Gobierno-sindicatos, plan de paz
Me parece, no s¨¦ si me equivoco, que una buena y amplia parte de las gentes de este pa¨ªs est¨¢ casi por igual perpleja y escindida ante dos hechos que no acaba de comprender y, menos a¨²n. de justificar: uno -prioritario en el tiempo y con mayor carga de responsabilidad pol¨ªtica-, que el Gobierno y, dentro de ¨¦l, los tecn¨®cratas y cient¨ªficos economicistas hayan dejado llegar las cosas a esta situaci¨®n y a este punto de no entendimiento con unas centrales sindicales que, durante todos estos a?os, para nada han dado muestras de extremismo, radicalismo o intolerancia; dos, que justamente por eso -y aunque pueda alegarse agotamiento final, saturaci¨®n, la gota, el PEJ, que desborda el vaso- se est¨¦ viendo tal vez como excesivamente r¨¢pida y desproporcionada, como, por tanto, no del todo justificada, la escalada hacia ese ¨²ltimo recurso que es siempre para la clase obrera la huelga general.Ante esta situaci¨®n, y como el tiempo urge -pr¨¢cticamente se est¨¢ agotando ya el breve margen disponible-, me atrevo a hacer aqu¨ª la siguiente pro puesta, heredera de otras mil que a se han hecho para una -?todav¨ªa posible?- reapertura de di¨¢logo y negociaciones que eviten, aun sin dramatizar graves consecuencias objetivas, no queridas en el fondo por ninguna de las dos partes y, desde luego, que tampoco por la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos.
Dicha propuesta -s¨®lo metaf¨®ricamente plan de paz, pues tampoco se trata de ninguna guerra- incluir¨ªa, entre otras posibles, las siguientes condiciones, ya bien conocidas, por lo dern¨¢s, por los frustrados interlocutores:
1. Retirada inmediata por el Gobierno del denominado Plan de Empleo Juvenil (el ya citado PEJ), como signo inicial de, por su parte, buena disposici¨®n para la negociaci¨®n, y el compromiso serio de sustituci¨®n por otro elaborado en colaboraci¨®n con los principales actores socia es en ¨¦l en mayor medida implicados.
2. Reuni¨®n, tambi¨¦n inmediata de las cumbres gubernamental y sindical, con objeto de establecer un plan firme de conversaciones y de negociaci¨®n sobre la pol¨ªtica econ¨®mica y laboral del pa¨ªs, donde se plantear¨ªa, por supuesto, el estudio de la, medidas concretas reclamadas por los sindicatos en el escrito de comunicaci¨®n al Gobierno de la decisi¨®n de convocatoria de paro general. Lo anterior no excluye, desde luego, la intervenci¨®n en su momento de la patronal y, sobre todo, para nada afecta ni debe afectar a la plena legitimidad y soberan¨ªa, eni ¨²ltima y decisiva instancia, de la instituci¨®n parlamentaria, dem¨¢s ¨®rganos de car¨¢cter constitucional.
3. Compromiso expl¨ªcito de renunciar a interpretaciones de tales di¨¢logos e hipot¨¦ticos, necesar?os, acuerdos en t¨¦rminos del tradicional tr¨¢gala, de la d¨ªal¨¦ctica -una vez m¨¢s a superar- de vencedores y vencidos. Podr¨ªa llegarse, pues, a la publicaci¨®n de un texto o documento com¨²n inicial recogiendo ese prep¨®sito de resolver por dichas v¨ªas los problemas aqu¨ª en este momento, y en un futuro pr¨®ximo, planteados. Si se considera se oportuno por ambas partes, cabr¨ªa incluso admitir la presencia en todo este proceso de un reducido n¨²mero de personas de calificada notoriedad profesional e intelectual, tanto a efecto de ampliar y hacer m¨¢s plural el testimonio como de facilitar eventualmente las v¨ªas de tan necesario entendimiento.
4. Desconvocatoria, si los puntos anteriores se aceptan, de la huelga o paro general previsto, y ya en muy avanzado estado de preparaci¨®n, para el pr¨®ximo d¨ªa 14 de diciembre, as¨ª con lo de las manifestaciones concurrentes con ella. Tanto poder y legitimidad se prueban al convocar una huelga como al desconvocarla o, es bien conocielo, al saber terminarla. Entre otras cosas, todo este movimiento y actividad de las ¨²ltimas semanas habr¨ªa ya servido, y deber¨ªa seguir valiendo, para avanzar en una socialmente m¨¢s amplia y detenida consideraci¨®n, en un mejor y m¨¢s riguroso conocimiento -una m¨¢s democr¨¢tica toma de conciencia dec¨ªamos hasta hace muy poco-, acerca de los problemas econ¨®micos y, conectados a ellos, de los problemas; pol¨ªticos y sociales que -con un pa¨ªs en marcha, quede esto claro tenemos, no obstante, pencl¨ªentes todav¨ªa de resoluci¨®n y hasta de adecuado planteamiento. ?sta ser¨ªa, a mi juicio, la mejor conmemoraci¨®n que en este diciembre de 1988 podr¨ªamos hacer de los 10 primeros a?os de vida de nuestra democr¨¢tica y progresista Constituci¨®n.
Nota final: En mi opini¨®n, todo lo anterior valdr¨ªa, aunque fuese ya tarde o insuficiente, para desconvocar. Si al fin se va, pues, a la huelga general, que es una huelga legal, que lo sea para bien y que lo sea en paz. Y que todos sepamos sacar de ella ¨²tiles y justas ense?anzas: "Se gane o se pierda", ?por qui¨¦n?, la huelga no deslegitima ni al Gobierno ni a los sindicatos. Lo que, antes o despu¨¦s de ella, puede, en cambio, contribuir a la lenta desleglumacl¨®n de ambos, a la p¨¦rdida de confianza ante amplios sectores del pa¨ªs, es precisamente el dogmatismo y la cerraz¨®n ante las posic¨ªones y los argumentos ajenos, la incapacidad o la no voluntad para el acuerdo y el entendimiento, siquiera sea parcial y progresivo, dentro siempre de un marco realista y, por supuesto, constitucional.
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