El miedo a la 'fortaleza europea de 1992'
Un s¨²bito miedo a la ya comenzada a denominar fortaleza europea de 1992, con la entrada en vigor del, mercado ¨²nico, comienza a extenderse en Estados Unidos, donde hasta ahora Europa s¨®lo era una cacofon¨ªa de peque?os pa¨ªses, m¨¢s los primos brit¨¢nicos. La frontera de 1992 "es preocupante, pero creo que podremos manejar el reto", asegura Rozanne Ridgway, la responsable del Viejo Continente en el Departamento de Estado. Su cargo aten¨²a un pronunciamiento m¨¢s negativo que, sin embargo, no tiene inconveniente en realizar Clayton Yeutter, representante especial para Comercio del Gobierno federal y que Bush ha nombrado como su ministro de Agricultura. Y no aguarda a 1992. "Espero que tengamos m¨¢s problemas este a?o con Europa que con Jap¨®n", afirma Yeutter, que encabeza una burocracia norteamericana que ha ?lado la voz de alarma ante la perspectiva de una Europa integrada "proteccionista".
El nuevo consejero de Seguridad Nacional de George Bush, Brent Scowcroft, no tuvo empacho en reconocer esta semana, ante periodistas europeos, que las relaciones de EE UU con Europa van a constituir uno de los m¨¢s serios problemas para la nueva Administraci¨®n. Y no s¨®lo es el comercio, sino la pol¨¦mica sobre el reparto de la carga defensiva entre los aliados de la OTAN. Washington estima que los europeos hacen muy poco y, en momentos de austeridad presupuestaria y cierre de 90 bases en EE UU, puede ser convertido por el Congreso en problema mayor.
El desplazamiento de Europa, desde el punto de vista defensivo, hacia un aut¨¦ntico segundo pilar dentro de la Alianza Atl¨¢ntica y hacia un bloque comercial unificado y muy cohesionado, es una combinaci¨®n que alarma en Washington. La presunci¨®n de que 1992 es una aventura proteccionista ya ha sido formulada. Uno de los m¨¢s importantes asesores de Bush duda mucho de que el mercado ¨²nico de la CE vaya a ser otra cosa que "una empresa exclusiva que construya barreras frente al exterior".
Europa, redescubierta
Tras muchos a?os de ignorar a Europa y de no tomarse en serio al Mercado Com¨²n, los pol¨ªticos estadounidenses, la opini¨®n p¨²blica m¨¢s ilustrada y los empresarios de tipo medio, descubren la CE, que repentinamente se ha puesto de moda. Cualquier acad¨¦mico, economista, ejecutivo o pol¨ªtico con alguna experiencia en Europa es solicitado para explicar lo que pasa al otro lado del Atl¨¢ntico.
Abundan todo tipo de seminarios para explicar la nueva realidad europea de 320 millones de consumidores, frente a 240 en EE UU, la ca¨ªda de las barreras comerciales, un mercado integrado ¨²nico desde Hamburgo a Atenas, que ya exporta 600 millones de d¨®lares al a?o -un 60% m¨¢s que Estados Unidos- y con un producto bruto dom¨¦stico combinado casi igual al de este pa¨ªs. Las consultor¨ªas sobre Europa est¨¢n haciendo el agosto.
Responsables pol¨ªticos de la Administraci¨®n de Reagan admiten que no estaban siguiendo bien la evoluci¨®n de la creciente integraci¨®n europea. "Provoca miedo, como todo lo desconocido, y en Washington todo lo que es nuevo es peligroso". As¨ª explica un alto funcionario el s¨ªndrome europeo que ha estallado en Washington. Aunque sigue siendo el Pac¨ªfico y la competitividad de Jap¨®n y de los cinco dragones asi¨¢ticos la preocupaci¨®n esencial de EE UU, Europa se ve ya como una amenaza potencial muy estimable.
La peque?a guerra de las hormonas de la carne -de momento s¨®lo una min¨²scula gota de agua de 100 millones de d¨®lares en un comercio anual con Europa de 145.000 millones de d¨®lares- es presentada como una se?al clara de los problemas por venir a causa de la "agresividad de los nuevos y poderosos europeos", que ya sienten su capacidad como bloque, antes incluso de 1992. No ayuda nada una Administraci¨®n norteamericana combativa, estimulada por una lesgislaci¨®n impuesta por el Congreso, que le impulsa a la retorsi¨®n y al juego duro para abrir mercados. El pa¨ªs te¨®rico campe¨®n del libre comercio adopta de hecho represalias a las primeras de cambio. Tampoco facilitan el entendimiento unos n¨²meros rojos comercia)es que se acercan a los 150.000 millones de d¨®lares.
Para The Wall Street Journal, el diario m¨¢s influyente del pa¨ªs y pilar de las finanzas norteamericanas, lo ocurrido con las importaciones norteamericanas de carne, vetadas por la CE, "indica que el esp¨ªritu del 92 est¨¢ llevando a la Comunidad hacia la arrogancia y la confrontaci¨®n, cualquiera que sea el coste". La carne engordada con hormonas animales es s¨®lo una an¨¦cdota que palidece ante guerras m¨¢s costosas, como puede ser la subvenci¨®n europea, resentida por Washington, al Airbus en detrimento de los aviones de la Boeing o de la McDonnell Douglas.
La partida de tablas jugada el mes pasado en la reuni¨®n del GATT en Montreal por Estados Unidos y Europa sobre la reforma de la agricultura mundial es, por encima de la at¨¢vica reacci¨®n a la "fortaleza del 92", el problema de fondo que enfrenta a Washington y a Bruselas. Estados Unidos quiere un compromiso europeo de eliminar las subvenciones a su agricultura en la frontera del a?o 2000. Pero la CE no puede (se cargar¨ªa la pol¨ªtica esencial de la Comunidad) ni quiere aceptar la completa retirada de la ayuda a sus agricultores: no es realista ni deseable, dice.
Temor al proteccionismo
Es cierto que tambi¨¦n EE UU subvenciona a sus agricultores, pero no en la medida distorsionada y gigantesca que produce las monta?as de excedentes alimenticios en el Viejo Continente y que est¨¢ expulsando de los mercados mundiales injustamente -denuncia Washington- a los agricultores norteamericanos. Las exportaciones de grano de EE UU disminuyeron en un 40% entre 1980 y 1986.
Tambi¨¦n aparece el miedo a la reciprocidad en servicios financieros -instalaci¨®n de barcos-, que el Tesoro norteamericano "encuentra particularmente preocupante". Y lo que Washington considera un mercado europeo cautivo de contratos gubernamentales en materia de telecomunicaciones, al que las empresas norteamericanas no pueden acceder a no ser que construyan f¨¢bricas en Europa como ha hecho ATT en Espa?a.
Estas pr¨¢cticas le permite afirmar a Yeutter que "a¨²n est¨¢ claro si la integraci¨®n 1992 no acabar¨¢ convirti¨¦ndolo en un libre comercio, de puerta adentro de la Comunidad, y proteccionismo hacia el exterior".
La delegaci¨®n de la Comunidad en Washington se defiende como puede de este creciendo miedo a la Europa integrada dentro de cuatro a?os. La batalla de lobby ante el Congreso, Ejecutivo, los empresarios y opini¨®n p¨²blica la lleva R Denmann, el representante los doce en la capital federal. Europa permanece desunidnos acusan de europesimismo euroesclerosis. Si vamos hacia unificaci¨®n, nos reciben con gi tos de la fortaleza eurepea", queja Denmann.
El embajador Denmann pi que se entierre el hacha de g rra entre viejos aliados. "So¨ªn nuestros mejores clientes. que nos une es mayor que lo q nos divide". Espa?a, que e semestre preside la Comunid y Felipe Gonz¨¢lez, que es es rado en Estados Unidos nombre de los doce esta p ? vera, tienen ahora la oportu dad de diluir esta imagen nega va y proteccionista de laforta za europea.
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