Tama Janowitz, representante del 'realismo sucio', asegura no leer jam¨¢s a sus contempor¨¢neos
Su libro de relatos 'Esclavos de Nueva York' ser¨¢ llevado al cine por James Ivory
La escritora norteamericana Tama Janowitz, autora de novelas como Padre americano (1981) y Un can¨ªbal en Manhattan (1987) y del libro de relatos Esclavos de Nueva York (1986, publicado en castellano por Anagrama y en catal¨¢n por Columna), que se integran en el movimiento literario denominado realismo sucio, declar¨® ayer en Barcelona a este diario que jam¨¢s lee a sus contempor¨¢neos. "S¨®lo tengo tiempo para escribir, no para leer, y adem¨¢s no me interesan en absoluto las novelas de los dem¨¢s", afirm¨®. La escritora, que est¨¢ disfrutando de un viaje de placer por Europa, acaba de participar o en el gui¨®n de una pel¨ªcula que, basada en su libro Esclavos de Nueva York, dirigir¨¢ pr¨®ximamente James Ivory, el cineasta de Habiraci¨®n con vistas y Maurice.
"Me encanta como ha quedado el gui¨®n, que estaba escribiendo Andy Warhol cuando le sorprendi¨® la muerte", dijo Janowitz, "es uno de los pocos casos que conozco en que la pel¨ªcula no desmerecer¨¢ al libro". La joven novelista, que fue una de las musas inspiradoras de Andy Warhol, con el que aparec¨ªa fotografiada a menudo en las p¨¢ginas de la revista Interview, es la imagen m¨¢s genuina de la posmodernidad neoyorquina: cabellos hasta la cintura, encrespados a la altura del cr¨¢neo; labios de un intenso color naranja, que contrastan con sus peque?os; ojos verdes, ribeteados de l¨¢piz negro; y p¨¢lida tez.
Nacida en San Francisco, hija de una poetisa y de un psiquiatra, se cri¨® en Massachusetts. Cuenta que decidi¨® ser escritora ya desde el parvulario. "Mi maestra me repet¨ªa hasta la saciedad que si romp¨ªa el lomo de los libros, ella me romper¨ªa el m¨ªo. Eso me orient¨® definitivamente hacia lo que ser¨ªa mi profesi¨®n", recuerda.
Realiz¨® estudios de viol¨ªn y, despu¨¦s del divorcio de sus padres, vivi¨® un par de a?os en Israel con su madre y su hermano. En 1977 lleg¨® a Nueva York, pero no se instal¨® definitivamente ah¨ª hasta diez a?os m¨¢s tarde. Actualmente, reside en un diminuto apartamento del West Village de tres metros por cuatro con sus dos perros Lul¨² y Beep-beep.
Ingenuidad y perversi¨®n
Sus narraciones, a medio camino entre la ingenuidad y la perversi¨®n, han aparecido en algunas de las publicaciones norteamericanas m¨¢s adictas a la posmodernidad, como The New Yorker, Interview, Harper's, o Spin, entre otras. La primera vez, Janowitz meti¨® sus relatos en sobres de papel manila y los envi¨® por correo a varias revistas, muchas se los rechazaron. En diciembre- de 1986, The New Yorker public¨® Esclavos de Nueva York. Se ha dicho que los protagonistas de sus relatos comparten con ella la timidez y el sentimiento de estar siempre fuera de lugar, y algo de eso hay. Janowitz se asemeja a muchos de sus personajes."Mi vida est¨¢ llena de curiosas coincidencias", explic¨®, "a menudo, mis seres de ficci¨®n dicen cosas que he o¨ªdo en alguna parte, sin embargo, otras, escucho a alguien pronunciar frases que en mis libros ya han aparecido".
Finge desagrado ante la presencia del fot¨®grafo y, sin embargo, posa encantada ante la c¨¢mara. Repite una y otra vez que est¨¢ en Barcelona para conocer la ciudad y descansar, pero conduce la conversaci¨®n hacia su nueva novela que, seg¨²n dice, terminar¨¢ el pr¨®ximo mes de marzo, y aparecer¨¢ en agosto en los Estados Unidos. "Mi nuevo libro", avanz¨®, "est¨¢ en la l¨ªnea de todo lo que he escrito hasta ahora". Define su obra como la suma de una serie de personajes que participan en una carrera de obst¨¢culos sin fin: la del progreso y la modernidad. "No me interesa ser una escritora perfecta ni refinada, lo ¨²nico que pretendo es que mis obras plasmen toda la energ¨ªa que llevo encerrada dentro", afirma.
Janowitz tiene la intenci¨®n de visitar, durante sus dos d¨ªas de permanencia en Barcelona, la Pedrera y la Casa Batll¨®, construcciones realizadas por el arquitecto Antoni Gaud¨ª, del que dice ser una entusiasta seguidora, y el Museo Picasso. "Me encanta Gaud¨ª", explic¨® "porque sab¨ªa mezclar la magia y la poes¨ªa de la piedra con el pragmatismo de la arquitectura".
La escritora se interes¨® tambi¨¦n por los mejores restaurantes y locales nocturnos m¨¢s de moda de la ciudad, y se sorprendi¨® favorablemente al conocer que en uno de ellos, el Nick Havana, puede conseguirse Esclavos de Nueva York en una m¨¢quina expendedora de libros. "Genial", exclam¨®, "emborracharse cen una de mis obras en una mano y una copa en la otra tiene que ser toda una experiencia digna de ser vivida por cualquiera de mis personajes". "Eso va a darme qu¨¦ pensar", puntualiz¨®.
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