Ideas sin im¨¢genes
Despu¨¦s del ¨¦xito de El bosque animado, uno de los m¨¢s notables del cine espa?ol reciente, Jos¨¦ Luis Cuerda debiera hab¨¦rselo pensado dos veces antes de filmar su siguiente gui¨®n, Amanece, que no es poco. La solidez de El bosque animado proviene de la del gui¨®n que hay bajo ella, en el que el pretexto literario de Fern¨¢ndez Fl¨®rez obtuvo una expert¨ªsima traslaci¨®n a im¨¢genes por el guionista Rafael Azcona. Sobre este suelo, Cuerda pudo caminar c¨®modamente con su c¨¢mara y salir airoso de un trabajo dificil sobre el papel.Ahora, con Amanece, que no es poco, Cuerda se ha propuesto sacar adelante algo m¨¢s complicado: una pel¨ªcula de ambiciones corales en la que se entrelazan decenas de esbozos de personajes y situaciones, con presencia casi constante de varios int¨¦rpretes en la pantalla, en la que pretende conjugar sainetes, chistes, situaciones de corte surrealista, y todo ello, adem¨¢s de con tono de b¨²squeda de autor¨ªa y sello propio, adornado con ecos, m¨¢s o menos lejanos, del cine de Bu?uel, Berlanga, Fellini y en aspectos concretos del de Vittorio de Sica en Milagro en Mil¨¢n.
Amanece, que no es poco
Direcci¨®n y gui¨®n: Jos¨¦ Luis Cuerda. Fotografia: Porfirio Enr¨ªquez. M¨²sica: Jos¨¦ Nieto. Espa?a, 1988. Int¨¦rpretes: Antonio Resines, Luis Ciges, Jos¨¦ Sazatornil, Cassen, Pastora Vega, Ovidi Montllor, Chus Lampreave, Manuel Alexandre, Miguel Rell¨¢n, Rafael Alonso, Queta Claver, Antonio Garnero, Aurora Bautista, Gabino Diego, Violeta Cela. Estreno: Proyecciones y Torre de Madrid.
Coro y desfile
No logra Cuerda su prop¨®sito, ni pod¨ªa lograrlo, por dos causas graves. Una consiste en que el car¨¢cter coral de su pel¨ªcula es s¨®lo epid¨¦rmico y aparente: hay, en efecto, muchos personajes, pero no existe en el filme un verdadero engarce org¨¢nico entre sus respectivas funciones, de tal manera que la multitud de tipos y situaciones no componen la pi?a de un coro, sino un desfile invertebrado, pues sus respectivas historietas no se combinan rec¨ªprocamente conformando una sola, sino que se suceden una tras otra sin unidad alguna.La segunda causa es de medida y de graduaci¨®n. El espectador r¨ªe durante los primeros minutos del despliegue de an¨¦cdotas, pero poco a poco la fuente de la risa se va debilitanto y a media pel¨ªcula se agota y desaparece. El desequilibrio del gui¨®n es grande y candoroso. Con un m¨ªnimo de autoprotecci¨®n, Cuerda debiera haber dosificado recursos, administrado y ordenado gags -casi siempre verbales y no visuales, pues la abundancia de ideas contrasta con la escasez de im¨¢genes- de menos a m¨¢s.
Pero Cuerda no lo ha hecho as¨ª y su filme paga caro este mortal descuido: a fuerza de ver una y otra vez la mec¨¢nica interior de los chistes, ¨¦stos, por acumulaci¨®n desordenada, se vac¨ªan progresivamente de gracia, la pel¨ªcula pierde v¨¦rtebras y rumbo en sus tramos finales y, cuando debiera elevarse, cae en picado y naufraga.
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