Ning¨²n secreto
A LA vista de las informaciones sobre la detenci¨®n del jefe de ETA en Bayona, el fiscal general ha ordenado abrir diligencias sobre las eventuales relaciones entre el diputado abertzale Jos¨¦ Mar¨ªa Montero y la c¨²pula terrorista. Las explicaciones adelantadas por el diputado respecto a los 100 millones ingresados en su cuenta parecen veros¨ªmiles. Su negativa a confirmar o desmentir que hab¨ªa estado con Josu Ternera poco antes de la detenci¨®n de ¨¦ste equivale casi a un reconocimiento. Pero no es evidente que tales contactos, de existir, sean motivo para una condena pol¨ªtica o, mucho menos, para proceder judicialmente contra el diputado o el partido al que representa.La naturaleza de las relaciones entre, ETA y HB no es ning¨²n secreto, a no ser que se considere un detalle sin importancia la inclusi¨®n en sus listas electorales de miembros de la organizaci¨®n terrorista o que dirigentes del partido abertzale proclameja que "votar a HB es votar a ETA". Pero derivar el debate sobre la pacificaci¨®n hacia la cuesti¨®n de la deslegalizaci¨®n o no de Herri Batasuna (HB) supone dar a los seguidores del nacionalismo radical una coartada para esquivar el asunto principal. A saber, su absoluta falta de autonom¨ªa respecto a los asesinos.
En las elecciones europeas de 1987, Herri Batasuna obtuvo 360.000 votos, de los cuales algo m¨¢s de 150.000 son de fuera del Pa¨ªs Vasco. Una buena parte de esos votos procedieron de Catalu?a, y m¨¢s concretamente de Barcelona, ciudad en la que apenas unos d¨ªas despu¨¦s de los comicios ETA hizo estallar una bomba previamente colocada en un supermercado: m¨¢s de 20 muertos. Sin duda, los que votaron la candidatura encabezada por el abogado Montero no ten¨ªan la impresi¨®n subjetiva de estar prestando su apoyo a matanzas como la de Hipercor. En primer lugar, porque admitir eso resultar¨ªa psicol¨®gicamente insoportable: hasta los terroristas m¨¢s acreditados afirman que sufren como nadie ante los inevitables efectos de su heroica lucha. En segundo lugar, porque hace a?os que la sociolog¨ªa hall¨® el casillero adecuado para tranquilizar las conciencias de los que tiran la piedra y esconden la mano: el de quienes dicen compartir los fines, pero no los m¨¦todos de los terroristas.
Esa distinci¨®n implica considerar que existen unos fines de ETA separables de los m¨¦todos empleados para imponerlos. Pero es la propia ETA, en sus papeles internos, quien afirma lo contrario. Como acaba de escribir Xabier Arzalluz, de esos papeles se deduce que ETA amenaza con las armas no s¨®lo a quienes no aceptan los postulados nacionalistas, sino "a cualquier proyecto nacionalista que no sea el suyo". De ah¨ª que, trat¨¢ndose de una imposici¨®n, el sistema propugnado por ETA no pueda funcionar "sin censuras, c¨¢rceles o campos de concentraci¨®n". El m¨¦todo determina los fines. La coartada se completa a veces con consideraciones sobre la distinci¨®n entre los m¨¦todos de ETA y los de HB. Pero hace a?os que la ¨²nica actividad constatable de HB consiste en dar cobertura pol¨ªtica a los planteamientos de ETA. La discusi¨®n sobre cu¨¢l es la jerarqu¨ªa establecida entre el frente pol¨ªtico y el militar tampoco tiene ya sentido. El asunto lo aclara, adem¨¢s de los papeles internos de la Coordinadora KAS (v¨¦ase EL PA?S del lunes 16), la experiencia de las purgas de quienes han osado disentir m¨ªnimamente de la autoridad militar competente.
Para que ETA reconozca su derrota pol¨ªtica y se avenga a negociar su autodisoluci¨®n parece imprescindible, en estos momentos, hacer llegar a ese mundo cerrado de? radicalismo abertzale la convicci¨®n de que ETA es ya un obst¨¢culo, seguramente el principal, para la realizaci¨®n de sus ideales nacionalistas. Eso no se conseguir¨¢ con medidas administrativas, porque la disoluci¨®n legal de HB no garantiza la volatilizaci¨®n de sus 200.000 votantes. Pero tampoco favorece mucho ese objetivo la actitud de quienes, aun condenando con toda la fuerza de sus pulmones a ETA, no renuncian a obtener ventajas pol¨ªticas derivadas, bien de la inestabilidad creada por ETA, bien de eventuales concesiones asociadas a la negociaci¨®n para el cese de la violencia.
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