Austria y la CE
Austria est¨¢ metida de lleno en un debate nacional de proporciones may¨²sculas, intentando decidir si le conviene integrarse en la CE y, en tal caso, cu¨¢ndo debe mandar la carta par? pedir el inicio de negociaciones. Lo malo es que, entonces, surgir¨¢ una dificultad m¨¢s grave a¨²n: ?c¨®mo hacer frente a las cortapisas constitucionales que Austria tiene impuestas? Dicho en otras palabras, el tratado por el que los aliados concedieron a Austria su independencia en 1955 preve¨ªa que el pa¨ªs no comprometer¨ªa su soberan¨ªa o su capacidad de decisi¨®n independiente en favor de organizaciones supranacionales. Y un acuerdo suplementario firmado en Mosc¨² dispon¨ªa que los austriacos adoptaban libre y permanentemente la neutralidad (las malas lenguas dicen que lo hicieron porque era la ¨²nica forma de que se fueran los sovi¨¦ticos).De los dos grandes partidos que comparten la coalici¨®n de gobierno, los socialistas del canciller Vranitzky dicen que, aun cuando est¨¢n de acuerdo en que Austria debe participar en el mercado ¨²nico europeo despu¨¦s de 1992, antes de negociar es preciso dilucidar los grandes temas pol¨ªticos interiores. Los conservadores del ministro de exteriores, Mock, por el contrario, quieren lanzarse a la griega a solicitar el ingreso en la CE, para despu¨¦s ver lo que sucede a lo largo de las negociaciones.
En una cosa est¨¢n todos de acuerdo. Austria es Europa. Y, por ser una democracia, no, puede sino estar integrada en la CE. Y si se trata de estar econ¨®micamente preparados para el tir¨®n de la competencia comunitaria, sus cifras son espectaculares: s¨®lo un 5,6% de paro, un 6% de incremento de la producci¨®n industrial y, para 1987, un crecimiento del ¨ªndice de precios al consumo de apenas un 1,4%. Con su moneda estable, hasta tendr¨ªan menos problemas que Espa?a para sumarse al sistema monetario europeo.
Cuando se les dice que, al igual que le pas¨® a Espa?a, les va a ser necesario sacrificar alg¨²n grado de independencia estrat¨¦gica o pol¨ªtica, contestan que "si la CE nos quiere, tiene que ser generosa". Hay que transar. ?Renunciar a la neutralidad, tal vez? Nunca, dicen todos, desde el canciller hasta el presidente de la federaci¨®n sindical, pasando por el de los empresarios. Sin embargo, "nunca" se dice con la boca chica. Por de pronto, afirma ron la semana pasada los expertos, si Austria se sumara a unas sanciones aplicadas por la CE a un pa¨ªs tercero no esta r¨ªa infringiendo la neutralidad.
Adem¨¢s, la situaci¨®n internacional no es hoy la misma que hace 33 a?os; hoy, Gorbachov habla con convicci¨®n de una "casa com¨²n europea", cuyo mejor ejemplo es ahora la amistad austro-h¨²ngara. ?C¨®mo aplicarle una neutralidad de guerra fr¨ªa? En todo caso, dicen los austriacos, la CE a¨²n no sabe ad¨®nde va a ir a parar, no sabe siquiera si al final de su proceso de integraci¨®n tendr¨¢ o no un paraguas estrat¨¦gico. ?Para qu¨¦ hablar de neutralidad austriaca si no se sabe si el concepto ser¨¢ necesario cuando se termine la negociaci¨®n con los doce?
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