Renace el temor israel¨ª a una paz impuesta
"Las discusiones de Estados Unidos con la OLP no nos acercar¨¢n a la paz, sino todo lo contrario", afirma el primer ministro israel¨ª, Isaac Shamir. "Estoy estupefacto por la apertura de este di¨¢logo. La OLP es, probablemente, una de las tantas preocupaciones de Estados Unidos. Para nosotros, se trata de un problema mayor, crucial", a?ade."El di¨¢logo norteamericano con la OLP no puede sino estimular el extremismo y empujar a la violencia. La OLP fue y sigue siendo la organizaci¨®n terrorista n¨²mero uno del mundo", afirma por su parte el nuevo ministro israel¨ª de Asuntos Exteriores, Moshe Arens.
Sim¨®n Peres, ministro de Finanzas en el Gobierno de Shamir, pero que contin¨²a preocup¨¢ndose por los asuntos internacionales, utiliza un lenguaje muy distinto: "No podemos ignorar la ofensiva de paz desencadenada por el mundo ¨¢rabe", afirma. "Y el cambio en la ret¨®rica de Arafat, exige de Israel una iniciativa pol¨ªtica apropiada". ?Cu¨¢l puede ser esta iniciativa? Peres no nos explica cu¨¢l.
Una cuesti¨®n mucho m¨¢s importante en este momento, vista la relaci¨®n de fuerzas que existe en el seno del nuevo Gobierno de Israel, parece ser ¨¦sta: ?Cu¨¢l sera la pol¨ªtica del primer ministro Shamir, que debe tener en cuenta, naturalmente, la componente laborista de su Gabinete, pero que puede contar de ahora en adelante con una mayor¨ªa anti-Peres (incluyendo en la misma quiz¨¢ a un hombre como Isaac: Rabin) y con un ministro de Asuntos Exteriores cuya ideolog¨ªa y opciones pol¨ªticas son id¨¦nticas a las suyas. As¨ª que no hay disonancias que temer, como cuando Peres era ministro de Asuntos Exteriores; por lo menos al principio.
Hoy, la principal preocupaci¨®n de Shamir es c¨®mo salvaguardar las buenas relaciones, los contactos privilegiados con Estados Unidos, a pesar del di¨¢logo de Washington con la OLP. Si los atentados terroristas, como el del que fueron v¨ªctimas los pasajeros de la Pan Am en Escocia, se multiplicasen -y no importa si los responsables de estos atentados son enemigos jurados de Arafat-, Shamir y Arens intentar¨¢n alegar que el terrorismo, "fruto de las entra?as de la OLP", sobrevive con otros nombres.
Maniobras
Sin embargo, todo ello son maniobras para ganar tiempo. En Jerusal¨¦n, los expertos del Ministerio de Asuntos Exteriores, que Simon Peres acaba de abandonar, est¨¢n convencidos de que los contactos entre Estados Unidos y la OLP, incluso si se producen altibajos, seguir¨¢n adelante.
Despu¨¦s de la intifada, los norteamericanos saben que las especulaciones israel¨ªes a prop¨®sito ole la aparici¨®n, un d¨ªa, de un fiderazgo alternativo a la OLP pertenecen al dominio de los sueilos. En Washington se es realista. Y la nueva Administraci¨®n de George Bush ha inspirado la apertura del di¨¢logo con la organizaci¨®n palestina. Sobre todo hLb¨ªa que poner t¨¦rmino a una situaci¨®n en la que la URSS, al tiempo que mejora progre sivamente sus relaciones con Israel, era la ¨²nica de las dos superpotencias que ten¨ªa lazos estrechos con la OLP.
Si la distensi¨®n entre Washington y Mosc¨² se profundiza, no se debe excluir una aproximaci¨®n conjunta norteamericano-sovi¨¦tica sobre Oriente Pr¨®ximo con vistas a solucionar el conflicto, como se estima en Jerusal¨¦n. Expertos rusos y norteamericanos especializados en asuntos de la regi¨®n se re¨²nen, al parecer, desde hace al menos seis semanas de una forma regular y discreta en Ginebra a fin de tratar de elaborar una pol¨ªtica conjunta ante el problema israelo-palestino.
El espectro del documento Vance-Gromiko sobre el Oriente Pr¨®ximo, publicado a finales de octubre de 1979, poco antes de la espectacular llegada de Sa dat a Jerusal¨¦n, vuelve a atormentar a los dirigentes de Israel.
Los expertos israel¨ªes prev¨¦n en estos momentos dos clases de futuro diferentes. Seg¨²n el primero, se asistir¨¢ a una repetici¨®n de la intervenci¨®n norteamericana de fines de 1984 cuando George Shultz presion¨® al Gobierno israel¨ª para que saliera de su inmovilismo, instaurara un r¨¦gimen de austeridad para detener la inflaci¨®n galopante (entre un 400% y un 500% anual) y salavara la econom¨ªa. Las presiones norteamericanas -el palo- iban acompa?adas entonces de una famosa zanahoria: la donaci¨®n de una ayuda econ¨®mica de 1.500 millones de d¨®lares anuales, que Israel contin¨²a recibiendo hasta el momento.
Modelo a estudiar
Acaba de publicarse en el Polipy Studies Joumal un estudio sobre esta intervenci¨®n, realizado por dos investigadores israel¨ªes, el profesor ShIorni Mittel y el doctor David Naveh. Los autores estiman que la din¨¢mica de la intervenci¨®n econ¨®mica norteamericana de 1984 (a fin de "salvar a Israel de s¨ª mismo", seg¨²n frase atribuida a Shultz) podr¨ªa servir de modelo a una futura intervenci¨®n, de naturaleza pol¨ªtica en esta ocasi¨®n, bajo la Administraci¨®n de George Bush.
"La cuesti¨®n que se plantea estos d¨ªas en Israel no es si EE UU va a intervenir y presionar a las partes interesadas, entre ellas Israel, sino cu¨¢ndo", afirma Akiva Eldar, respetado comentarista del influyente peri¨®dico independiente Haaretz.
La frase del embajador norteamericano en la ONU, el general Vernon Walters, "estamos hartos y cansados del conflicto de Oriente Pr¨®ximo", fue redactada en consulta con los hombres del presidente electo, Bush. La advertencia es clara. Sin embargo, el di¨¢logo emprendido por Estados Unidos con la OLP no significa que est¨¦n dispuestos a conceder todas sus exigencias a Arafat. Lejos de ello, los norteamericanos siguen oponi¨¦ndose firmemente a la creaci¨®n de un Estado palestino. Por lo dem¨¢s,
Renace el temor israel¨ª a una paz impuesta
Washington no cree a Arafat capaz de conseguir entre sus propios partidarios un acuerdo que sea tambi¨¦n aceptable para Israel. De ah¨ª los esfuerzos para convencer al rey Hussein de Jordania de que se reintegre al proceso de paz. Los rusos, realistas desde siempre, no se oponen a esta iniciativa.En Mosc¨² se sabe tambi¨¦n que Israel no ir¨¢ adelante sin Jordania, que nada se arreglar¨¢ sin Hussein. Como se sabe, Mosc¨² hab¨ªa intentado en vano convencer a Arafat de que aplazase la proclamaci¨®n del Estado palestino. El propio l¨ªder de la OLP trat¨® de calmar a Israel anunciando (en Ginebra) que la OLP se encaminaba a una confederaci¨®n entre el futuro Estado palestino y Jordania.
Lentamente empiezan a moverse los peones y las piezas sobre el tablero diplom¨¢tico. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ si el Gobierno de Shamir -a pesar de las presiones norteamericanas, a pesar de la insistencia de Sim¨®n Peres, a pesar de las promesas de los rusos- se niega a mover sus piezas? En resumen., ?qu¨¦ suceder¨¢ si Israel contin¨²a prefiriendo el inmovilismo a correr el riesgo de una pol¨ªtica que comporta, necesariamente, la b¨²squeda activa de un compromiso inevitable con el objeto de alcanzar la paz?
Horizonte de guerra
Si en un plazo de dos a?os no se reanuda el proceso de paz.y en esta ocasi¨®n con la participaci¨®n directa de los palestinos, los expertos israel¨ªes temen que una nueva guerra se dibuje en el horizonte. Se sabe que Georges Habache ha dado dos a?os a Arafat para que, por medios diplom¨¢ticos, "libere la tierra patria".
Habache vot¨® en su d¨ªa contra las resoluciones adoptadas por el Consejo Nacional Palestino en la cumbre de Argel, pero no por ello ha abandonado su puesto en este organismo y, por a?adidura, ha prometido no sabotear los esfuerzos de paz del l¨ªder de la OLP. Todo ello es una victoria de la diplomacia sovi¨¦tica, que, al mismo tiempo, ha conseguido que la Siria del presidente Asad se atenga al mismo tipo de tregua. En la pr¨¢ctica eso significa que Asad no cree -y no es el ¨²nico en el mundo ¨¢rabe- que Israel est¨¦ dispuesto a retirarse de los territorios ocupados en 1967 a cambio simplemente de la paz con sus vecinos. Por ese motivo, el presidente sirio prepara a su pa¨ªs para la guerra. En sus c¨¢lculos entra, inevitablemente, Egipto. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, respeta la paz firmada con Israel pero no cesa de repetir, por su parte, como ya lo hac¨ªa su antecesor,Sadat, que la paz con Israel deber¨ªa ampliarse al resto del mundo ¨¢rabe, 3, que ello comportar¨ªa una soluci¨®n justa del problema nacional palestino Sin eso, la paz israelo-egipcia ser¨ªa papel mojado.
Desde hace meses, Siria y Egipto interpretan el ballet de una cierta aproximaci¨®n. Los ataques, anta?o virulentos, en la Prensa egipcia contra el presidente Asad han cesado como por ensa Irno en los ¨²ltimos tiempos, y ui i alto dignatario sirio ha realizad) recientemente una discreta vis ita a El Cairo. El propio Mubarac ha dicho que el presidente sirio seria bien venido en la capital egipcia, incluso sin que antes se produjera el restablecimiento de relaciones entre los dos pa¨ªses.
Egipto s¨®lo romper¨ªa relaciones con Israel en el caso de que su situaci¨®n con respecto al mundo ¨¢rabe, y sobre todo ante los palestinos, se hiciera insostenible. Es aqu¨ª donde interviene el factor palestino en la ecuaci¨®n: la goblaci¨®n de los territorios ocupados vive hoy una contagiosa euforia a pesar de la dureza de la represi¨®n israel¨ª.
Esperanza alentada
La proclamaci¨®n del Estado palestino en la cumbre de Argel, la ofensiva de paz de Arafat en Ginebra, las conversaciones entre Estados Unidos y la OLP, han alentado una esperanza sin precedente 3 en el pueblo palestino. Pero si de aqu¨ª a uno o dos a?os nada, cambia, si la espera de la libertad, de la independencia, se ve una vez m¨¢s defraudada, la juventud palestina podr¨ªa apartarse de Arafat, el falso mes¨ªas, y abrazar la ideolog¨ªa extremista de un Habache, de un Ahmed Jibril o de e otras organizaciones prosirias. Sobre todo, los heizbolla, los radicales del shi¨ªsmo, en contrar an por primera vez un terreno abonado en Cisjordania y Gaza Habr¨ªa llegado entonces el momento de desenterrar las armas y una violencia de una dimensi¨®n desconocida hasta ahora reinar¨ªa en los territorios ocupados.
Todo ello nos pondr¨ªa a las puertas de una nueva guerra ¨¢rabe-israel¨ª. En esos mismos t¨¦rmimos est¨¢ formulada la advertenc¨ªa del ministro laborista Mota Gur, quien propone tomar la palabra a Arafat en sus ofertas de paz: "Si seguimos enfang¨¢ndonos en la inmovilidad, si no emprendemos ninguna acci¨®n pol¨ªtica, el estallido de una nueva guerra ser¨¢ inevitable".
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