"Creo en una Europa sin bloques, un viaje a la utop¨ªa"
El socialdem¨®crata Franz Vranitzky inicia el pr¨®ximo martes una visita oficial a Espa?a
Grande, juvenil y extremadamente amable, habla con cuidado, midiendo sus palabras, queriendo comprobar el efecto que tiene sobre su interlocutor. Es evidente que muchas de sus respuestas han sido elaboradas con prudencia, como si con ellas tuviera que con tentar a todo el mundo. Su ¨²nica espontaneidad verdadera consiste en llegar tarde a todos lados y en saber hac¨¦rselo perdonar.Pregunta. Me gustar¨ªa que empez¨¢ramos por Europa. ?Qu¨¦ quiere decir para Austria el "techo com¨²n" de que habla el l¨ªder sovi¨¦tico Gorbachov?
Respuesta. La situaci¨®n geogr¨¢fica y geopol¨ªtica peculiar de Austria desde despu¨¦s de la II Guerra Mundial la ha forzado a vivir en contacto directo con las diversas variedades del antagonismo Este-Oeste. Forma parte de nuestra pol¨ªtica, tanto de la interna como de la internacional, intentar llevar al ¨¢nimo de otros pueblos que existen m¨¦todos e instrumentos para relajar ese antagonismo. Y me parece justo decir que el tratado de Estado que Austria y las cuatro potencias aliadas firmaron en 1955, as¨ª como el acuerdo de la neutralidad permanente que el pa¨ªs se dio, son excelentes ejemplos de c¨®mo hacer frente a ¨¦l. Por tanto, despu¨¦s de 33 a?os de neutralidad permanente en el coraz¨®n de Europa, en la frontera de dos bloques, cierta mente creo que la casa com¨²n puede ser un buen m¨¦todo para hacer frente a las tensiones Este-Oeste. Tal vez, en ¨²ltima instancia, nos llevar¨¢ a una Europa en la que haya dejado de haber bloques pol¨ªticos o militares... un, llam¨¦mosle, viaje a la utop¨ªa Aunque creo que en ese viaje podemos mejorar considerablemente las condiciones europeas de vida en com¨²n. Si a eso es a lo que suena la idea de Gorbachov de una casa com¨²n, me parece que estoy de acuerdo con ella. Esto no quiere decir, claro, que, para conseguirla, las democracias occidentales tengan que dejar de ser sociedades democr¨¢ticas o que ahora seamos incapaces de distinguir al Oriente del Occidente europeos. Pero es cierto que hay margen para que mejoremos, y mucho, las relaciones entre Este y Oeste. Y no estoy hablando de la integraci¨®n europea o de lo que hay que hacer para que tal visi¨®n fructifique. Hablo, en t¨¦rminos generales, de la posici¨®n de Europa en un mundo en el que es preciso competir con Norteam¨¦rica, con el Lejano Oriente, con el Pac¨ªfico del Sur.
Europa futura
P. De modo que le preocupa menos la configuraci¨®n pol¨ªtica futura de una nueva Europa, de la Europa de las soberan¨ªas o de las nacionalidades o de lo que resulte al final del proceso...R. Me preocupa, pero no desde el punto de vista de si los europeos podr¨ªan vivir o no si se perpetuaran las circunstancias en que ahora viven, sino desde el punto de vista de lo que podr¨ªan hacer al enfrentarse a nuevos retos, pongamos por caso de Norteam¨¦rica o del Lejano Oriente.
P. Ya. Me parece que ¨¦se e un argumento que utiliza Margaret Thatcher con cierta frecuencia. Dice que no es posible unir a Europa m¨¢s de lo que ya est¨¢ unida, y que ahora se trata de manejar otros conceptos m¨¢s pr¨¢cticos. Nosotros, en Espa?a, en cambio, estamos m¨¢s dispuesto a renunciar a, parcelas de soberan¨ªa. Tal vez sea ¨¦sa la gran pol¨¦mica europea del momento. Me parece, primer ministro, que, precisamente en ese contexto, he llegado a Austria en el momento en que el pa¨ªs se encuentra en plena crisis de definici¨®n. ?Qu¨¦ es esta crisis?
R. Tal y como se est¨¢ planteando ahora, creo que nos enfrentamos con dos partes de un mismo fen¨®meno pol¨ªtico. En la primera existe un consenso importante en el sentido de que deber¨ªamos intentar llegar a participar de la mejor manera posible en el mercado interior [de la CE] despu¨¦s de 1992. Casi no hay discrepancias sobre este punto. Pero en lo que respecta a la segunda, y pese a que se: parta de la base de que la mejor manera de participar en el mercado interior ser¨ªa la accesi¨®n [a la CE], hay mucha discusi¨®n sobre cuestiones funda mentales; por ejemplo, sobre c¨®mo decidir si solicitar la adhesi¨®n o no. Y debo decir que, entre los dos partidos hay... no le llamar¨ªa crisis, no estoy seguro de que llegue a serlo... bueno, no ha llegado a serlo a¨²n. Lo cierto es que nuestros colegas del Partido Popular [conservadores] prefieren decir: "Pidamos la accesi¨®n de todos modos y esperemos a ver cu¨¢l es el resultado cuando estemos metidos en la negociaci¨®n propiamente dicha". En mi propio partido [socialdem¨®crata], yo mismo, decimos que ¨¢un no hemos formulado la mejor estrategia posible para prepararnos a la negociaci¨®n. Y as¨ª estamos.
P. Sin embargo, cuando ustedes lleguen a tomar la decisi¨®n de solicitar el inicio de conversaciones con la CE se topar¨¢n con la cuesti¨®n de su neutralidad permanente.
R. Bueno, s¨ª. La cuesti¨®n de la neutralidad es claramente el n¨²cleo del problema, porque ata?e a un consenso de mayor alcance a¨²n: sencillamente, que no vamos a renunciar a ella. Lo que quiere decir que nos encaramos con una tarea de gran dificultad y ambici¨®n, porque, como todo el mundo sabe, el Tratado de Roma no prev¨¦ la existencia de un miembro neutral, incluso si a veces se atribuye tal car¨¢cter a Irlanda, un caso espec¨ªfico que no es comparable al de Austria. Tambi¨¦n la CE se ver¨¢ enfrentada con un tema completamente nuevo. Se dir¨ªa que carece de instituciones que se ocupen de cosas as¨ª. Precisamente por ello, por consiguiente, tenemos que prepararnos cuidadosamente para la negociaci¨®n.
P. Pero ?ve usted a una Austria neutral como decimotercer miembro de la Comunidad Europea?
R. Su pregunta admite m¨¢s de una respuesta. Primero, he dicho con frecuencia que rechazo la teor¨ªa de la v¨ªa de direcci¨®n ¨²nica. De modo que es indudable que para llegar a ser miembro de la Comunidad vamos a tener que hacer algunos sacrificios. Segundo, me parece que es correcto asumir que el marco en que ahora se desarrollan las relaciones entre los doce no es el definitivo. Tampoco lo es la definici¨®n del papel de cada miembro en la Comunidad. Y tercero, los doce, al menos en mi opini¨®n, no han decidido a¨²n si bajo el paraguas comunitario de Bruselas acabar¨¢n cobijando tambi¨¦n a una alianza defensiva o militar. Y hay m¨¢s cosas sobre las que no se ha tomado decisi¨®n alguna, como la soberan¨ªa, el Parlamento Europeo, la centralizaci¨®n, cosas as¨ª. Por eso les digo siempre a mis compatriotas que no deben pensar que la CE ha completado ya su desarrollo. M¨¢s bien al contrario. Por tanto, les digo que no debemos enjuiciar a la Comunidad desde la perspectiva de hoy, como si ya hubiera adquirido su conformaci¨®n definitiva.
Viaje a Madrid
P. Dentro de unos d¨ªas va usted a visitar al pr¨®ximo presidente de la Comunidad. ?Qu¨¦ le va a decir?R. Me parece que todas estas cosas, todas las ideas que le he expresado a usted durante la entrevista, pero con algo m¨¢s de tiempo para entrar en detalles.
P. Estoy seguro de que lo tendr¨¢n. Desafortunadamente, cuando usted llegue a Madrid, pasado ma?ana, se va a encontrar con un fuerte enfrentamiento entre el Gobierno y los sindicatos. Aqu¨ª eso no ocurre. En Austria, el di¨¢logo social parece solventar todos los problemas. En relaci¨®n con este tema, cuando fue usted reelegido canciller, en enero de 1987, algunos de los intelectuales del partido socialista austriaco exclamaron, refiri¨¦ndose a usted: "Con
¨¦l, por fin, han llegado los conservadores al poder" ,
R. En primer lugar, puede que quienes dijeron eso hace dos a?os no lo repetir¨ªan ahora. En cualquier caso, me parece que estamos en un momento muy interesante del desarrollo del socialismo en Austria. Como usted sabe, este a?o se celebra el centenario del partido, y el movimiento socialdem¨®crata est¨¢ en el proceso de redefinir su papel en la sociedad. Y cuando digo redefinir no me refiero a los valores principales de su ideolog¨ªa, sino al nuevo papel que deben desempe?ar unos valores bien establecidos en una sociedad que ha cambiado estructuralmente en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
P. ?Ha cambiado realmente?
R. Eso creo, eso creo. Consideremos las palabras de los padres fundadores hace 100 a?os. Lucharon por la jornada de ocho horas, por el derecho de voto, por la igualdad de sexos, por el salario m¨ªnimo, por la seguridad social, por el acceso libre a las escuelas y a las universidades. Apliquemos estos valores a los problemas de hoy en d¨ªa. Miremos a los trabajadores que, de la noche a la ma?ana, perder¨¢n sus puestos de trabajo por culpa de las nuevas tecnolog¨ªas o por culpa del valor del d¨®lar en comparaci¨®n con el yen o el marco. Miremos a nuestras ciudades, a nuestro entorno... Lo que intento decir es que hoy en d¨ªa los sistemas socialistas o socialdem¨®cratas siguen estando tan vivos como hace un siglo, tienen que estar m¨¢s vivos, tener mayor vitalidad, porque, como ha escrito alguien recientemente, con el avi¨®n a reacci¨®n tal vez se hayan acortado los tiempos de viaje, pero no se han acortado las distancias. Y desde ese punto de vista, incluso si no recito las viejas plegarias -me estoy refiriendo a sus... a sus intelectuales-, no recito las viejas plegarias porque mucho me temo que ser¨ªan pocos los que las escucharan.
P. Por consiguiente, una actitud y una moral socialistas son compatibles con la dura medicina econ¨®mica de los monetaristas.
R. Lo son, y, me parece que tienen que serlo, porque ser¨ªamos muy malos socialistas, ?verdad?, si no nos preocup¨¢ramos de qu¨¦ clase de deuda nacional, de deudas sociales, dejamos a nuestros hijos y a nuestros nietos. Y yo no podr¨ªa dejar este cargo sabiendo que he beneficiado s¨®lo a la generaci¨®n actual, sin preocuparme ni siquiera m¨ªnimamente de la queviene detr¨¢s.
Hungr¨ªa
P. ?C¨®mo son sus relaciones con Hungr¨ªa?R. Muy ¨ªntimas. Es grande nuestra cooperaci¨®n econ¨®mica, nuestra cooperaci¨®n cultural, hasta incluso la cooperaci¨®n para las compras navide?as. Invaden nuestras tiendas. Son realmente bien venidos, les tenemos sincero aprecio. Nos disponemos a presentar nuestra candidatura conjunta para la siguiente Feria Mundial [1995], lo que constituir¨¢ el primer intento de esta naturaleza, dos ciudades, dos sistemas pol¨ªticos. Sin embargo, tienen dificultades, atraviesan un dif¨ªcil per¨ªodo de reformas. Han iniciado un proceso de reforma de su propio sistema. Les deseo lo mejor. Les miramos con simpat¨ªa e intentamos ayudarles en todo lo que podemos, pero al final, sus reformas las tienen que hacer ellos solos. Y les esperan tiempos dif¨ªciles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.