La amenaza gremial
LA HUELGA de los t¨¦cnicos de mantenimiento de Iberia, iniciada en v¨ªsperas de las vacaciones navide?as, ha provocado ya la cancelaci¨®n de cerca de 400 vuelos y retrasos considerables en muchos otros, en perjuicio de miles de ciudadanos ajenos al conflicto. Las p¨¦rdidas acumuladas en los seis d¨ªas de huelga podr¨ªan alcanzar, seg¨²n la direcci¨®n de Iberia, los 1.500 millones de pesetas. Se pone as¨ª de manifiesto, una vez m¨¢s, la desproporci¨®n existente entre las reivindicaciones laborales de determinados colectivos y los efectos sociales de sus movilizaciones. Se trata de colectivos cuya posici¨®n estrat¨¦gica en el sistema productivo o, m¨¢s frecuentemente, en los servicios p¨²blicos, les concede una capacidad de presi¨®n desmedida. El mecanismo consiste en provocar la exasperaci¨®n del m¨¢ximo n¨²mero de personas posible -de ah¨ª la elecci¨®n de las fechas: casi siempre en vacaciones- para que su indignaci¨®n act¨²e como elemento de apremio ante la direcci¨®n de la compa?¨ªa. Esta corrupci¨®n de los m¨¦todos de actuaci¨®n sindical est¨¢ dando argumentos a los sectores partidarios de una regulaci¨®n restrictiva del derecho de huelga.Ocurre, adem¨¢s, que el planteamiento reivindicativo esgrimido en esta ocasi¨®n por los t¨¦cnicos de mantenimiento resulta bastante discutible. La Asociaci¨®n Sindical Espa?ola de T¨¦cnicos de Mantenimiento de Aeronaves (ASETMA), que cuenta con unos 1.800 afiliados, solicita un convenio franja espec¨ªfico, al margen del que rige con car¨¢cter general para los 21.500 trabajadores de tierra de Iberia. Inmediatamente, el Sindicato de Especialistas T¨¦cnicos de Equipos y Motores Aeron¨¢uticos (SETEMA) anunci¨® su intenci¨®n -luego retirada- de convocar otra huelga paralela, los d¨ªas 5 y 9 de enero, por id¨¦nticos motivos: ellos tambi¨¦n aspiraban a un convenio espec¨ªfico. Tales planteamientos son rechazados por las centrales mayoritarias. Concretamente, la votaci¨®n realizada en el comit¨¦ intercentros de Iberia arroj¨® el resultado de 12 votos en contra y uno a favor de la huelga. La direcci¨®n de la compa?¨ªa, por su parte, considera ilegal la huelga, y, tras abrir varios cientos de expedientes por incumplimiento de servicios m¨ªnimos, anunci¨® ayer el despido de 79 trabajadores.
El presidente, Narc¨ªs Andreu, argumenta, muy razonablemente, que aceptar la pretensi¨®n de ASETMA significar¨ªa que cada especialidad laboral de las existentes en la compa?¨ªa exigir¨ªa su propio convenio franja. Ello supondr¨ªa, a su vez, apostar por una serie interminable de conflictos a lo largo del a?o. Dada la estructura de funcionamiento de los aeropuertos modernos, cada huelga sectorial de este tipo repercutir¨ªa en todo el servicio, imposibilit¨¢ndolo de hecho.
El intento de ciertos colectivos de prevalerse de su posici¨®n en la cadena del servicio no es nuevo ni exclusivo de nuestro pa¨ªs. Reciente est¨¢ a¨²n el caso de los maquinistas y ayudantes ferroviarios, que tambi¨¦n iniciaron, contra la opini¨®n de UGT y CC OO, una serie de paros alternativos en v¨ªsperas de las vacaciones de Navidad. Por no hablar de la penosa huelga de los controladores a¨¦reos de Catalu?a, en agosto pasado, cuando poco m¨¢s de un centenar de personas amargaron el inicio de vacaciones de cientos de miles. La experiencia demuestra, de otra parte, la falta de autoridad de los sindicatos de clase para hacer frente a esos brotes de gremialismo incontrolado. Pero esa misma realidad, le¨ªda desde el otro lado, indica que nada resulta tan desestabilizador, en el terreno de las relaciones laborales, como el intento por parte de los Gobiernos y otras instancias de minar el papel institucional de los sindicatos tradicionales, cuya fuerza es una garant¨ªa de estabilidad en el di¨¢logo social. La anunciada presencia del presidente del Gobierno al frente de una importante delegaci¨®n ministerial en el encuentro fijado para hoy con los sindicatos, rectificando as¨ª la decisi¨®n de mantener esos contactos a un m¨¢s bajo nivel, supone -si los gestos confirman en este caso las intenciones reales- un significativo paso en esa direcci¨®n.
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