El Madrid resolvi¨® los 'experimentos' del Bar?a
LUIS G?MEZ Siendo un partido intrascendente como lo era este tercer Madrid-Barcelona de la temporada, el ambiente parec¨ªa empe?ado en decorarlo al uso, con un p¨²blico tenso y un tanto irreflexivo, un p¨²blico que vivi¨® el encuentro como si se tratara de un drama. Del lado opuesto, dos de los actores se plantearon el partido con un exceso de racionalidad. Uno fue el t¨¦cnico Garc¨ªa Reneses, que dirigi¨® a su equipo con tono experimental para terminar coloc¨¢ndolo en una situaci¨®n de clara y manifiesta derrota. Otro, como no pod¨ªa ser menos, fue el yugoslavo Petrovic, quien intent¨® sin conseguirlo convertirse en bestia negra del Barcelona. Entre ambos experimentos, el de Petrovic estuvo m¨¢s cerca del ¨¦xito, si llega a cuajar el atisbo de conflicto que tuvo con Epi. Era una ocasi¨®n para pelearse con la bandera de los azulgrana.
Luego, el experimento. de Garc¨ªa Reneses termin¨® siendo decisivo a la hora de interpretar el partido. El Barcelona llegaba a Madrid no s¨®lo invicto en la Liga, sino con el equipo casi al completo, mientras a su rival le faltaban dos piezas de la talla de Romay y Antonio Mart¨ªn. Garc¨ªa Reneses, calculador como siempre, reserv¨® inicialmente a Norris contemplando c¨®mo Mart¨ªn perd¨ªa fuerza con el castigo de tres personales en los primeros seis minutos. Llevando balones a la zona interior, el Barcelona parec¨ªa dispuesto para adquirir una superioridad incontestable, pero a su vez dej¨® sin alimento a su siempre certera zona exterior, por lo que se produjo el espejismo de contemplar c¨®mo el equipo azulgrana consegu¨ªa su primer triple en el minuto 13 y terminaba el encuentro con s¨®lo dos en su haber, una estad¨ªstica que debe ser ins¨®lita en este club. Para m¨¢s abundan¨²ento, Garc¨ªa Reneses hab¨ªa ya utilizado a 10 jugadores mientras el Madrid, en el minuto 17, hac¨ªa su primer cambio.
Cuando Mart¨ªn parec¨ªa estar a punto de ser devorado, Garc¨ªa Reneses le dio descanso quitando carga a su juego interior. Tanto c¨¢lculo y tanto experimento termin¨® por llevar al partido a un ¨²nico conducto: el Madrid era un equipo caliente y el Barcelona se hab¨ªa enfriado totalmente. Haciendo uso de mayor ardor, de mayor garra, de mayor velocidad y de mayor fe, el Mairid domin¨® ampliamente un encuentro -lleg¨® a tener una ventaja de 19 tantos (70-51)- que afront¨® en condici¨®n de clara inferioridad. Sobre el desgaste de Llorente -en el mejor niomento de su carrera- y la versatilidad de Biriukov rein¨® la fuerza de Ferrando Mart¨ªn, cuyo estado de forma es el id¨®neo para observar hasta qu¨¦ punto es un jugador indiscutible en Espa?a.
En otro papel estuvo Petrovic quien, inicialmente, actu¨® acoplado al resto del equipo, con generosidad en la circulaci¨®n de balones. Pero, conforme pasaron los minutos, y al punto que observ¨® que su marcador era Epi, busc¨® la provocaci¨®n. Entrada tras entrada, regate tras regate, el codo de Petrovic se clavaba en el pecho de Epi, como si no pasara gran cosa, hasta que ambos tocaron el suelo en una acci¨®n y lleg¨® el lio. El p¨²blico salt¨® de sus asientos -parec¨ªa venir preparado para ello- y, por un momento, de la sensaci¨®n de que el asunto de este tercer partido era de gran trascendencia. Dio la sensaci¨®n de que Petrovic busc¨® que le incluyeran entre los puntos calientes de la programaci¨®n del Palau.
Finalmente, el partido termin¨® cor una hip¨®tesis: ?qu¨¦ resultado puede darle a un equipo que pierde por 15 tantos a falta de dos minutos si se coloca en una zona 3-2?. Naturalmente, una zona en esas circunstancias, una zona que her¨ªa la sensibilidad de los propios jugadores azulgrana, no pod¨ªa permitir otra cosa que un final tranquilo para el equipo que lleva 15 tantos en su haber. Entre otras cosas, porque, con la primei a l¨ªnea de defensa a tres metros de distancia, jam¨¢s un base va a perder la pelota. Pero, en fin, bien vale saber a estas alturas el resultado que dan ciertas hip¨®tesis.
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