El 90% de las chabolas de Madrid obtiene la electricidad mediante enganches chapuceros
D¨¦bora Pardo, un beb¨¦ de cuatro meses, muri¨® carbonizada la tarde del martes pasado al, incendiarse su chabola. El techo de la vivienda, construido con pl¨¢sticos y cartones, se desplom¨®, envuelto en llamas, a causa ole una chispa que salt¨® del enganche el¨¦ctrico fraudulento que daba luz a la vivienda, seg¨²n relat¨® su abuelo. El 90% de las 2.000 chabolas de Madrid est¨¢ conectado a la red mediante enganches ilegales y peligrosos. Estas viviendas no pueden conseguir la c¨¦dula de habitabilidad que exigen las compa?¨ªas para contratar la luz. De los tendidos de alta o baja tensi¨®n y las farolas, los chabolistas, y a veces feriantes y urbanizaciones ilegales, obtienen la luz, casi siempre de forma chapucera, seg¨²n las compa?¨ªas el¨¦ctricas.
En marzo de 1986, dos ni?os de corta edad fallec¨ªan abrasados en la chabola en la que dorm¨ªan, en el poblado de Cruz del Cura, del. distrito de Fuencarral. Los chabolistas tomaban la energ¨ªa el¨¦ctrica de una. red de electricidad que pasaba. por un descampado. Al a?o siguiente, otro ni?o mor¨ªa en el mismo sitio y en iguales circunstancias. El 1988 ardieron ocho chabolas de los Focos de Vicalvaro 31 tres del Cerro Mica a causa de los enganches irregulares. En estas ocasiones no hubo v¨ªctimas. "Las normas de seguridad que las compa?¨ªas exigen para contratar la luz no se pueden cumplir en una chabola, y esa es nuestra principal lucha", afirma Jos¨¦ Luis G¨®mez, gerente del Consorcio para el Realojamiento de la Poblaci¨®n Marginada. "?C¨®mo quieren que se empotre una conducci¨®n en paredes de cart¨®n y uralita.?", se pregunta.
El Instituto de la Vivienda de Madrid (lvirna) recibi¨® el a?o pasado 22.933 solicitudes de c¨¦dulas de habitabilidad, requisito in dispensable para solicitar el su ministro de luz. Pero no siempre se da el visto bueno. Para tener derecho a luz el¨¦ctrica, las vi viendas han de cumplir varios re quisitos. Deben tener, por ejemplo, un sal¨®n de 10 metros cuadrados con luz y ventilaci¨®n directa, cocina de cinco metros cuadrados (o unidad integrada de 12), un dormitorio y un aseo de 1'5 metros cuadrados.
A sabiendas de que jam¨¢s podr¨¢n conseguir una c¨¦dula de ha bitabilidad para sus chabolas, en los poblados han surgido aut¨¦nticos especialistias en fraudes el¨¦ctricos. "Uno de ellos se encarga de enganchar dos cables a un poste de baja tensi¨®n y de ah¨ª saca las conexiones necesarias para el resto del poblado. Luego cobra a los dem¨¢s, bien porque es el que se arriesga o porque ha recurrido a un electricista amigo", afirma Jos¨¦ Luis G¨®mez.
Los responsables de las compa?¨ªas el¨¦ctricas entienden que este tipo de chapuzas son un peligro potencial, ya que no existe ning¨²n mecanismo de seguridad. "Las consecuencias del enganche tambi¨¦n repercuten en los abonados legales de la l¨ªnea, ya que provoca una sobrecarga en la red y una bajada de tensi¨®n", afirma Jos¨¦ de Lucas, jefe de explotaci¨®n de la zona centro de Hidroel¨¦ctrica.
Enganche a la piedra
Los electricistas de los poblados de chabolas realizan los enganches habitualmente con el llamado sistema de la piedra. Enlazan el cable a un piedra y la lanzan al tendido el¨¦ctrico. El m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa llega cuando hay que colocar el otro cable. La piedra debe caer necesariamente en el tendido donde no se ha hecho todav¨ªa la conexi¨®n. El que no acierta corre el peligro de electrocutarse. "Sabemos de casos donde alg¨²n chabolista lleg¨® a quemarse el brazo", dice G¨®mez.
Seg¨²n un portavoz de la compa?¨ªa Uni¨®n El¨¦ctrica Fenosa, la energ¨ªa pirateada por los enganches ilegales es dif¨ªcilmente cuantificable, aunque ha disminuido en los ¨²ltimos a?os. Criterio con el que coincide Luis Mat¨¦, subdelegado provincial de Iberduero, quien considera que los progresivos enterramientos de las l¨ªneas han contribuido a ello. Para la historia quedan los pinchazos caseros en la zona de Palomeras y Entrev¨ªas, que con formaban hace 10 a?os una de las bolsas chabolistas m¨¢s grandes de Europa.
Sin embargo, siempre quedan farolas a las que recurrir. El alumbrado callejero es adem¨¢s m¨¢s f¨¢cil de intervenir y menos peligroso, al ser l¨ªneas de baja tensi¨®n. "Hace tiempo localizamos una farola de la que sal¨ªan no menos de 500 cables", recuerda Jos¨¦ Luis G¨®mez.
El peligro no se localiza exclusivamente en el lugar donde se realiza el enganche. Los cables que reparten el suministro a las chabolas est¨¢n tirados por el suelo, entre el barro y el agua. "Esos cables, adem¨¢s, suelen estar viejos y pelados y en ocasiones en contacto con el agua de los charcos", explica G¨®mez.
El colmo de los pinchazos se produjo hace un par de meses en Arturo Soria. Un poblado chabolista, no conforme con piratear la electricidad, adem¨¢s corr¨ªa a cuenta de un vecino de la zona El pinchazo se descubri¨® en una vivienda residencial pr¨®xima a las chabolas. La Polic¨ªa Municipal incaut¨® m¨¢s de 6.000 metros de cable con el que los habitantes del poblado llevaban la luz hasta sus casas desde el contador del generoso vecino. La polic¨ªa tuvo que intervenir varios d¨ªas despu¨¦s, al conocer que se hab¨ªa repuesto el pinchazo.
Aunque los enganches piratas se localizan principalmente en los poblados chabolistas, tambi¨¦n son frecuentes los pinchazos en as urbanizaciones ilegales de la zona este de Madrid, as¨ª como en peque?os pol¨ªgonos industriales.
Tambi¨¦n los feriantes han sido asiduos a los enganches piratas, aunque actualmente los terrenos donde se asientan suelen tener alg¨²n tipo de infraestructura del Ayuntamiento. Sin embargo se siguen dando casos de feriantes que se enganchan por su cuenta, aunque, seg¨²n reconocen las compa?¨ªas, estas conexiones suelen estar bien hechas.
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