La imposible rep¨²blica imperial
En 1973, un a?o cr¨ªtico -a?o del primer choque petrolero-, Raymond Aron publicaba en Francia un libro revelador: Republique Imperiale. Les ?tats Unis dans le monde. 1945-1972. No s¨¦ si ese libro es disociable de su par, Penser la guerre, Clausewitz, porque los dos se generaron en los cursos que diera Aron (entre 1970 y 1972) en el Colegio de Francia. Lo que es cierto es que pensar la pol¨ªtica mundial de Estados Unidos y pensar la guerra, desde la cabeza de un prusiano que fuera protagonista de las avalanchas napole¨®nicas, inauguraba, en cierta medida, una nueva cr¨ªtica de la historia.Siempre he pensado, ante ese libro de Aron (La rep¨²blica imperial), que la primera fecha, 1945, es un error. La acci¨®n mundial de Estados Unidos se inici¨® en 1944: en la Conferencia de Bretton Woods, conferencia de donde salieron las instituciones financieras de la posguerra: desde el Banco Mundial al Fondo Monetario Internacional. En esa conferencia, un funcionario estadounidense casi desconocido -Harry D. White-, ex disc¨ªpulo de Keynes, impuso sus decisiones. La Conferencia de Bretton Woods "fue una conferencia de 44 naciones y... Keynes", dice, con palabras memorables, John Kenneth Galbraith en The age of uncertainty. Pero Keynes no fue ya el factor de decisi¨®n. La decisi¨®n la impuso White porque, en ese a?o (Samuelson dixit), Estados Unidos representaba el 50% del producto nacional bruto (PNB) mundial. El planeta entero se anclaba en torno de un salvavidas: Washington. El 21 de abril de 1946 mor¨ªa Keynes. Hab¨ªa nacido en 1883, el mismo a?o en que fue enterrado Carlos Marx.
No es in¨²til se?alar que la otra fecha de? libro de Aron (1972) es certera. En ese a?o la rep¨²blica imperial supo ya la li mitaci¨®n (le todo poder. En 1971, en efecto, en un d¨ªa hist¨®rico (el 15 de agosto), Nixon anunci¨® a la naci¨®n, por televi si¨®n, que hab¨ªa llegado el tiem po para inaugurar una "nueva pol¨ªtica econ¨®mica para Esta dos Unidos para hacer frente", dijo, "a la inflaci¨®n, el desem pleo y la especulaci¨®n interna cional". Orden¨®, durante 90 d¨ªas, el congelamiento de los precios y los salarios y, como corolario, anunci¨® el fin de la li bre convertihilidad (el d¨®lar en oro) con lo cual dio fin una etapa de la historia econ¨®mica del mundo de la posguerra. El d¨®lar -el billete verde de la fama se hab¨ªa convertido en un medio de pago universal, pero el endeudamiento externo de Estados Unidos y la reconstrucci¨®n de los pa¨ªses deudores hac¨ªa imposible la libre convertibilidad. Keynes pod¨ªa, cierto, sonre¨ªr.
Agosto de 1971
Agosto de 1971 record¨® a los estadounidenses la atm¨®sfera de los cien d¨ªas de Roosevelt., El pa¨ªs, en ardiente protesta contra la guerra de Vietnam, se preparaba para negociar, con la URS S, a fondo. El mal llamado tel¨¦fono rojo, la hot line, se transformaba, el 24 de septiembre, en un sistema de comunicaci¨®n por sat¨¦lite, y el 25 de octubre, Rogers, secretario de Estado, anunciaba el apoyo de Estados Unidos al ingreso de China en las Naciones Unidas. El mundo cambiaba sus ejes.
El 18 de diciembre se anunciaba la devaluaci¨®n del d¨®lar en un 7,89%. y la revaluaci¨®n de las monedas que, hasta - entonces, hab¨ªan sido sat¨¦lites de la divisa estadounidense.
El grupo de los diez (los representantes de las mayores naciones industriales), reunido en el Instituto Smithsonian de Washington, iniciaba, seg¨²n Nixon, el . m¨¢s significativo acuerdo monetario en la historia del mundo desde la Conferencia de Bretton Woods .
El a?o 1972 fue el primer a?o de la posguerra en el que, de una manera inequ¨ªvoca, se redistribuy¨® la esfera de influencias en el mundo industrial occidental. La primera econom¨ªa transnacional del planeta iniciaba su carrera (como Inglaterra a partir de 1900) para convertirse en una naci¨®n, importante, pero no ¨²nica en el mundo.
En 1988, elegido ya su presidente n¨²mero 41 -George Bush-, Estados Unidos es el pa¨ªs m¨¢s endeudado de la Tierra. Su d¨¦ficit presupuestario, comercial, de cuenta corriente y de capitales revela que la formidable naci¨®n fundada por Washington vive ya "por encima de sus fuerzas". Su poder, su fuerza (apenas representa ya el 25%. del PNB mundial), su inmensa capacidad de innovaci¨®n est¨¢n sometidos ya a las leyes, limitativas, de la interdependencia.
El presidente George Bush (como Nixon en 1971) representa la nueva etapa hist¨®rica de la transici¨®n. Para seguir siendo la primera naci¨®n -entre las naciones- tendr¨¢ que ajustar sus gastos. La rep¨²blica imperial estaba, antes, por encima de la mel¨¦e. La rep¨²blica de Bush tiene, hoy, que dar cuenta a las sociedades interdependientes. Todav¨ªa Ronald Reagan, ejemplo del sile?o del poder, pudo imponer la reducci¨®n de los impuestos y el aumento de los gastos p¨²blicos, porque la deuda estadounidense era y es sostenida, a¨²n -porque ¨¦sos son los intereses reales-, por los aliados que dependieron, durante m¨¢s de un cuarto de siglo, de Estados Unidos. Con Bush, ganador con Reagan y perdedor con Reagan, comenzar¨¢ uno de los reajustes m¨¢s considerables del mundo desde Bretton Woods. No hay remedio. Nadie puede componer esas condiciones reales. El sue?o de Kissinger, las esferas de influencia a escala delimitadas por Estados Unidos y la URSS, son ya, como la vieja visi¨®n legitimista de Metternich, una idea gloriosa e in¨²til del pasado. Estados Unidos tiene que ajustarse a su nueva realidad y la URSS tiene que inventarla desde la explosi¨®n de su sociedad: la sociedad cerrada.
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