y herederos de Eduardo; el legado por supuesto, nada tiene que ver con lo monetario. Tan lejos como pudimos huir de la evocaci¨®n nost¨¢lgica, casi todos los ponenentes coincidimos en glosar una tribuna de este peri¨®dico en la que bajo el t¨ªtulo de La generaci¨®n b¨ªfida, Eduardo Haro Tecglen pasaba revista a los coet¨¢neos de Eduardo Haro Ibars, ubicados cronol¨®gicamente alrededor de los 40 a?os e ideol¨®gicamente en los territorios, hoy absolutos p¨¢ramos, de cierta izquierda que vibr¨®, m¨¢s por resonancia que por vivencia, con el Mayo franc¨¦s.
Las dos puntas de esta generaci¨®n b¨ªfida se?alan, seg¨²n el art¨ªculo citado, al poder, al que accedieron algunos tras renunciar a sus postulados ideol¨®gicos y vitales, incapaces de resistir al suculento plato de lentejas, y a la marginaci¨®n y la muerte.
Quisimos matizar los ponentes las aristas de este profundo abismo separador, esa dicotom¨ªa entre el cielo infernal de los poderosos y el infierno celestial en el que se pudren los puros de coraz¨®n que no se dejaron tentar por la oferta de Esa¨² hecha plato de lentejas.
Primog¨¦nito
Eduardo Haro Ibars, el primog¨¦nito de estos ¨¢ngeles ca¨ªdos, experto fun¨¢mbulo en la cuerda floja que separa m¨¢s que une los m¨¢rgenes del abismo, explor¨® las m¨¢s profundas simas a pecho descubierto y eligi¨®, consciente de los riesgos, los sinuosos senderos de la marginaci¨®n sin paliativos que pudieran mitigar ese desclasamiento. Fiel al eslogan generacional que preconizaba "Sexo, droga y rock and roll" en un escenario dominado por la castidad, el deporte y el hilo musical.
Poeta ang¨¦lico en la ¨®rbita de Blake, Eduardo Haro Ibars se quem¨® en todas las hogueras de su tiempo mientras muchos de sus compa?eros de viaje pas¨¢bamos de puntillas sobre las brasas para no quemarmos como ¨¦l.
Sus cuadernos de ruta, dispersos o perdidos, sus cr¨®nicas, poemas, canciones y op¨²sculos son y seguir¨¢n siendo imprescindible gu¨ªa para los viajeros de un tiempo que nunca ha sido nuestro.
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