El huevo y el fuero
UN LAMENTABLE error ¨®ptico ha deformado la discusi¨®n sobre el testamento de Salvador Dal¨ª, que nombra heredero universal al Estado espa?ol. La cuesti¨®n primordial es que la herencia del genial artista catal¨¢n queda en Espa?a. La herencia de Picasso recal¨® en Francia por culpa de la dictadura y el exilio y por la eficaz pol¨ªtica cultural y fiscal de Francia sobre los legados art¨ªsticos. Por una vez, por tanto, se ha salvado ahora lo importante.Algunos critican la actuaci¨®n del Estado en torno a la herencia Dal¨ª. Est¨¢n diciendo que el ¨²ltimo Gobierno de UCD dobleg¨® su voluntad haci¨¦ndole eliminar a la Generalitat de Catalunya como coheredera en el testamento de 1982. Quienes han blandido esta grave acusaci¨®n (sobre todo el ex conseller de Cultura de Jordi Pujol, Max Cahrier Garc¨ªa, que acusa al Estado de haberse comportado como 'fuerza de ocupaci¨®n") deben probarla aportando datos fehacientes del anterior documento y pruebas del supuesto comportamiento que denigran. De momento se limitan a sostener contradictoriamente que Dal¨ª test¨® con plenitud de facultades y que hubo manipulaci¨®n del Estado, cuando s¨®lo si el testador no estaba l¨²cido podr¨ªa sostenerse que hubo maniobras extra?as. Todo tiene el agrio sabor del despecho, la demagogia y la confusi¨®n de una ¨²ltima voluntad privada con el debate competencial del derecho p¨²blico. Deben pensar tambi¨¦n en qu¨¦ hubiera sucedido si el pintor hubiese terminado sus d¨ªas en una cl¨ªnica francesa o norteamericana sin que Espa?a hubiera aplicado una generosa pol¨ªtica fiscal y un justo trato al pintor. Ese peligre ha sido visto por el alcalde de Figueres, el convergente Mari¨¢ Lorca, quien ha celebrado el testamento, desautorizando as¨ª la torpeza del propio presidente de la Generalitat ("Nos sentimos enga?ados, pero no sabemos por qui¨¦n").
Dos cosas se jugaban en este legado, que levanta esc¨¢ndalo como las viejas peleas rurales entre herederos y hermanos despose¨ªdos: el huevo y el fuero. Sobre el primero, la obra del artista, la impresi¨®n es que tendr¨¢ un destino razonable y equitativo. De las manifestaciones del ministro Jorge Sempr¨²n se desprende que no habr¨¢ camiones saqueando pinturas en Figueres, Port Lligat y P¨²bol. Habr¨¢ una digna selecci¨®n de telas que represente la aportaci¨®n daliniana en las grandes colecciones del Estado, otras obras en los santuarios dalinianos y se espera que en el futuro Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona. Ni expolio centralista ni acaparamiento local. Con todo, persiste en la sociedad catalana un comprensible recelo sobre el reparto final. La ciudad de Madrid se ha erigido en casi exclusiva usufructuaria del patrimonio cultural espa?ol, y Sempr¨²n deber¨¢ corregir esta inercia.
Las mayores confusiones se producen sobre el fuero. En principio, los dal¨ªes que van a emplazarse en Catalu?a ser¨¢n del Estado, sin que por decisi¨®n testamentaria deban traspasarse a otra instituci¨®n. El testamento del pintor se ha le¨ªdo por algunos como un recorte a las competencias auton¨®micas, exclusivas en la materia. Para esta lectura, todo lo que exista en el terreno de la cultura en Catalu?a debe quedar ¨²nicamente en manos de la Generalitat, sin que otros organismos del Estado intervengan en ning¨²n terreno. La Generalitat catalana puede defender con l¨®gica un nuevo marco de gesti¨®n pol¨ªtica de la cultura en el que la Administraci¨®n central coordine y cuide de su proyecci¨®n exterior. Pero este nuevo marco deber¨ªa comportar compromisos formales y la creaci¨®n de foros que impidieran cualquier tentaci¨®n parcelaria en el fomento de un patrimonio que, por definici¨®n, no es ¨²nicamente catal¨¢n o castellano. El Gobierno Pujol, sin esperar a ello, ha practicado una obstrucci¨®n pol¨ªtica al Ministerio de Cultura -de quien s¨®lo quiere aceptar dinero sin contraprestaciones- que ha tenido catastr¨®ficas consecuencias para Catalu?a, inhibiendo a la Administraci¨®n central en proyectos de Estado -ah¨ª est¨¢n los retrasos en la soluci¨®n para el Liceo e incluso incentivando los reflejos centralistas existentes.
En el caso de Dal¨ª, s¨®lo si -rompiendo el compromiso de Sempr¨²n- se saquease Port Lligat, se trasladar¨¢n todos los dal¨ªes a la capital del Reino y se marginase a la Fundaci¨®n Gala-Dal¨ª -que acoge a todos los protagonistas- en las decisiones de emplazamiento, tendr¨ªan val¨ªdez algunos recelos. Pero nunca la mala educaci¨®n ni el nacionalaldeanismo.
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