La critica y el poder
Otra manera de investigar posibles diferencias entre los escritores que trabajan en el centro de los que lo hacen en la periferia catalana ser¨ªa preguntarse de qu¨¦ modo los miembros de cada sector se relacionan entre ellos y si charlar y tomar caf¨¦ o compartir circuitos sociales m¨¢s amplios obliga a compartir tambi¨¦n est¨¦ticas; si cada grupo tiene ¨¢rbitros que bendicen o condenan. Seg¨²n V¨¢zquez Montalb¨¢n, "el peso de la cr¨ªtica es m¨¢s fuerte en Madrid que en Barcelona. Es un mundo m¨¢s endog¨¢mico. Se dice qu¨¦ se ha de escribir y c¨®mo se ha de escribir. Aqu¨ª no ha habido instrumentos de poder que fijaran el gusto".
Se nota en Barcelona una cr¨ªtica a¨²n m¨¢s acerada acerca de unas relaciones supuestamente demasiado poco bohemias de los escritores del centro con los poderes culturales. Dice F¨¦lix de Az¨²a: "Se organizan en clanes dentro de lo que es el aparato cortesano madrile?o. Eso es muy bueno para las literaturas perif¨¦ricas, que est¨¢n, por tanto, m¨¢s libres".
Eduardo Mendoza se alinea en este mismo vector de cr¨ªtica: "Los catalanes que escribimos en castellano no tenemos ning¨²n contacto con el poder. Yo no s¨¦ si esto es positivo o negativo, pero el hecho es que los cargos son algo que los escritores madrile?os consideran y que en Catalu?a no consideramos".
En cuanto al modo de relacionarse entre los escritores de uno y otro volc¨¢n de la Pen¨ªnsula, Vilamatas opina que en Barcelona hay m¨¢s amistad que intereses compartidos: "Aqu¨ª hay menos grupillos, menos tertulias y m¨¢s amistad. En Madrid hay m¨¢s ministerios, m¨¢s chollos, m¨¢s enchufes".
Pero Soledad Pu¨¦rtolas cree que tambi¨¦n en Madrid hay amistad: "Hay un buen llevarse". Y subraya, aclarando quiz¨¢ sensatamente la cuesti¨®n: "Yo no me siento en absoluto capaz de generalizar en casi ninguno de los temas planteados. No hay una est¨¦tica com¨²n. Adem¨¢s, me parece que cada uno se siente fuera de toda escuela y ve a los dem¨¢s como englobados en alguna".
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