Un fallo sin paliativos
El obispo de San Sebasti¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n, pronunci¨® el pasado d¨ªa 21 de noviembre una conferencia en el club Siglo XXI de Madrid sobre el problema de la paz en Euskadi. De ella no se hizo eco EL PA?S hasta el d¨ªa 23, y no mediante una rese?a espec¨ªfica de la misma, sino por medio de un art¨ªculo de Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Patino y una breve cr¨®nica desde Valladolid. En ¨¦sta, el corresponsal recog¨ªa unos comentarios del prelado sobre su intervenci¨®n en el club madrile?o. El lector Eugenio Mart¨ªnez P¨¦rez se queja desde Oviedo: "?C¨®mo es posible que un peri¨®dico que se caracteriza por la informaci¨®n como prioritaria sobre la opini¨®n nos haya vedado conocer de primera mano la noticia de lo que dijo monse?or Seti¨¦n en una plataforma madrile?a?". Mart¨ªnez P¨¦rez expone que la noticia ten¨ªa importancia porque las palabras del conferenciante "se aderezan con la autoridad de la jerarqu¨ªa". "Conviene saber lo que dijo", agrega, "para aceptarlo o para rebatirlo".El redactor jefe Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo se responsabiliza del fallo informativo. Pero no comparte en su totalidad la opini¨®n del lector. "El art¨ªculo de Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Patino", manifiesta, "recog¨ªa la parte sustancial de lo dicho por monse?or Seti¨¦n, con comentarios del autor". "Me pareci¨®", cuenta, "que era una forma oportuna de recoger la pol¨¦mica creada por la intervenci¨®n del obispo en el Siglo XXI". Le pareci¨® que no era necesario alargar la referencia a las palabras del monse?or: "Creo sinceramente", a?ade, "que Mart¨ªn Patino recog¨ªa lo sustancial".
El art¨ªculo de Mart¨ªn Patino era una glosa de las palabras del obispo, que se apoyaba en citas textuales del orador. Lo m¨¢s sobresaliente y m¨¢s discutible de la conferencia estaba en dicho art¨ªcialo, pero indudablemente, corrio reconoce Izquierdo, no haber publicado la rese?a de la intervenci¨®n fue un fallo. "Un fallo sin paliativos", admite el redactor jefe; aunque agrega: "Defiendo la opci¨®n profesional seguida el d¨ªa 23".
?'Porros' en la v¨ªa p¨²blica?
En el art¨ªculo Un bar llamado Aula Magna, que trataba de la falta de lugares aptos para el estudio, firmado por Javier Cuartas (EL PA?S, 29 de noviembre), se dec¨ªa que en la calle Rosal de la ciudad de Oviedo "los j¨®venes se re¨²nen al atardecer y salen a la calzada a fumar porros para desesperaci¨®n de los transe¨²ntes,". Si los transe¨²ntes est¨¢n desesperados, m¨¢s lo est¨¢ el autor del trabajo, porque los j¨®venes resulta que no fuman porros, sino algo bastante m¨¢s inocuo:forman corros. Esto es lo que Cuartas dict¨® por tel¨¦fono. Un duende, en este caso no el conocido de la imprenta, sino el de los auriculares, fue el culpable. Hay estudiantes que se entregan al porro; pero debe dej arse claro que los de la calle Rosal de Oviedo lo que hacen es aquello que en la infancia aprendieron: formar corros.
Existe un 'continuista'
Fernando Garc¨ªa-Pelayo sale al paso de un lector -defendido desde este espacio- que se?al¨® la inexistencia de las palabras continuista y continuismo. Estas voces, dec¨ªa, no aparecen en ning¨²n diccionario espa?ol; hay que decir continuador/a y continuidad. Garc¨ªa-Pelayo se remite al diccionario de la lengua espa?ola Larousse, del que es autor otro Garc¨ªa-Pelayo: Ram¨®n. Dice este diccionario: "continuismo m. Amer. Pertenencia indefinida de un mandatario en un cargo p¨²blico"; "continuista adj. y s. Partidario de prolongar un cargo p¨²blico, y tambi¨¦n de un gobierno o cargo p¨²blico". Fernando recuerda que la ed¨ªtorial Larousse tiene un departamento de espa?ol desde 1912. Y a?ade: "El autor es m¨¢s espa?ol que la montera de Curro Romero, lo mismo que los que colaboramos con ¨¦l". El libro se acab¨® de imprimir el 20 de abril de 1987 en Toledo. "Todos los patriotismos salvados", exclama. Y concluye: "En nuestros diccionarios ponemos 'lo que se dice' y no s¨®lo lo que la Academia quiere que se diga".
Aunque continuista y continuismo son palabras que no aparecen en diccionarios espa?oles tan autorizados como el de la Real Academia, el Casares y el Mar¨ªa Moliner, nada en particular hay contra ellas -y menos ahora cuando ya est¨¢n consagradas por un Larousse-, salvo cuando suplantan a continuidad y continuador/a, como fue el caso del que advert¨ªa el lector primero. Son neologismos que se pronuncian y se escriben, s¨ª, con mucha frecuencia y es posible que los inmortales los admitan en el futuro.
Doble sentido
El Ayuntamiento de un pueblo de Madrid public¨® un anuncio en EL PA?S (24 de noviembre) que ha llamado la atenci¨®n de un lector. Dec¨ªa el reclamo que "el Ayuntamiento precisa cubrir un profesor de Educaci¨®n F¨ªsica". El abogado de M¨¢laga y Granada Rafael G¨¦nova de Ara¨²jo se extra?a: "?Para qu¨¦ querr¨¢n cr¨ªas de profesor de Educaci¨®n F¨ªsica? ?Encontrar¨¢n alguno que se deje cubrir?". G¨¦nova de Ara¨²jo pregunta al defensor de los lectores si no hay en el peri¨®dico alguien que corrija ese tipo de imprecisiones de los anuncios.
En verdad que no se repar¨® en el equ¨ªvoco a que se prestaba el t¨¦rmino cubrir en el texto del anuncio. Cubrir tiene hasta 21 significados. El lector ha tomado la palabra en el sentido de "juntarse el macho con la hembra", que es su cuarta acepci¨®n. All¨¢ en la d¨¦cima quiere decir, "trat¨¢ndose de un servicio, disponer de personal para desempe?arlo". Habr¨ªa que haber escrito que "el Ayuntamiento precisa cubrir una plaza de (...)".
La extra?eza de Rafael G¨¦nova habr¨ªa sido mayor si hubiera reparado en otro anuncio, aparecido el mismo d¨ªa, pero en distinta p¨¢gina, de la misma corporaci¨®n municipal. Dec¨ªa que "el Ayuntamiento precisa cubrir un profesor de m¨²sica de tromb¨®n". Los equ¨ªvocos que pueden resultar del juego de la sem¨¢ntica nos conducir¨ªan en estos casos a un mayor grado de doble sentido: si adem¨¢s de leer cubrir como juntarse el macho con la hembra, leemos ayuntamiento como "c¨®pula carnal", que es la quinta acepci¨®n del vocablo, nos acercar¨ªamos a lo psical¨ªpt¨ªco.
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