Silencio roto
EL MINISTRO de Cultura ha hecho unas, declaraciones ins¨®litas que chocan con la costumbre de mantener una apariencia de perfecci¨®n practicada por todos los miembros del Gobierno y los cargos descendentes. Sobre todo, por su fiereza. En ellas hay tres puntos principales: la acusaci¨®n a su propio director general de Cine, M¨¦ndez-Leite, de practicar el amiguismo en el despilfarro de las subvenciones; la calificaci¨®n de Pilar Mir¨® como ignorante de los l¨ªmites entre vida p¨²blica y privada y su selecci¨®n, tambi¨¦n personal, sobre qui¨¦nes pueden o no pueden aparecer por televisi¨®n, y la consideraci¨®n del Plan de Empleo Juvenil como algo fantasmal e inconcreto. Sin entrar en el fondo de estas cuestiones, el quebrantamiento de la ley del silencio que parece envolver a los personajes p¨²blicos es un hecho pol¨ªtico interesante. Quiz¨¢ el primero en romper con una de las herencias de la sociolog¨ªa y la psicolog¨ªa del franquismo -"todo va mejor en el mejor de los mundos posibles"-, que permite creer (levemente) en una posible extensi¨®n de esta saludable escuela de decir lo que se piensa.El momento en que estas declaraciones se hicieron era serio: en v¨ªsperas de la huelga general, cuando uno de los motivos de esa movilizaci¨®n era el supuesto o real Plan de Empleo Juvenil y cuando muchas de las personas que se han sumado a ella lo han hecho por aspectos m¨¢s pol¨ªticos que sociol¨®gicos, como son precisamente las denuncias de amiguimo o nepotismo, los gastos injustos del presupuesto nacional y una conciencia p¨²blica de corrupci¨®n ambiente. Sempr¨²n ven¨ªa a refrendar algunos motivos de los huelguistas en el momento en que el Gabinete, los cargos p¨²blicos del partido socialista y los asimilados se empleaban en bloque para acreditar un discurso dirigido a quitar pretextos a la huelga. Su falta de resultado ha sido visible, y la sinceridad de Sempr¨²n, notable. Paralelamente hay que elogiar el comportamiento de M¨¦ndez-Leite al dimitir frente a una ley del cine con la que no estaba de acuerdo. Son comportamientos tan excepcionales que merecen una atenci¨®n.
Las razones de Sempr¨²n para hacer estas declaraciones fuera de las normas pueden ser varias. Se pueden atribuir a su vehemencia, pero vienen despu¨¦s de un silencio de varios meses sobre cualquier cuesti¨®n de su departamento, y se producen tras haber tenido el tiempo suficiente como para darse cuenta del remanso obligatorio en que estaba: lo rompe porque quiere. M¨¢s sencillamente, se puede decir que cree firmemente en lo que ha dicho y que no ve razones para guardar silencio: no lo guard¨® cuando discrepaba del partido comunista, y fue expulsado y maldito. Parece fiel a una l¨ªnea de conducta. Hay tambi¨¦n suposiciones de que puede desear dejar un cargo que acept¨® sin saber a qu¨¦ compromet¨ªa o que es el Gobierno el que no quiere mantenerle. Esperamos que no sean estas ¨²ltimas las razones, sino la posibilidad de que se abra una nueva manera de decir la pol¨ªtica.
Ahora bien, queda aqu¨ª lo que hemos llamado fiereza en las declaraciones. Son acusaciones graves y concretas contra dos personas tambi¨¦n concretas. Es dif¨ªcil pensar que Sempr¨²n pueda hacer esas declaraciones como intelectual o como ciudadano y dejar en el guardarropa su abrigo de ministro. Est¨¢ cubierto por ¨¦l, y tienen, por tanto, un valor de denuncia que habr¨ªa de demostrar, puesto que, interpretadas sus palabras en el peor sentido, estar¨ªa acusando de delito a dos cargos p¨²blicos, que a su vez pueden acusarle a ¨¦l de calumnia o al menos de injuria. Es algo que deber¨ªa despejarse, sobre todo por la significaci¨®n que tiene para la opini¨®n p¨²blica y porque podr¨ªa iniciar un sistema de depuraci¨®n de quienes administran presupuestos en virtud de un cargo. Hay que recoger el tema, sobre todo por lo ins¨®lito y porque abre unas expectativas. No es de suponer que Sempr¨²n siga como un hombre solo, como un ministro apendicular -amateur, dicen los que estiman el profesionalismo en la clase pol¨ªtica- que terminar¨ªa por convertirse en un personaje extravagante. Lo cual est¨¢ lejos de su personalidad biogr¨¢fica.
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