Medidas para devolver la tranquilidad a los estadios
Los acontecimientos vividos en las ¨²ltimas semanas en algunos terrenos de juego y la preocupaci¨®n demostrada por la comisi¨®n parlamentaria del Senado encargada de estudiar la violencia en el deporte -en la que particip¨¦ semanas atr¨¢s- ha vuelto a poner de actualidad en la opini¨®n p¨²blica espa?ola dos preguntas que sin ser nuevas a¨²n no han encontrado una respuesta uniforme de todos los estamentos deportivos. ?Es la violencia deportiva un c¨ªrculo vicioso? Y ?cu¨¢l es el nivel de violencia en el deporte espa?ol?.Responsabilidad
Ha sido suficiente la propagaci¨®n televisiva de unas im¨¢genes escalofriantes de un partido de f¨²tbol para que desde diferentes sectores de la sociedad se volviera a plantear la necesidad de encontrar f¨®rmulas que permitan devolver la tranquilidad a los estadios espa?oles. Todo ello debe analizarse sin dramatismo y siendo conscientes de que en la actualidad la situaci¨®n en Espa?a no es a¨²n alarmante y de que el grado de violencia deportiva es inferior al de algunos pa¨ªses de nuestro entorno, como Gran Breta?a, Italia o la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA).
Esto, sin embargo, no debe ser obst¨¢culo para preguntarnos d¨®nde empiezan y d¨®nde acaban las responsabilidades de Cada uno de los diferentes estamentos deportivos. ?Cu¨¢l es la culpa de los rectores de los clubs de f¨²tbol? ?Son responsables algunos entrenadores de la violencia con t¨¢cticas en ocasiones poco deportivas? ?Deben cumplir los jugadores todas las instrucciones que se les dan al empezar un encuentro? ?Es l¨®gico que los ¨¢rbitros no sean profesionales en un deporte cada vez m¨¢s complejo, donde sus decisiones cada vez son m¨¢s importantes?.
Es, indudable que el hecho de que millones de personas est¨¦n cada semana y durante los nueve meses que dura la temporada pendientes en Espa?a del resultado de un partido de f¨²tbol otorga al espect¨¢culo deportivo unos -par¨¢metros no trasladables a ninguna otra actividad profesional.
Sin ir m¨¢s lejos, el a?o pasado se analizaba, con un grado de preocupaci¨®n similar al de 1988, el comportamiento de grupos de aficionados j¨®venes, m¨¢s o menos agresivos, en los campos de f¨²tbol, despu¨¦s de que los poderes p¨²blicos fueran alertados por el horror y la tragedia del Estadio Heysel de Bruselas.
La preocupaci¨®n, debo creer que sincera en aquellos momentos, se tradujo, sin embargo, en pocas medidas concretas por parte de alguno de los rectores de los diferentes clubes espa?oles, m¨¢s preocupados porque los actos vand¨¢licos se reflejen en los medios de comunicaci¨®n, que en adoptar medidas coactivas para reducir el conflicto.
No basta con dejar constancia de que el problema existe sino que debemos adoptar cada uno de nosotros las medidas que est¨¢n a nuestro alcance. Hay unanimidad a la hora de opinar que el Barcelona ha conseguido limitar la violencia dentro de sus instalaciones con una serie de medidas, algunas incluso tan poco populares como exigir a los socios de1a zona de pie una fotocopia de su carn¨¦ de identidad.
Tambi¨¦n se ha identificado la zona m¨¢s conflictiva dentro del estadio y se ha dividido el sector en compartmentos mediante separaciones horizontales y verticales antiavalancha. Finalmente, se han instalado c¨¢maras de televisi¨®n, se ha prohibido vender en el recinto deportivo bebidas con envase duro y se ha establecido un tipo de almohadillas de poco peso, a fin de que no puedan alcanzar el terreno de juego al ser lanzadas por alg¨²n espectador.
Algunas de estas medidas han sido secundadas posteriormente por otras entidades deportivas que han visto en estas inciativas un ejemplo a seguir. Pero, con ser mucho lo realizado, no es a¨²n suficiente.
Reconversi¨®n
Hace tiempo que vengo proponiendo, como una medida m¨¢s de barrera contra la violencia, la necesidad de tender en los estadios a eliminar las zonas de pie y reconvertirlas en localidades con asiento. Es, sin duda, una obra de envergadura para todos los clubes espa?oles y que precisar¨¢ quiz¨¢s de ayudas de la Administraci¨®n. Pero es tambi¨¦n una demanda urgente de la sociedad. Est¨¢ comprobado por investigaciones sociol¨®gicas que la capacidad violenta de un espectador sentado es inferior a la del que est¨¢ de pie y su comportamiento en situaciones comprometidas tambi¨¦n es diferente. Esto no quiere decir que los espectadores que eligen las zonas de pie sean, en general, menos honorables que los otros, es tan s¨®lo una minor¨ªa la que provoca los problemas; pero los dem¨¢s espectadores se ven envuelto en ellos antes y m¨¢s intensamente que el resto y es nuestra responsabilidad evitar que ello ocurra por m¨¢s tiempo.
Por otra parte, resulta necesaria una campa?a de sensibilizaci¨®n de los deportistas y de los entrenadores. Sucede en muchas ocasiones que los partidos con escenas m¨¢s violentas los disputan equipos muy sancionados por los ¨¢rbitros. En estas ocasiones, los entrenadores de estos equipos no pueden ser ajenos del comportamiento de sus jugadores y de alguna manera deber¨ªan poder ser sancionados por los organismos federativos.
Otras medidas
Porque est¨¢ comprobado que en los colectivos violentos del deporte est¨¢n permanentemente presentes desde frustraciones sociales hasta una cierta sensaci¨®n de indefensi¨®n frente a la sociedad.
Pienso finalmente que debe redimensionarse el papel de la justicia en el deporte. Es evidente que la jurisprudencia ordinaria no debe ser la que se encargue de los altercados en el deporte, m¨¢s que en casos muy determinados. S¨®lo as¨ª se puede evitar, como sucede en muchas ocasiones, que un problema determinado tarde dos a?os en resolverse. A la justicia tambi¨¦n le toca estudiar f¨®rmulas sobre c¨®mo actuar contra aquellas personas que causan destrozos materiales o que incitan a realizar actos vand¨¢licos.
Los clubes deportivos debemos aprovechar la iniciativa parlamentaria para realizar en el seno de nuestras propias entidades un debate sobre la violencia. S¨®lo en ese momento, estaremos en condiciones de realizar un encuentro de los diferentes sectores implicados en el que se presenten medidas globales mucho m¨¢s uniformes que puedan ayudar a que decrezca el nivel de violencia dentro del terreno de juego y en las gradas.
Mientras se encuentra esta soluci¨®n, el paradigma de los trabajadores del deporte seguir¨¢ siendo c¨®mo afrontar una situaci¨®n cada vez m¨¢s preocupante y con ciertos elementos m¨¢s propios de una etapa definitiva que de otra pasajera y espor¨¢dica.
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