Juegos peIigrosos en sistemas inestables
El proceso de concentraci¨®n de poder financiero, iniciado con la OPA hostil del Banco de Bilbao, y el proceso de concentraci¨®n de poder obrero, iniciado con la convocatoria unitaria de los sindicatos de una huelga general ef¨ªmera, han roto el precaro equilibrio de la transici¨®n, basado en un voluntarista y artificial consenso (pacto) de la clase dirigente. No es de extra?ar que el Rey haya exhortado, en su discurso de la Pascua Militar, a que "nos esforcemos siempre por mantener a nuestro pa¨ªs en una situaci¨®n de equilibrio".En el origen de los procesos de concentraci¨®n mencionados se encuentra la inconfesada actividad de un Gobierno socialista que, sin voluntad pol¨ªtica de promover un cambio social en el sistema, ha pretendido manipularlo a favor de su partido, entrometi¨¦ndose en los nombramientos de consejeros de administraci¨®n de las entidades financieras y en la direcci¨®n de la banca privada y de la UGT.
Estas intromisiones del Gobierno en esferas que, por no ser de r¨¦gimen pol¨ªtico, no son de su competencia son insignificantes en comparaci¨®n con las reacciones provocadas, pero est¨¢n cargadas de significaci¨®n respecto a la naturaleza de la imprudencia cometida. Olvid¨¢ndose del car¨¢cter artificial del equilibrio inestable (consenso de la clase dirigente) bajo el que accedi¨® al poder despu¨¦s del 23-F, el Gobierno ha actuado como si el sistema estuviera en un estado estable, cuya manipulaci¨®n podr¨ªa controlar, porque las reacciones consecuentes regresar¨ªan a situaciones cercanas al equilibrio, precisamente a causa de la supuesta estabilidad.
Pero en un sistema pol¨ªtico inestable, lejos de la situaci¨®n de equilibrio, como es el de la transici¨®n, la OPA hostil del Banco de Bilbao y el intento de domesticaci¨®n de la UGT, al afectar a dos de los n¨²cleos m¨¢s sensibles del sistema, no pod¨ªan dejar de agravar la precariedad y la inestabilidad del mismo.
La insensibilidad de nuevo rico con la que el Gobierno juega la partida del poder no le ha permitido percatarse de que estaba metiendo la mano en dos avisperos que iban a reaccionar, como as¨ª ha sido, por id¨¦nticas razones de supervivencia, creando nuevos ¨¢mbitos de acci¨®n fuera del control gubernamental. El Banco Espa?ol de Cr¨¦dito y la UGT, sujetos pasivos de la manipulaci¨®n del poder pol¨ªtico, han tenido que responder, del mismo modo, fusionando su poder econ¨®mico y sindical en unidades de organizaci¨®n o de acci¨®n m¨¢s amplias, en un movimiento instintivo de conservaci¨®n. Como aprendiz de brujo, el Gobierno ha perdido el control de los procesos desencadenados por su temerario experimento.
El error de aprendiz ha consistido en la confusi¨®n gubernamental entre r¨¦gimen pol¨ªtico, donde puede actuar sin constricciones, como representante de la clase pol¨ªtica reinante, y sistema econ¨®mico y social, donde est¨¢ sujeto a los l¨ªmites que le marcan el capital financiero, como sector hegem¨®nico de la clase dominante, y las organizaciones sindica les, como conductoras del movimiento obrero. Si, por razones ideol¨®gicas y de cambio social hubiera querido ampliar el campo de acci¨®n del r¨¦gimen, reduciendo el espacio de autonom¨ªa o de rentabilidad del sistema, el Gobierno tendr¨ªa que haber buscado el apoyo de los sindicatos y del Parlamento. Lo que carece de inteligibilidad es que, para realizar la pol¨ªtica econ¨®mica que defienden tanto el capital financiero como el capital industrial, y tanto el capital nacional como el extranjero, haya pretendido poner a sus hombres de confianza al frente de los consejos de administraci¨®n de las entidades financieras privadas y del Comit¨¦ Ejecutivo de la UGT, despu¨¦s de haber oupado todas las plazas disponibles para la gesti¨®n de la empresa p¨²blica.
La desestabilizaci¨®n introducida por estos peligrosos juegos del Gobierno en los sectores l¨ªderes del capital y del trabajo de la sociedad civil ha desatado olas de autodefensa de tal envergadura que han dado lugar al nacimiento de fen¨®menos que la transici¨®n hasta ahora no hab¨ªa conocido: acontecimientos de car¨¢cter hist¨®rico. Las fusiones bancarias y la huelga general son los ¨²nicos sucesos ocurridos en Espa?a, desde que existen libertades pol¨ªticas, que pueden ser considerados verdaderos acontecimientos hist¨®ricos.
Esta afirmaci¨®n sorprender¨¢, sin duda, a quienes est¨¢n habituados a pensar y a juzgar por simples apariencias. La propaganda de los intelectuales y periodistas de la transici¨®n ha venido colocando sistem¨¢ticamente la etiqueta de acontecimiento a lo que parece nuevo por ser s¨®lo otra forma de consagraci¨®n y de repetici¨®n de lo mismo.
La historia produce con mucha dificultad novedades, y cuando lo hace suele emplear largos per¨ªodos para hacerlas reconocibles a gran escala. Muy pocos hechos pol¨ªticos, sociales, econ¨®micos o culturales alcanzan la categor¨ªa de aut¨¦nticos acontecimientos. Y no todos ellos se convierten en hist¨®ricos.
Para que un suceso adquiera la dimensi¨®n de acontecimiento es necesario que no pueda ser explicado como mero efecto o consecuencia de la situaci¨®n de donde emerge. No es acontecimiento que el huevo salga de la gallina como tampoco lo fue que la Monarqu¨ªa saliera del r¨¦gimen franquista ni lo es ahora que la presidencia semestral de la Comunidad Europea corresponda por turno al presidente del Gobierno espa?ol.
El acontecimiento ha de contener alg¨²n elemento de novedad que lo haga, antes de producirse, improbable y, una vez producido, sorprendente. La teor¨ªa de la comunicaci¨®n de Shannon define a la informaci¨®n como medida de la sorpresa que el descubrimiento de un hecho nos depara. Los medios de comunicaci¨®n espa?oles aplican muy bien esta teor¨ªa cuando tratan de sucesos y de ecos de sociedad, pero muy mal cuando informan de actos pol¨ªticos.
Se han considerado, por ejemplo, acontecimientos hist¨®ricos de la transici¨®n el ingreso de Espa?a en las Comunidades Europeas y su permanencia en la OTAN, siendo as¨ª que estos hechos, de indudable trascendencia, son en realidad productos hist¨®ricos del franquismo que la transici¨®n se ha limitado a tramitar y a consagrar. Lo mismo cabe decir de la reforma constitucional del r¨¦gimen franquista realizada por el segundo Gobierno de la Monarqu¨ªa, salvo la legalizaci¨®n del partido comunista y la restauraci¨®n de los Estatutos de Autonom¨ªa de Catalu?a y Pa¨ªs Vasco. El m¨¦rito de estas novedades, que legitimaron democr¨¢ticamente al Estado de la Monarqu¨ªa constitucional, corresponde en exclusiva al Gobierno de Su¨¢rez anterior a las libertades.
No basta, sin embargo, el elemento de la improbabilidad y de la sorpresa para que el acontecimiento alcance, sin m¨¢s, la consideraci¨®n de hist¨®rico. Necesita adem¨¢s ser portador de sentido y ser susceptible de crear, a partir de ¨¦l, nuevas coherencias. El acontecimiento hist¨®rico es producto de la historia y portador de nuevas posibilidades de historia, de otra alternativa al curso de la evoluci¨®n. Es, en realidad, un punto de bifurcaci¨®n donde se rompe la simetr¨ªa reversible entre el antes y el despu¨¦s.
Por faltarles este requisito, no fueron verdaderos acontecimientos ni el 23 de febrero ni la expropiaci¨®n de Rumasa, meras jugadas gratuitas carentes de significaci¨®n y sentido.
La legalizaci¨®n del partido comunista y el triunfo electoral del PSOE por mayor¨ªa absoluta s¨ª encerraban otras posibilidades de historia porque eran objetivamente capaces de crear nuevas correlaciones de poder y nuevas coherencias pol¨ªticas. Pero no se convinieron en acontecimientos hist¨®ricos porque, en el pacto o consenso de la transici¨®n, dichos partidos aceptaron pagar un precio exorbitante, el de su propia identidad, para ser admitidos a participar en el juego pol¨ªtico del r¨¦gimen liberal del sistema franquista. Con ello perdieron todas
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sus virtualidades para orientar la transici¨®n en otro sentido m¨¢s sincero y realmente democr¨¢tico, pasando a ser hechos anodinos en la evoluci¨®n liberal del r¨¦gimen anterior. La historia despu¨¦s de ellos no ha cambiado un ¨¢pice el rumbo de su curso.
Finalmente, la restauraci¨®n de los Estatutos de Catalu?a y Pa¨ªs Vasco han sido acontecimientos hist¨®ricos en la medida que sea leg¨ªtimo hablar de nuevas posibilidades de historia y de ruptura irreversible de la simetr¨ªa entre el antes y el despu¨¦s, cuando se trata de fen¨®menos de restauraci¨®n que, como tal, implican un retorno rom¨¢ntico al pasado.
En contraste con todos los seudoacontecimientos de la transici¨®n, el proceso de fusiones bancarias y el ¨¦xito de la huelga general ef¨ªmera constituyen hechos ins¨®litos en la historia del capitalismo espa?ol y en la del movimiento obrero. Porque llevan en sus entra?as nuevas virtualidades de realizaciones en sus respectivos campos de actuaci¨®n y de influencia. Porque despiertan nuevas coherencias en las l¨ªneas de desarrollo del capital financiero, especialmente en sus complejas relaciones con el capital industrial y en el proceso de convergencia sindical en el seno de la empresa. Y, por fin, invitan a establecer nuevas correlaciones de largo alcance con otros sectores de la sociedad, como son la investigaci¨®n cient¨ªfica y la cultura, en un caso, y los movimientos ciudadanos, en el otro.
Por el momento no se puede llevar m¨¢s lejos el paralelismo entre estas dos concentraciones de energ¨ªa, que han elevado el grado de potencia de sus respectivas organizaciones, porque as¨ª como la irreversibilidad est¨¢ pr¨¢cticamente asegurada en el caso de la concentraci¨®n de poder financiero, las nuevas coherencias y correlaciones sugeridas por la huelga general efirnera no han hecho m¨¢s que amagar, y pudiera suceder que se hagan reversibles si la contraofensiva del Gobierno tuviera ¨¦xito en unas elecciones anticipadas.
Esto es lo que pretenden quienes est¨¢n ya considerando a ese gran d¨ªa de democracia y de civilizaci¨®n como el canto del cisne de las centrales sindicales, del mismo modo que el 23 de febrero lo fue para la extrema derecha y el mayo franc¨¦s del 68 para la extrema izquierda. El ¨²nico argumento empleado es el de que su extraordinario ¨¦xito fue debido a m¨²ltiples y contradictorias motivaciones individuales sin relaci¨®n con las reivindicaciones concretas de las organizaciones convocantes, y que basta el anticipo de las elecciones pol¨ªticas para disipar en las urnas, a trav¨¦s del inter¨¦s particular de los votantes atomizados, ese enorme potencial ciudadano que desea otro tipo de democracia y otra forma de Gobierno, pero que, como sucedi¨® con Pompidou tras el mayo franc¨¦s, dar¨¢ la mayor¨ªa a la ¨²nica alternativa de Gobierno que el r¨¦gimen le ofrece, es decir, al PSOE.
Este c¨ªnico argumento fabricado en los c¨ªrculos intelectuales pr¨®ximos al partido gobernante, aparte de que es inconsistente, se vuelve contra quien lo esgrime porque, como acontece en los sistemas f¨ªsicos, es precisamente en los estados lejos del equilibrio, en las situaciones de inestabilidad, donde el orden macrosc¨®pico (¨¦xito de la huelga) emerge del desorden microsc¨®pico (motivaciones ca¨®ticas individuales) siempre que concurra una circunstancia catalizadora (la convocatoria de los sindicatos).
Es cierto que los sistemas a que se refiere esta teor¨ªa son aquellos donde impera el segundo principio de la termodin¨¢mica, pero tambi¨¦n es cierto que muestra su fecundidad aplicada a los sistemas pol¨ªticos porque, como dice Prigogine en su ¨²ltima y reciente publicaci¨®n, Entre le temps et l'eternit¨¦, refiri¨¦ndose precisamente a las profundas analog¨ªas existentes entre los sistemas f¨ªsicos de poblaciones moleculares y los sistemas pol¨ªticos, "el ejemplo de la f¨ªsica no puede resolver el problema planteado por los hombres, pero s¨ª lo puede esclarecer".
Lo que la f¨ªsica puede esclarecer en esta situaci¨®n, pese a la cortina de humo lanzada desde el poder despu¨¦s de la huelga, es que:
El orden, entendido como movimiento uniforme, estuvo en la huelga.
El factor catalizador de ese orden ciudadano fue la convocatoria de los sindicatos.
El factor desestabilizador originante de las grandes concentraciones de energ¨ªa, hechas visibles a gran escala en los procesos de fusi¨®n bancaria y de unidad de acci¨®n sindical, fue la manipulaci¨®n gubernamental de sectores hipersensibles de la sociedad civil.
Esa manipulaci¨®n se produce porque el Gobierno confunde el sistema econ¨®mico-social con el r¨¦gimen pol¨ªtico de su actividad.
Esa manipulaci¨®n es peligrosa porque el Gobierno no sabe que con ella produce consecuencias irreversibles que escapan a su control.
Y que, finalmente, la prepotencia del Gobierno tiene su ra¨ªz profunda no en simples modales de educaci¨®n o de sensibilidad, que se pueden cambiar como se cambia de imagen, sino en su falsa creencia de que est¨¢ manipulando una sociedad en equilibrio estable y por tanto controlable, simplemente porque ya no oye ruido de sables.
El Gobierno ten¨ªa ya limitada su visi¨®n a los desplazamientos (no deslizamientos, como dijo su presidente) hacia el rojo del espectro sindical, pero a juzgar por sus ¨²ltimas declaraciones, en las que atribuye el ¨¦xito de la huelga a simples defectos de comunicaci¨®n y de imagen, adolece tambi¨¦n de un defecto de audiencia a toda informaci¨®n que no sea emitida en longitudes de onda de corto alcance, como las que salen de los despachos oficiales con frecuencia modulada.
La informaci¨®n emitida por la sociedad espa?ola en frecuencia de tanta intensidad y en longitud de onda de tanto alcance como las del d¨ªa 14 de diciembre, s¨®l¨® puede ser percibida por el Gobierno como ruido perturbador que se puede f¨¢cilmente eliminar con las modernas t¨¦cnicas de sintonizaci¨®n audiovisual de imagen.
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