Louis Gooren
El cambio de sexo desde una c¨¢tedra en Holanda
Por su consulta han pasado 800 personas, entre ellas varios espa?oles. Todas quer¨ªan cambiar de sexo, y acud¨ªan al hospital Universitario de Arristerdam tras un largo per¨ªodo de angustia, soledad e incomunicaci¨®n. El endocrin¨®logo que les atend¨ªa, Louis Gooren, tiene 44 a?os y ha dedicado los ¨²ltimos 13 a estudiar la regulaci¨®n hormonal de los procesos reproductivos. Acaba de ser nombrado catedr¨¢tico del primer departamento dedicado al transexualismo en Holanda.
Louis Gooren, que estudi¨® en la universidad holandesa de Nimega, asegura que algunos transexuales han reconocido no-sentirse tan solos. Quiz¨¢ sea porque parece capaz de transmitir su satisfacci¨®n y alegr¨ªa a sus doloridos pacientes. Para muchos de los pacientes, el conflicto entre su cuerpo y sus sensaciones empieza a los tres o cuatro a?os. No pod¨ªan explicar su drama ¨ªntimo y abandonaban sus estudios en la adolescencia, perdiendo tambi¨¦n a sus amigos."No sabemos por qu¨¦ se produce el transexualismo", dice el doctor Gooren, "a pesar de los numerosos estudios que hemos realizado. Hay una disfunci¨®n hormonal clara, pero ello no explica las razones de unas personas que, tras cuatro a?os de dif¨ªcil tratamiento, perder¨¢n voluntariamente los atributos proplos del sexo con que nacieron para adquirir los contrarios".
Al cabo de una d¨¦cada, Louis Gooren ha conseguido un equipo hemog¨¦neo de m¨¦dicos que atiencie a sus pacientes. Sin embargo, no todo consiste en una operaci¨®n milagrosa. En el hospital de la universidad Libre de Amsterdam, el cambio de sexo es como un noviciado que comienza con una exploraci¨®n psiqui¨¢trica. Un tratamiento seguido de cerca por el catedr¨¢tico y que, durante tres o seis meses, enfrentar¨¢ al candidato con los probleinas de su vida futura. "Hay que explicarle que los comentarlos o el rechazo social no los resuelve el quir¨®fano ni la ingesti¨®n de hormonas. Su pasado les acompa?ara siempre, aunque aqu¨ª les ayudemos a reconciliarse con su cuerpo. El trabajo m¨¢s importante depende de ellos". Cuando lo hayan logrado, Ias autoridades holandesas no les permitir¨¢n modificar sus certificados de nacimiento, pero s¨ª casarse y adoptar hijos.
Gooren enfatiza con tanta dulzura sus palabras que resulta f¨¢cil imaginarle convenciendo a sus colegas chinos de que el transexualismo no es una lacra de la burguesa y decadente sociedad occidental. En China tuvo que emplearse a fondo, pero cree que los convenci¨®. En Birmania, por el contrario, su experiencia fue aleccionadora. "En un ambiente tan religioso, volcado en el budismo, los transexuales son considerados como seres pose¨ªdos por un esp¨ªritu del sexo contrario. Se les respeta y son frecuentemente invitados a fiestas relacionadas con la vida y la muerte".
El doctor Gooren no hace referencia a la tasa del 20% de suicidios entre la poblaci¨®n transexual holandesa. Una cifra que ahora puede disminuir gracias al reconocimiento oficial de su c¨¢tedra. Se limita a observar y a asentir con la seguridad del que cree que los grandes cambios se logran poco a poco. "En Holanda, uno de cada 20.000 hombres y una de cada 50.000 mujeres quieren cambiar de sexo. Algunos no superan el tratamiento psiqui¨¢trico preparatorio y no pueden operarse. Aun as¨ª, el contacto con los especialistas les ayuda a reducir la angustia de sentirse hombres en un cuerpo de mujer o viceversa".
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