El giro, rumbo a Europa
El giro es la exigencia del momento. Hacia d¨®nde, es la cuesti¨®n. El giro brusco hace zozobrar; el continuo lleva a dar vueltas en redondo, con la p¨¦rdida del rumbo y el consiguiente mareo. Para poder girar con acierto hay que tener un norte como objetivo. Ese punto de destino existe ya. No es otro que el horizonte de la Europa de 1992, que ha merecido el consenso de la sociedad espa?ola, expresado no s¨®lo por sus fuerzas pol¨ªticas y sociales, sino a trav¨¦s de la solemne ratificaci¨®n del Acta ¨²nica por las Cortes Generales, expresi¨®n de la voluntad popular.Para llegar a este punto de destino faltan poco m¨¢s de mil d¨ªas de singladura. Vamos, pues, a buena velocidad, acomodando nuestro paso al de una comunidad que Tuggenhadt ha descrito, con acierto, como un convoy de galeones que deben tratar de acompasar su marcha para avanzar al un¨ªsono. El que se desv¨ªa de la ruta puede perderse o quedarse solo. El puerto de destino es la uni¨®n europea, con unos contornos esbozados por el Acta ¨²nica y el trabajo de desarrollo de la misma. Se trata de conseguir un espacio econ¨®mico y social com¨²n, definido por el mercado interior, la uni¨®n econ¨®mica y monetaria, la cohesi¨®n econ¨®mica y social y una pol¨ªtica exterior com¨²n. No es simplemente un centro comercial libre de impuestos. La meta es una comunidad basada en la libertad, un alto nivel de protecci¨®n social y una mejor calidad de vida.
Para hacer nuestro giro hemos de tener en cuenta, primero, que no estamos solos, y segundo, tener presente qu¨¦ hacen los de m¨¢s. Asimismo, ser conscientes de que tenemos que caminar a una velocidad relativamente mayor, pues nuestros niveles de eficacia econ¨®mica y de justicia social est¨¢n todav¨ªa por debajo de la media.
Adem¨¢s, el debate preelectoral se ha abierto en la escena europea. Hemos podido contemplar, gracias a la iniciativa de la se?ora Thatcher, c¨®mo los miembros del Consejo Europeo (los jefes de Estado y Gobierno de los doce) han salido a escena y han defendido de modo casi un¨¢nime una sociedad europea cohesionada social y econ¨®micamente y el avance hacia la uni¨®n pol¨ªtica. Entre las fuerzas sociales, los sindicatos europeos han definido su posici¨®n com¨²n en el congreso de Estocolmo de la CES; las fuerzas pol¨ªticas europeas est¨¢n poniendo a punto sus programas. Ya lo han hecho democristianos y liberales.
Los socialistas lo haremos en breve plazo. Por su parte, el club para el uso del ECU, que re¨²ne a empresarios de los m¨¢s importantes, tambi¨¦n est¨¢ avanzando en este terreno. La cita inmediata es la celebraci¨®n de las elecciones europeas de junio de 1989, cuya fecha ya est¨¢ fijada, y que tambi¨¦n tendr¨¢n lugar en Espa?a. No conviene olvidar que esta es nuestra situaci¨®n y nuestro rumbo, para que no nos ocurra lo que a Antonio Ferrer aquel gobernador espa?ol de Mil¨¢n, que cuenta Manzoni que decidi¨® reducir el precio del pan a la mitad, "al ser cosa muy deseable el que el pan tuviera un precio justo". La consecuencia fue el tu multo de la multitud y su rebeld¨ªa abierta.
Un continuo ajuste
Ahora se plantea el giro de la pol¨ªtica econ¨®mica. ?sta, como todas las pol¨ªticas, no es emanaci¨®n de la verdad reveladora sino que por definici¨®n tiene que consistir en un continuo ajuste a un contexto interior y exterior Ello exige proseguir en la maniobra de aproximaci¨®n, favorecida por la fuerte din¨¢mica de la econom¨ªa espa?ola, que est¨¢ acortando diferencias con el resto de las comunitarias, reducir el diferencial de inflaci¨®n y persistir en la mejora de nuestra posici¨®n competitiva, como condiciones para poder integrarnos r¨¢pidamente tambi¨¦n en el sistema monetario.
Las correcciones de ruta hay que hacerlas con cuidado, pero conviene no limitarse s¨®lo a ver si se encienden las luces en el cuadro de mando. Observar el horizonte y la moral de la tripulaci¨®n son dos comportamientos precavidos y convenientes. Por que la pol¨ªtica econ¨®mica no es, frente a lo que piensan algunos en Espa?a, un conocimiento reservado a la reducida casta sacerdotal de los guardianes del tesoro. Los dos personajes centrales de la econom¨ªa comunitaria, el presidente del Bundesbank, Karl Otto Poehl y el ministro de Econom¨ªa franc¨¦s, Pierre Bergerevoy, son de profesi¨®n, respectivamente, periodista y obrero sindicalista. No lo hacen tan mal.
Adem¨¢s, hay que hacer esta pol¨ªtica en t¨¦rminos de aproximaci¨®n. El espacio social es una cuesti¨®n cada vez m¨¢s central en la construcci¨®n comunitaria y es una prioridad caracterizada de las presidencias espa?ola y francesa. Tambi¨¦n es una realidad cada vez m¨¢s clara para las ciudadanas y ciudadanos que van a tener la posibilidad de establecerse libremente en todo el territorio comunitario pasado ma?ana en t¨¦rminos hist¨®ricos. Existe ya una tensi¨®n social positiva hacia niveles m¨¢s altos de protecci¨®n y bienestar. De momento, los frentes abiertos son: la definici¨®n de un nivel m¨ªnimo de derechos, la protecci¨®n de la salud y la seguridad en el puesto de trabajo, el estatuto de la sociedad an¨®nima europea, con f¨®rmulas de participaci¨®n de los trabajadores y el di¨¢logo social.
Todo ello, con un objetivo fijado como prioritario por la Comunidad: la creaci¨®n de empleo para los j¨®venes y los parados de larga duraci¨®n. Las prioridades parecen pensadas para Espa?a, que es el pa¨ªs comunitario que m¨¢s necesidad tiene de avanzar en este terreno.
El tratar estas prioridades candentes justifica no ya un giro, sino la atenci¨®n continua a la ruta a recorrer, y puede ser una base id¨®nea para reencontrar un cauce de di¨¢logo que no limite a la Moncloa. O es un compromiso global y activo de la sociedad espa?ola o, si no, ser¨¢ dif¨ªcil conseguirlo.
Por ¨²ltimo, tambi¨¦n forma parte del giro social y de la incorporaci¨®n a Europa el dejar de tener la banca con los servicios m¨¢s caros de la CEE, o que haya empresas que casi monopolicen el suelo urbano de la capital. A sus due?os y sus servidores es evidente que les repugna la idea de cualquier giro social que pueda poner en peligro su poder y sus privilegios. Pero la democracia es la primac¨ªa del inter¨¦s general.
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