Las cuentas claras
EN SU intervenci¨®n ante el Congreso de los Diputados el pasado mi¨¦rcoles, el presidente M Gobierno avanz¨® algunas cifras que pueden contribuir a la clarificaci¨®n parcial de? debate con los sindicatos. El presidente precis¨® el coste de la -recuperaci¨®n del poder adquisitivo perdido por funcionarios y pensionistas por haberse superado las previsiones del Gobierno sobre la inflaci¨®n en 1988. Los sindicatos ¨²nicamente ped¨ªan dos puntos, pero Gonz¨¢lez, tal vez para ganar tiempo, pareci¨® estar dispuesto a compensar la desviaci¨®n ¨ªntegra cuando ¨¦sta se conozca, es decir, despu¨¦s del 20 de enero pr¨®ximo. En cualquier caso, el ofrecimiento s¨®lo alcanza a aquellos colectivos que hayan visto reducido su poder adquisitivo, lo cual plantea el problema de la determinaci¨®n de los mismos. Seg¨²n las cifras avanzadas, si se compensase a la totalidad de funcionarios y pensionistas, el coste ser¨ªa de unos 135.000 millones para 1988 y unos 142.000 millones para 1989, es decir, un total de casi 280.000 millones de pesetas.En cuanto a la equiparaci¨®n de las pensiones con el salario m¨ªnimo interprofesional, el presidente del Gobierno fue bastante menos expl¨ªcito. Record¨® que se trata de un compromiso electoral y que, por tanto, se cumplir¨¢ dentro de la presente legislatura, lo cual deja, en principio, un margen de tiempo que va hasta el oto?o de 1990. No dijo, sin embargo, cu¨¢l podr¨ªa ser el coste de esta medida, que variar¨¢ mucho seg¨²n sea el criterio que se adopte: el m¨¢s restrictivo consistir¨ªa en retener como base del c¨¢lculo las pensiones de quienes han cotizado y tienen un c¨®nyuge a su cargo, que es el caso m¨¢s general. Desde esta base de partida pueden a?adirse las pensiones de viudedad, de orfandad y las asistenciales. El coste final estar¨¢ en funci¨®n del colectivo o los colectivos que se retengan, pero, en cualquier caso, la factura ser¨¢ elevada y no parece previsible que baje de los 100.000 millones de pesetas.
En cuanto a las otras reivindicaciones, el presidente anunci¨® la retirada del Plan de Empleo Juvenil, lo cual producir¨¢ un ahorro, aunque dijo que estaba dispuesto a discutir proposiciones alternativas. En cuanto al aumento de la cobertura de desempleo, el presidente reconoci¨® que hab¨ªa sido un error firmar un compromiso pr¨¢cticamente imposible de cumplir, aunque no excluy¨® la extensi¨®n de la cobertura del desempleo a algunos colectivos que no est¨¢n cubiertos en la actualidad.
En principio, pues, el coste de las medidas que el Ejecutivo est¨¢ dispuesto a discutir no parece probable que baje de un m¨ªnimo de 400.000 millones de pesetas, y el problema que se plantea es el de saber si la econom¨ªa espa?ola est¨¢ o no en condiciones de resistir el impacto de este gasto adicional, que representa, en l¨ªneas generales, alrededor de un 1 % del producto interior bruto (PIB). La respuesta hay que buscarla en la manera de financiar este aumento del gasto p¨²blico, aunque, de entrada, conviene se?alar que el margen del que dispone el Gobierno es bastante reducido. En su estado actual, el presupuesto para 1989 tiene un car¨¢cter expansivo, y es muy discutible que sea esto lo que m¨¢s conviene a la econom¨ªa espa?ola en el momento actual. Existe, sin embargo, la posibilidad de recortar otros gastos o la de aumentar la recaudaci¨®n, alternativa digna de menci¨®n porque refleja lo que viene ocurriendo desde hace alg¨²n tiempo: este a?o la recaudaci¨®n superar¨¢ en m¨¢s de 700.000 millones de pesetas lo inicialmente previsto.
Ello podr¨ªa hacer pensar que el margen existente es mayor del que se cree. Sin embargo, el aumento adicional de la recaudaci¨®n corre paralelo a un amplio incremento de los gastos previstos. Todo ello complica la evaluaci¨®n del margen del que realmente dispone el Gobierno para hacer frente a las reivindicaciones de los sindicatos. En estas circunstancias, lo que resulta imprescindible es delimitar con honradez y precisi¨®n los m¨¢rgenes realmente existentes para el pr¨®ximo a?o, lo cual requiere una mayor dosis de transparencia presupuestaria. Es cierto que en la presentaci¨®n de los presupuestos para 1989 se han dado algunos pasos en esta direcci¨®n, pero ¨¦stos no son suficientes en la situaci¨®n actual, en la que, por una vez, conviene dejar en el armario las peque?as argucias contables de todos los a?os y enfrentarse con realismo a los problemas que est¨¢n planteados.
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