Irak se prepara ante la paz armada
La apertura del r¨¦gimen tras el alto el fuego no pone fin a la dictadura de Sadam Husein
El cese de la guerra con Ir¨¢n ha hecho recuperar a Irak sus aspiraciones de l¨ªder de las naciones ¨¢rabes. Con una paz todav¨ªa sin firmar y una reconstrucci¨®n apenas en marcha, el presidente iraqu¨ª, Sadam Husein, acaba de sorprender al mundo y a sus propios conciudadanos con una propuesta de democratizaci¨®n que pretende comprometer a Siria, su principal rival pol¨ªtico, en esos deseos. Con las manos fuera del conflicto del Golfo, sus ojos se han vuelto hacia L¨ªbano, donde no ha dudado en prestar respaldo a los enemigos de sus enemigos. El Gobierno cristiano que preside el general Michel ha recibido ayuda militar por valor de 24.000 millones de pesetas.
El presidente Husein no se ha andado con peque?eces. A la concesi¨®n de una amnist¨ªa general para los presos pol¨ªticos y la instauraci¨®n del multipartidismo ha a?adido el horizonte de unas elecciones democr¨¢ticas. Para ello no ha dudado en adoptar un singular American way. Propone un debate televisivo no con sus eventuales contendientes nacionales, sino con el presidente sirio, Hafez el Asad. Pretende Husein determinar de esta forma tan occidental a qui¨¦n corresponde la responsabilidad de la escisi¨®n del partido Baas, cuyas dos ramas opuestas gobiernan en Bagdad y Damasco.En el plano interior, la amnist¨ªa excluye a "los que han actuado como esp¨ªas al servicio de Ir¨¢n o de su Ej¨¦rcito". De donde se desprende que el principal partido de la oposici¨®n shi¨ª, el Dawa, radicado en Teher¨¢n, no se encuentra incluido en la decisi¨®n. La medida no carece, sin embargo, de significado cuando el ¨²ltimo informe de Amnist¨ªa Internacional sobre Irak, publicado el pasado octubre, daba cuenta de miles de presos pol¨ªticos, muchos de ellos "detenidos sin proceso o juzgados sumariamente por tribunales especiales". El alcance de las reformas s¨®lo podr¨¢ verse a medio plazo. La reciente amnist¨ªa a los kurdos, poco despu¨¦s de la operaci¨®n militar que les oblig¨® a huir a Turqu¨ªa, no ha alcanzado a los hombres de la Uni¨®n Patri¨®tica del Kurdist¨¢n, limitando su valor.
El alto el fuego no ha significado la paz inmediata y, aun as¨ª, las conversaciones iniciadas por los Gobiernos de Irak e Ir¨¢n en Ginebra obtienen los mejores resultados. Para Bagdad se tratar¨¢ de una Paz armada. El pretexto de la seguridad y de los propios condicionamientos pol¨ªticos de la dictadura instalada a orillas del Tigris va a perpetuar, seg¨²n todos los indicios, una situaci¨®n de alto nivel armament¨ªstico. Es cierto que la reconstrucci¨®n ha originado ya algunos movimientos de apertura econ¨®mica, pero el inesperado anuncio de una apertura pol¨ªtica tropieza con la incredulidad de quienes conocen el r¨¦gimen desde dentro.
La reconstrucci¨®n
La reconstrucci¨®n est¨¢ en marcha desde el mismo d¨ªa en que estall¨® el conflicto. Las autoridades iraqu¨ªes han preparado anualmente dos presupuestos distintos: uno para mientras durara la guerra y otro para el momento en que ¨¦sta concluyese. La diferencia fundamental entre uno y otro radicaba, evidentemente, en el ¨¦nfasis que cada uno pon¨ªa en el desarrollo armament¨ªstico. Decenas de proyectos civiles quedaron congelados a lo largo de los ocho a?os de batallas y las empresas espa?olas, entre otras, saben de cancelaciones de contratos y pagos aplazados. S¨®lo los vendedores de armas incrementaron su volumen de negocios.
El Gobierno de Bagdad, consciente de la necesidad de un desarrollo econ¨®mico que permita cubrir lo m¨¢s r¨¢pido posible los vac¨ªos ocasionados por la guerra, ha manifestado su disposici¨®n a la apertura. Como primera medida, se procedi¨® este verano a la privatizaci¨®n de las gasolineras. El siguiente paso lo constituye el sector tur¨ªstico. Se ha disuelto el organismo encargado de la gesti¨®n de este ¨¢rea econ¨®mica -mantenida a ralent¨ª durante la guerra- y se han efectuado las primeras ofertas a las empresas hoteleras con intereses en el pa¨ªs. El plan piloto prev¨¦ concesiones de explotaci¨®n por 25 a?os.
En la calle, el tradicional "es debido a la guerra" con que se justificaban hasta ahora las carencias ha sido sustituido por un "tal vez ahora" pronunciado sin mucha esperanza. "Tal vez ahora" que tanto significa la posibilidad de viajar al extranjero, prohibido hasta ahora para la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes, como de poder comprar fruta a unos precios razonables. Esta corresponsal pag¨® 10 dinares (3.850 pesetas al cambio oficial) por dos manzana; y dos pl¨¢tanos en una de las escasas tiendas abastecidas con estos productos en Bagdad.
No es seguro, sin embargo, que estas mejoras vayan a ser suficientes para contentar a una poblaci¨®n hastiada de guerra, de censura y de falta de libertad. Desde la revoluci¨®n de 1969 -un simple golpe de Estado, seg¨²n los m¨¢s cr¨ªticos-, el r¨¦gimen ha combatido toda forma de oposici¨®n, desde comunistas hasta shi¨ªes proiran¨ªes, pasando por kurdos, jud¨ªos y cristianos asirios. A pesar de la profunda represi¨®n ejercida, la contestaci¨®n no ha desaparecido.
Pero estos coletazos de la maltrecha oposici¨®n no representan una amenaza para el r¨¦gimen. En la actual situaci¨®n, las mayores preocupaciones proceden del Ej¨¦rcito. Los militares, en algunos aspectos mimados durante la guerra, podr¨ªan ser permeables al malestar popular y pretender buscar una soluci¨®n desde dentro del sistema. ?sta ser¨ªa, seg¨²n la opini¨®n de los observadores pol¨ªticos, una de las principales razones para evitar su "regreso" de los cuarteles y mantenerlos en una constante situaci¨®n de alerta. El presidente, cuyo apoyo ¨²ltimo se calcula en una elite de entre 5.000 y 6.000 personas, miembros del partido ¨²nico, no procede de la esfera castrense, aunque, como jefe de Estado, es tambi¨¦n jefe supremo de los ej¨¦rcitos. Durante los ocho a?os que ha durado la guerra no ha tolerado menosprecios a su autoridad, y los errores se han pagado con la vida.
Bagdad es una ciudad llena de rumores. A falta de transparencia informativa y de canales fluidos de comunicaci¨®n, los bagdad¨ªes utilizan el viejo sistema del boca a boca, con el consiguiente riesgo de la distorsi¨®n.
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