La telefon¨ªa manual se jubila en Espa?a
Polopos, un pueblo de la Alpujarra granadina, celebra la automatizaci¨®n de la l¨ªnea telef¨®nica
Unos 30 minutos debi¨® esperar el ministro de Transportes y Comunicaciones, Jos¨¦ Barrionuevo, para hablar con el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, a trav¨¦s de la ¨²ltima centralita manual de telefon¨ªa de Espa?a, situada en Polopos, un pueblo de 260 habitantes en la Alpujarra granadina. Ayer fue un d¨ªa grande en esta poblaci¨®n mar cada por la sequ¨ªa, que recibi¨® a Barrionuevo y, al presidente de Telef¨®nica, Luis Solana, entre aplausos y pancartas exigiendo agua.
Las casas fueron enjalbegadas para la ocasi¨®n; los colegiales, liberados de sus deberes; la, plaza, convertida en verbena y sus habitantes en p¨²blico de un espect¨¢culo insospechado: la jubilaci¨®n de la telefon¨ªa manual.Magdalena Mart¨ªn, la operadora, repiti¨® por ¨²ltima vez: "Polopos..., aqu¨ª Polopos". Introdujo la clavija en la centralita, se asegur¨® de que iba bien la comunicaci¨®n con el palacio de la Moncloa, dio paso a Barrionuevo y perdi¨® el trabajo. La ¨²ltima operadora manual que quedaba en Espa?a disimul¨® los nervios y actu¨® con voz firme. Llevaba m¨¢s de ocho a?os metiendo y sacando cables, y completar la automatizaci¨®n de la l¨ªnea telef¨®nica en todo el pa¨ªs le ha supuesto el despido, un a?o de indemnizaci¨®n y derecho al paro.
Sin embargo, fue un d¨ªa feliz en Polopos. Horas antes de que llegaran las autoridades, vecinos de todas las edades aguardaban muy endomingados frente al Ayuntamiento, haciendo corro en torno a las mesas donde se servir¨ªa el aperitivo. Unos sones colombianos de Ana Reverte, desde el altavoz, aliviaban la espera. En casa de Magdalena, que hered¨® el trabajo de su suegro, Baldomero Rodr¨ªguez, los t¨¦cnicos de Telef¨®nica ultimaban los detalles. "Estoy muy nerviosa", aseguraba la operadora, esposa de un concejal de Polopos. Entretanto, se suced¨ªan las ¨²ltimas llamadas de este servicio rudimentario en una peque?a habitaci¨®n de la casa familiar. Sobre la consola de operaciones, un despertador inarcaba el tiempo y tres canarios amarillos se deshac¨ªan en trinos. "Cuanto m¨¢s ruido hay, m¨¢s cantan", dice el marido de Magdalena.
Errantes
Barrionuevo y Solana llegaron a duras penas a este pueblo situado entre la,costa y la sierra de la Contraviesa. Desde el helic¨®ptero no dieron con el punto de aterrizaje y anduvieron errantes por el aire hasta que a trav¨¦s de la megafon¨ªa del aparato lograron hacerse entender por una pareja rural de la Guardia Civil. En la vivienda de Magdalena, entretanto, pasaban el porr¨®n con vino de la tierra y una fuente de jam¨®n.El pueblo recibi¨® a las autoridades vestido de gala. Un mes antes, el alcalde, Antonio G¨¢lvez, del PSOE, hab¨ªa dictado un bando: "Es preciso que el pueblo d¨¦ sensaci¨®n de alegr¨ªa y esplendor, que resulte m¨¢s acogedor, que actualmente parece un poco triste y abandonado".
Momentos antes de la llegada del ministro y su s¨¦quito, varios agricultores en silencio, con el rigor de un desfile de duelo, pasearon pancartas reclamando agua para la siembra. No hubo protocolo, advirti¨® el alcalde al ministro, y esta circunstancia provoc¨® la confusi¨®n y a la vez una relajaci¨®n impropia de las grandes inauguraciones.
El alcalde, en su discurso, reclam¨® m¨¢s atenci¨®n de Telef¨®nica para las poblaciones m¨¢s peque?as, se quej¨® de la d¨¦bil se?al de televisi¨®n y dijo que la Contraviesa "acabar¨¢ arruinada y desierta si no se resuelven los problemas hidr¨¢ulicos". Barrionuevo se puso a tono y contest¨®: "Ustedes han hecho gala hoy de paciencia esper¨¢ndonos y esperando que servicios indispensables lleguen m¨¢s tarde de lo conveniente y de lo que ustedes se merecen. No soy ajeno a esta comarca. Nac¨ª y anduve por estas sierras, un poco m¨¢s hacia el Este".
Solana y Barrionuevo se llevaron de su visita a Polopos la emoci¨®n de un pueblo agradecido desde el olvido que padece, el t¨ªtulo de hijos adoptivos y una placa de metal.
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